Las campañas adicionales de limpieza no logran erradicar los vertederos ilegales en Miranda

Aunque las personas incívicas no suelen tener muchos miramientos a la hora de tirar residuos de forma ilegal, hay puntos que ya se han convertido en clásicos. Es el caso de San Juan del Monte, el camino que conduce a Ayuelas, los solares de Las Matillas o las inmediaciones de la depuradora del polígono de Bayas. Son siete lugares en los que el Ayuntamiento tiene constancia de que periódicamente se depositan enseres o escombros de forma regular, pero la lista es mucho más larga y en las últimas semanas ha sumado una nueva ubicación, ya que ha aparecido un vertedero ilegal debajo del puente de Orón. «Siempre eligen sitios que están un poco apartados y que tienen fácil acceso en coche por caminos secundarios», explica María Cueva, que desde que asumió la concejalía de Medio Ambiente se propuso erradicar este problema.

No lo ha conseguido, porque está ya cronificado, aunque al menos ha minimizado su impacto con campañas periódicas. Cada tres o cuatro meses, se hace una batida por los puntos más conflictivos y cada vez que se recibe un aviso, la administración local trata de actuar con la mayor celeridad porque «si dejas un lugar nuevo durante mucho tiempo, aunque luego lo limpies, es más probable que vuelva a reaparecer el vertedero porque se produce un efecto llamada», asegura la edil.

La colocación de señales en las que se advierte de las elevadas multas a las que se enfrentan quienes arrojan residuos en la calle tampoco tienen el efecto disuasorio deseado. Neumáticos, electrodomésticos, restos de azulejos, sillas, botellas,... en algunos vertederos ilegales es posible encontrar todo tipo de objetos. Algunos necesitan un gestor autorizado, lo que aún complica más su retirada ya que no lo puede hacer PreZero, la empresa que se encarga de la limpieza viaria y que asume las campañas extraordinarias, que tienen un coste adicional para las arcas públicas.

Cueva recuerda que el Ayuntamiento dispone de un servicio gratuito de retirada dd muebles y que se pasan a recoger por la puerta d los domicilios. Además, cuando se hacen obras menores en una vivienda, los escombros pueden llevarse gratuitamente al Punto Limpio y la legislación permite también tirar sacos de un máximo de 30 kilogramos en un contenedor normal. «Si superas esa cantidad, no cuesta nada dividirla en varios contenedores para no desbordarlo», explica la concejala, que hace hincapié en la necesidad de concienciar a la ciudadanía porque «no hay partida ni campaña más efectiva que una conducta cívica por parte de todos».

Resultados positivos

Por su ubicación a pie de la Nacional 1 y por sus características, ya que cuenta con buenos servicios y zona comercial, los camioneros han convertido hace años el polígono Las Californias en un área de descanso. Son muchos los transportistas en ruta que paran en esa zona a dormir unas horas, a pesar de que hay señales que prohiben expresamente aparcar en algunas calles. Sin embargo, son muy pocas las multas que se imponen por este motivo.

Si que molesta más y ha suscitado innumerables quejas vecinales el comportamiento de algunos conductores, que arrojaban a la calle todo tipo de basura. Durante muchos años, las cunetas presentaban una imagen desoladora.

Para atajar el problema se colocaron más contenedores y se realizan campañas extra de limpieza, con el inconveniente de que algunas parcelas son privadas. A eso se suma que Cueva ha encontrado el apoyo de algunos de los supermercados de la zona, que también se han implicado en la tarea y pagan trabajos adicionales de limpieza. El esfuerzo ha tenido recompensa ya que el aspecto de Las Californias ha mejorado. «La limpieza suele tener un efecto más disuasorio que las multas. Si tu ves que todo está limpio, es más probable que te de vergüenza tirar tu bolsa al suelo y vayas hasta un contenedor a depositarla. Si lo ves sucio, te da todo igual», afirma la concejala.

Ante los continuos problemas de suciedad que generaban los camioneros, el Ayuntamiento prohibió aparcar en la zona en 2019. Pero ni las señales ni el riesgo de sanciones consiguió que los transportistas cambiaran de costumbre. Son muchos los que siguen parando en ese punto para descansar, aunque ahora su presencia ya no resulta tan molesta.