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La hora de la comida en las casetas fue uno de los escasos momentos con silencio en La Laguna.

Lo dieron todo hasta el final

Las cuadrillas vivieron con intensidad el último de los actos multitudinarios de unas fiestas que se despiden hoy

salvador arroyo

Martes, 10 de junio 2014, 02:00

El Lunes de San Juan del Monte lleva planificado desde hace décadas como la última jornada en la que hay que darlo todo. Las fiestas por excelencia de Miranda encajan desde este inicio de semana, como un auténtico cierre a la toma masiva de las calles y de la propia Laguna Sanjuanín es otra cosa;es jornada de transición. Ayer, como siempre, la multitud se entregó en el paraje. Cientos lo hicieron desde primera hora de la mañana para llegar en autobús o a pie con el ánimo por las nubes y preparados para seguir la liturgia de la misa en la ermita.

Otros (la mayoría) comenzaron el ascenso mucho más tarde, después de un buen desayuno y varias botellas de agua con las que aplacar la resaca de la noche anterior. A eso de las 12.30 horas, las colas eran visibles en la calle Los Almacenes, donde la empresa Ángel Herrera tenía marcada la salida de sus autocares. Este año a 2 euros, uno menos que el anterior. El mismo precio que Autobuses Barredo, que eligió la estación como punto de partida. La competencia entre ambas dio a los mirandeses opciones de elegir hace un año la oficial vendió el billete más caro y casi hubo desbandada.

Mientras se producía esta situación en la ciudad, en la ermita, a decenas de kilómetros los últimos, endiabladamente cuesta arriba, Alberto Pereda oficiaba una misa en la que apelaba a la «solidaridad» del pueblo de Miranda. Su sermón lo cerró con vivas a San Juan, a los mirandeses y, «pese a la derrota», también al Mirándés. La temperatura en la cima era asfixiante. El calor caía tan a plomo que provocó algún que otro desvanecimiento.

Bacalao

Con el final de los actos litúrgicos llegó la degustación del bacalao. Llegó hasta donde llegó. Las autoridades y miembros de la directiva cofrade fueron invitadas «al de arriba, que esta buenísimo». El delegado de la Junta en Burgos, BaudilioFernández-Mardomingo; y el de Palencia, Luis Domingo González, se unieron al alcalde, Fernando Campo, y a varios concejales de distinto signo. Escasa presencia institucional de las administraciones autonómica y provincial que, a buen seguro, se corregirá en 2015. Es año electoral y, previsiblemente, la fiesta sanjuanera se celebra una semana antes de la fecha más probable de los comicios. ¿Maldad o verdad verdadera?

En su descenso, y mientras se cursaba invitación a las sedes de diferentes cuadrillas, el buen rollo entre los políticos iba creciendo. El alcalde no dudó en bromear con Irene Cortés, presidenta comarcal del PP cuando se llegó a la última de las paradas, Los Rondas. Antes se había atrevido con un bailable rápido con la señora Ana, que quedó encantada con la anécdota.

Mas desinhibidos estaban los sanjuaneros. Con el rimo de las charangas a todo meter en La Laguna y zonas aledañas o bien se bailaba (con el vaso en la mano), se departía (también con vaso)o se preparaba un rápido tentempié para engañar al estómago hasta la hora de la comida. Aún bajaban desde la ermita los más rezagados. Uno de ellos, veterano, lo hacía con paso firme, pero despacio. ¿Su explicación? De peso:«Subiendo duele el pecho; bajando, las rodillas; llameando, los tobillos; y, en la cama, las costillas». Sabiduría del romero. Ahí queda eso.

La tarde se arregló con unas nubes que generaron enorme alivio. Hubo ratos para dormitar tras la comida, para seguir refrescando el gaznate y para bailar. Hubo tiempo para todo antes de que sonara la bomba que anunció la bajada a la ciudad, pasadas ya las ocho de la tarde.

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