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Raúl Canales
Miranda de Ebro
Martes, 29 de abril 2025
El apagón nos ha mostrado la vulnerabilidad de un sistema en el que sin luz, todo se paraliza. Miranda fue recobrando ayer la normalidad... y ... el móvil. Y es que las principales colas a primera hora de la mañana no estaban en los supermercados sino en la tienda de Movistar, la compañía que más problemas tuvo para restablecer el servicio. «Sin internet y sin teléfono parece que estamos perdidos cuando hace veinte años nadie tenía uno en el bolsillo. Ahora no sabemos vivir sin él», lamentaba un señor que esperaba a ser atendido. Otros expresaban sus quejas de manera más enérgica ante la imposibilidad de comunicarse desde el lunes.
Pero más allá de la dependencia personal, para muchos trabajadores, internet es una herramienta imprescindible. Sin conexión, los comercios no podían cobrar con datafono y el miedo de la gente a quedarse sin dinero provocó que algunos cajeros por la mañana tuvieran que recargarse con más cantidad de billetes de la habitual.
El efectivo ganaba ayer por goleada a las tarjetas. «Ha sido como retroceder unos años en el tiempo porque casi todo el mundo trae dinero en mano», aseguraban desde La Lechería, que la tarde del lunes la pasó como muchos otros comercios, mirando con nerviosismo las manecillas del reloj porque más de seis horas de apagón hubieran puesto en riesgo el género fresco que tenía en las cámaras. Por suerte, tanto la leche como los derivados lácteos aguantaron bien y no ha sufrido grandes pérdidas.
En los restaurantes ya se servían menús del día con normalidad mientras que en la carnicería Mariló el problema no estaba en la temperatura de los frigoríficos, que han aguantado sin contratiempos porque están preparados, sino en las dificultades para contactar con los proveedores y en conseguir ciertas piezas de carne.
Los mataderos no pudieron trabajar el día del apagón y eso ha generado escasez de pollos o conejos. «Las vacas las matamos el martes y miércoles por lo que no nos ha afectado, pero en los animales que se matan justo el día antes de servirlos, estamos más justos», aseguraba la propietaria, quien resumía con una frase lo que puede ser una de las reflexiones que nos deja el apagón. «Dependemos tanto de la red eléctrica y de la tecnología, que el lunes, el que tenía una bombona de gas y dinero en efectivo, era rico».
No solo alimentación y hostelería se han visto afectados. La falta de luz ha tenido impacto en todos los sectores, desde las grandes multinacionales al pequeño comercio.
Las floristerías están ante una de las semanas con más movimiento del año ante la proximidad del día de la Madre y para conservar las flores en buen estado es necesario un ambiente frío. «Son los días, junto a la época de Todos los Santos, que más trabajamos y todas tenemos la tienda llena porque los pedidos se recogen hasta con 15 días de antelación y tenemos que ir preparándolos», explicaban desde Espacios Verdes.
Una vez más el comercio local ha demostrado que tiene más flexibilidad para solventar la papeleta. «En muchas tiendas que no podíamos pasar la tarjeta y los clientes no tenían dinero, hemos tenido que dejar cosas fiadas a las personas de confianza y ya pasarán a pagar, algo que las grandes superficies no hacen», valoraban desde la asociación de comerciantes, confiando en que este tipo de situaciones haga ver a la ciudadanía la importancia del tejido local y de la compra de proximidad. «Al final, cuando vienen mal dadas, los que estamos cerca y nos ayudamos somos los vecinos de toda la vida», apuntaba la dependienta de una tienda de ropa.
Ahora el principal temor de los comerciantes es que la incertidumbre y el miedo a una crisis energética provoque que la gente se retraiga durante unas semanas a la hora de gastar. «Casi siempre que pasan cosas graves o catástrofes globales, los días posteriores se nota que hay menos movimiento porque inconscientemente, la gente guarda por si hay problemas. Es un miedo posiblemente infundado, pero suele suceder», apuntan.
¿Y los más previsores? ¿Los que el lunes corrieron a los supermercados a por víveres por si acaso? «Hoy ya está la gente más tranquila y no se tiran como locos a por el agua y las conservas», afirmaban desde un a gran superficie. La mayoría de supermercados las pérdidas habían sido muy escasas porque están preparados para que las cámaras aguanten varias horas el frío y algunas incluso cuentan con generadores que les permitieron tirar unas horas más mientras que regresaba el suministro.
En los bazares, las velas ayer ya no eran el producto más demandado, como en la tarde del lunes ante la posibilidad de que a la noche no hubiera regresado la luz.
Miranda, como todo el país, fue recobrando ayer la normalidad y dejando en una anécdota el apagón histórico aunque las consecuencias y las molestias todavía tuvieran su eco ayer en algunos asuntos cotidianos. También el miedo a coger el ascensor. «Estos días subiré caminando y así me pongo en forma», ironizaba un vecino.
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