

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Raúl Canales
Martes, 29 de abril 2025, 00:06
Llenar la despensa por si se venía una gran crisis energética o aguardar noticias en el bar. Cada mirandés se tomó el apagón de una ... forma. Los productos no perecederos y el agua fueron los primeros en volar de los supermercados. Otras personas decidieron pedirse una caña y esperar, al menos mientras los bares pudieron servir bebida fría. «El pan ha volado, viendo comprar a algunos parecía que llegaba el fin del mundo» apuntaban con humor desde un céntrico supermercado. Para corroborarlo solo bastaba con mirar las estanterías de un local de la Casa del Jamón, donde además de las barras de todo tipo, también habían desaparecido los productos ya envasados. «No podía cortar ni pesar el embutido pero las ristras de chorizo o las cuñas de quesos se han vendido porque mucha gente no había preparado comida ni tenía como hacerlo. Como tampoco podíamos usar la caja, lo hemos hecho a la vieja usanza, haciendo las cuentas en un papel», afirmaba una de las dependientas.
El de ayer era un lunes atípico para la hostelería y lo acabó siendo pero por otro motivo. Al ser fiesta en Vitoria, se esperaba más movimiento del habitual por la mañana ya que muchos mirandeses no tenían que ir a trabajar a la capital vasca, pero el apagón trastocó todos los planes. La primera hora sin luz hizo que los bares se llenaran. La curiosidad, la necesidad de buscar información sobre lo que sucedía y la imposibilidad de trabajar, provocó que las terrazas y locales fueran juntando corrillos de personas haciendo tiempo para lo que se esperaba que fuera una anécdota pasajera. Pero a medida que se iba comprobando la magnitud del problema, la situación fue cambiando. Sin cámaras frigoríficas operativas y sin cafetera, poco se podía ofrecer. La mayor parte de gente que llegaba, lo hacía buscando pinchos para comer. «Lo que teníamos en barra ha volado pero no hemos podido hacer nada más» aseguraba Laura Domínguez, del bar Acero, mientras miraba cada vez con más nerviosísimo el reloj ante el temor de que se echara a perder todo el género guardado en los congeladores.
«No hemos querido abrirlos para nada porque así guardan mejor la temperatura. En principio no debería haber problemas por unas horas pero con la comida tienes que tener mucho cuidado, y ante la duda, tirarla», afirmaba. En su gastrobar, ayer el menú del día cedió el protagonismo a las tostas de jamón y las tapas de ensaladilla rusa que estaba ya elaborada.
La proximidad del Acero con la estación de tren atrajo a muchas de las personas que se habían quedado tiradas en la ciudad. «No tenían a donde ir porque estaban de paso así que les hemos dejado quedarse aquí hasta que ha vuelto la luz. También a algunos vecinos que por su edad o estado físico no podían subir las escaleras hasta su casa» explicaba esta hostelera, que al igual que sus compañeros de sector, tuvo que trabajar bajo mínimos.
«Es incómodo estar a oscuras y además no hay mucho que puedas ofrecer si no tienes luz», afirma Pepe Rey, presidente de la asociación que agrupa a la mayoría de locales. En su caso, tuvo que mandar a casa a la plantilla porque no podía cocinar ni abrir los negocios de comida rápida. Y eso que pedidos tenía ya que muchos le llamaban como solución de emergencia. «Hemos dado lo que teníamos a los que estaban en el bar pero no podíamos hacer mucho más», remarcaba.
En otros sectores las complicaciones fueron mayores. La mayor parte de comercio tuvo que bajar la persiana. «Sin báscula, a ojo no puedes calcular el peso y los precios», señalaban en la frutería. En la farmacia, sin posibilidad de leer las facturas electrónicas, no se podía dispensar medicamentos aunque cuando se restableció el servicio se pudo recuperar el sistema a través de la intranet. «La gente ha entendido la situación y no ha habido muchos problemas. Por la tarde pudimos atender» señalaba Raúl Losa, que no pudo cerrar al mediodía ante la imposibilidad de bajar la persiana de su local.
Sin semáforos, la circulación en algunos puntos se tornó caótica. Los que peor lo pasaron fueron los alumnos de las autoescuelas. «Hoy ha sido una clase de aprendizaje acelerado, aunque se les ha intentado sacar del centro y llevarles a los polígonos», explicaban desde Mónaco. El apagón también afectó a los que se examinaron del carné la semana pasada ya que ayer era día de conocer las notas, pero les tocará esperar unas horas más para saber si han aprobado.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
¿Por qué ya no vemos tantas mariposas en Cantabria?
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.