Una mujer en un mundo de hombres

Hoy se cumple el décimo aniversario en el que llevamos a cabo la proeza de coronar las 14 × 8000 de Edurne Pasaban. Tuve la suerte de estar junto a ella en los cinco años finales del proyecto y en sus últimos seis ochomiles, donde se forjó una gran amistad y una familia para toda la vida.

Como en casi todos los ámbitos, hubo quien quiso torpedear y desmerecer ese logro. El nombre de Edurne siempre estaba unido a coletillas como «le suben»... si no era en boca de algún periodista lo era de alpinistas... Hoy es el día que me sigo preguntando por qué tanta animadversión, cuando Edurne si ha sido algo es una mujer honesta. Siempre supo de sus limitaciones y siempre afrontó el proyecto de cara y con las cartas boca arriba.

Pude ver la transformación de una chica de Tolosa, desde sus orígenes hasta hoy en día. Sufríamos cuando Edurne lo hacía y reíamos cuando las cosas nos iban mejor. Porque éramos un equipo. Un grupo de amigos en torno a un proyecto común; su catorce ochomiles.

Esa chica humilde y cercana llevo a cabo un reto difícil y arriesgado donde por el camino tuvo que afrontar un sinfín de obstáculos añadidos a los que un reto como ese conlleva solo por el hecho de ser mujer. A pesar de sus baches anímicos, de la rivalidad y de tantas críticas por el estilo, el equipo... Al final, la sensación que me queda es que se le exigió demasiado solo por ser mujer y por desgracia siento que fuera de casa se le quiere más que aquí. Pero hoy es un día para la alegría y celebración por lo ocurrido hace diez años y no tengo más que palabras de agradecimiento y admiración hacia Edurne. ¡Zorionak Edurne!