El del embotellado de Stimel es uno de los dos proyectos que la empresa tiene en marcha en la ciudad. Avelino Gómez

Azucarera pondrá en marcha en un mes su envasadora de abono líquido de remolacha en Miranda

La nueva planta, que arrancará dos meses más tarde de lo previsto, puede embotellar 1.800 litros por hora

Cristina Ortiz

Jueves, 27 de junio 2024, 01:07

Azucarera pondrá en marcha en un mes la nueva planta envasadora de abono orgánico que está ultimando en el complejo junto a la Carretera Nacional. ... A finales de julio, si no surge ningún contratiempo, empezarán a llenarse las primeras garrafas con el derivado de la remolacha convertido en fertilizante líquido de uso agrícola.

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Inicialmente, en el plan de crecimiento de la empresa en Miranda, estaba previsto que la nueva instalación estuviera operativa en mayo; pero, al final, arrancará dos meses más tardes de lo marcado en el calendario. Y es que algunas modificaciones que se han tenido que llevar a cabo en la planta y un problema surgido con uno de los equipos de la nave han retrasado el arranque de la actividad.

La previsión con la que trabajan en la factoría remolachera es que la maquinaria de la envasadora «llegue en 10 días» y en cuanto se hagan las pruebas oportunas y se compruebe que todo funciona correctamente, empezar a operar. «Es cuestión de días», apuntaban desde la empresa, que prevé que antes de que concluya julio esté en marcha.

La nueva planta permitirá a Azucarera completar el ciclo de valorización de la remolacha sin depender de un tercero. Hasta ahora, el abono líquido que se venía generando en la fábrica mirandesa salía en cisternas para su envasado por un tercero, una empresa ajena a la multinacional remolachera, con la que se contrataba ese servicio.

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La puesta en marcha de la nave de Miranda, la primera envasadora propia de Stimel (nombre comercial del producto), va a permitir controlar todo el proceso y hacerlo en el mismo lugar donde se produce, sin tener que computar tiempo y gasto por desplazamiento, además de reducir la huella medioambiental.

La nueva construcción del complejo tiene 252 metros cuadrados de superficie y capacidad para embotellar 1.800 litros de abono líquido por hora, lo que supone una capacidad anual de 7.500 toneladas. Un producto que se va pasar, en principio, a garrafas de 5 y 20 litros de capacidad, aunque el objetivo es «poder atender la rápida expansión internacional del negocio, así como la fabricación de nuevos productos y referencias, con el objetivo de dar el mejor servicio posible a nuestros clientes y colaboradores», explicó Francisco González, director de ventas de Betalia, empresa vinculada a Azucarera y dedicada a exprimir al máximo el valor de la remolacha; que considera «un hito» para la empresa la puesta en funcionamiento de la envasadora, al dejar de depender de terceros para ese proceso final antes de la comercialización.

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«Ahora podremos responder a las necesidades de nuestros clientes, cada vez más numerosos, de una manera rápida y eficaz. Stimel se ha convertido en un producto muy demandado por el sector hortícola, donde está dando grandes resultados, pero también en el sector remolachero, nuestro sector. No podemos olvidar, además, que estamos hablando de un fertilizante orgánico con lo que convierte en más sostenibles los cultivos», incidió González.

Ensayos

Afirmación que la empresa quiere trasladar a cifras y datos más concretos a través de los resultados que se obtengan de los ensayos que se están desarrollando en campos destinados al cultivo de esa raíz situada en el centro de su negocio.

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Azucarera ha invertido 73.800 euros en la construcción de esa nueva nave de 252 metros cuadrados destinada a albergar la envasadora. Un proyecto para el que recibió licencia municipal de obras en abril de este año.

Pero, aunque importante, no es la inversión de mayor calado de la compañía en la ciudad, donde ha iniciado la inversión de 27 millones de euros para ampliar la estructura e instalaciones de la fábrica de Miranda, de cara a multiplicar por cuatro su producción de azúcar a partir del verano de 2025, que es cuando está previsto que concluyan las obras.

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El reto de una industria, que el próximo año cumple un siglo de actividad en la ciudad, pasa por alcanzar una capacidad de 250.000 toneladas de azúcar gracias a la expansión de la superficie de cultivo de remolacha en la zona –aquí llega raíz de Álava, La Rioja, varias provincias de Castilla y León, Navarra y Huesca– y también de la actividad de refino de azúcar de caña.

El nuevo proyecto busca hacer de la fábrica un «centro flexible» capaz de trabajar con dos productos agrícolas distintos y de contribuir a incrementar la producción en un país deficitario en la producción, que produce la mitad de lo que consume.

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