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Raúl Canales
Sábado, 19 de abril 2025, 23:03
Cada vez que se levanta el telón del Apolo, Miranda agranda su historia. José Sacristán, Juan Echanove, Fernando Tejero, María Galiana,... cada fin de semana ... los rostros más conocidos del teatro nacional desfilan por la ciudad gracias a una programación que nada tiene que envidiar a las grandes capitales, un milagro cultural que empezó a gestarse en el cambio de milenio aunque no fue hasta el 8 de mayo de 2015 cuando se hizo realidad. Ese largo camino para restaurar un edificio emblemático pero que estaba totalmente abandonado estuvo repleto de esfuerzos para conseguir los fondos necesarios para acometer la obra.
El honor de pisar las tablas en el estreno le correspondió al elenco de 'Jugadores' y el de cortar la cinta a Fernando Campo, el alcalde que puso todas las fichas a un proyecto con el que muchos eran escépticos pero que se ha acabado convirtiendo en el mejor legado de su mandato. Y es que diez años después de la reinaguración, la sala tiene un reconocido prestigio en el mundillo cultural. «Es una pequeña Bombonera», aseguran desde el departamento de Cultura, comparando el ambiente que se respira en el teatro con el del mítico estadio argentino de fútbol. El tamaño del Apolo hace que los actores sientan el calor del público, una cercanía agravada porque casi todas las localidades están en el patio de butacas. Los anfiteatros tienen un aforo residual y en algunas funciones ni se venden los asientos con poca visibilidad.
Los 7 millones que costó la obra (el Ayuntamiento puso el 10% y el resto lo financiaron el Gobierno y la Junta) pueden considerarse bien invertidos si se analizan el resto de números que resumen la exitosa trayectoria del Apolo. La media de espectadores ronda el 70%, el presupuesto aproximado es de 300.000 euros anuales, han pasado más de 250.000 espectadores por la sala en estos años y hay 600 personas con el carné de amigos del teatro que reciben la agenda en primicia y que tienen descuentos en la compra de localidades. «No hemos querido hacer nunca abonados de temporada para facilitar la rotación de público porque traemos espectáculos muy diversos», explican.
Para conseguir que las principales compañías teatrales incluyan al Apolo en sus giras, la ciudad cuenta con aliados. El técnico municipal ha tejido una red con otras salas de la comunidad para negociar de forma conjunta y para repartirse el trabajo de ir a ver previamente las obras. Eso abarata los costes y aumenta la probabilidad de acertar con la programación ya que nadie se sube a las tablas si no ha pasado el filtro previo.
«Hemos dado un salto de calidad enorme porque la Casa de Cultura nos limitaba mucho. A los grandes espectáculos teníamos que renunciar directamente por no poder cumplir con las características técnicas de los montajes», explican desde el departamento. Ahora se ponen en escena un centenar de funciones por año, todas con un cartel de lujo aunque «cuando el reparto cuenta con un famoso se nota el tirón, a pesar de que casi todo lo que hacemos viernes y sábado tiene buena respuesta de la gente. Los jueves nos cuesta un poco más porque no hay tanta tradición», aseguran.
Musicales, comedia, drama, conciertos, ópera,... la programación contempla todo tipo de espectáculos para todas las edades. La novedad que más crecimiento ha experimentado en los últimos tiempos es el teatro para bebés, que suele colgar el cartel de sold out. Carlos Nuñez, El Brujo o Lolita Flores son también lleno asegurado y por eso figuran entre los artistas que más veces han pasado por el Apolo.
Pero en esta década jalonada de ovaciones cerradas, también ha habido malos momentos. El peor fue la pandemia, porque el sector cultural fue uno de los más golpeados por el coronavirus. La primera función con todas las medidas de higiene y distancia social solo congregó a 45 espectadores, «pero era necesario hacerla y demostrar que íbamos a seguir».
Superada la crisis sanitaria, el teatro Apolo no solo ha mantenido su afluencia sino que ha dado un paso al frente. Un simple vistazo a las actuaciones de los últimos meses (Ara Malikian, Luisa Martín, Pepón Nieto, Juanjo Artero,...) dejan claro que es una sala de referencia.
¿Un sueño imposible? «Siempre se nos ha resistido Joaquín Sabina», confiesan desde Cultura con la satisfacción de haber superado con nota casi todos los desafíos. Para los trabajadores municipales el mejor aplauso a su labor es ver la sala llena y recibir el halago de los actores al acabar. «Todos se van contentos con el trato y la mejor prueba de que no mienten es que la mayoría repite», remarcan.
El mejor deseo para el futuro, es que el Apolo siga celebrando aniversarios. Toca brindar pero no por diez años, sino por otros cien de cultura con mayúsculas. Como se dice en el argot: ¡mucha mierda!
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