50 años derribando todas las barreras
ARPS celebra su medio siglo de trabajo por la integración de las personas con discapacidad intelectual
MARÍA MUÑOZ
Lunes, 17 de marzo 2014, 18:09
En 1964, un grupo de padres «agobiados y deseando sacar a sus hijos de casa para que fueran ciudadanos», decidieron dar un paso adelante y crear la Asociación Pro Personas con Discapacidad Intelectual (ARPS). Fue una decisión «valiente, en un país que entonces era muy humilde y difícilmente se preocupaba de las personas con discapacidad», explica el presidente de ARPS, Santiago Urizarna. Les dieron acceso a la educación y, con el paso de los años, el colectivo cumplió otras expectativas, como abrir el mundo laboral a estas personas y darles la posibilidad de vivir de forma autónoma en muchos casos.
En su nacimiento, ARPS tuvo un particular 'pozo de los deseos' que después, reproducido en huchas, servía para recaudar fondos para comenzar una labor difícil (no había una respuesta a las necesidades de este colectivo ni desde las instituciones ni desde la sociedad) pero cargada de ilusión. Este año, la asociación celebra su 50 aniversario y lo hace con el lema 'Seguimos cumpliendo sueños'.
Y es que este colectivo, el de mayor recorrido de La Rioja, no solo logró su objetivo primigenio al inaugurar, en 1965, el colegio Los Ángeles, primer centro de educación especial de la comunidad, sino que creó una red integral que atiende y apoya a las personas con discapacidad intelectual durante toda su vida.
En 1975 se abrió el primer centro laboral y la primera residencia de semana especializada y en 1989, en Calahorra, el primer centro especial de empleo. Ya en el 2000 y 2001, la ciudad riojabajeña reunió en el centro Áncora los servicios de centro ocupacional, especial de empleo y centro de atención diurna.
En los últimos años, ARPS ha completado sus infraestructuras con el centro de día Domingo Ochoa y la residencia Los Valles, ambos en Logroño.
En total, casi 300 personas se benefician de los servicios de este colectivo, que cuenta con 148 profesionales para atender sus servicios (colegio, talleres ocupacionales, centros de empleo y residencias) en Logroño y Calahorra.
En estos cincuenta años, ARPS ha cambiado mucho, «igual que la sociedad». «De una situación difícil de estar en casa a ser ciudadanos como los demás», cuenta Urizarna. El objetivo de la entidad es mantener sus servicios, apoyos e instalaciones. Pero sus retos van más allá. Pasan por incluir a las personas con discapacidad intelectual «en todos los niveles: en el deporte, el conocimiento, la música, en el vivir independientemente, en tener un trabajo quien lo pueda tener...»
Urizarna sabe que los miembros de la asociación «hacen un gran esfuerzo para superar su situación de desventaja y seguirán luchando durante toda su vida por sus dificultades físicas, motoras, del lenguaje, del conocimiento, de la expresión...»
El esfuerzo de ARPS es que ellos sean «igual que los demás». Y Urizarna asegura que, al menos en lo que respecta a la integración social, se ha logrado. «Nadie se asombra de verlos en nuestras calles, en espectáculos... Ellos perciben muy bien el arte, viven las alegrías y las manifiestan, se hacen querer», asegura. Y puntualiza que el hecho de que en La Rioja se viva tanto en la calle ha ayudado a esa integración social de estas personas.
Pero aún hay campos donde se debe mejorar. Uno de ellos, el laboral. Desde ARPS se hace un llamamiento al empresariado riojano «para que confíe y nos dé la posibilidad de demostrar que estas personas, con un apoyo adecuado, podrían estar trabajando en muchas empresas, sobre todo en la industria». «Somos los grandes desconocidos en el mundo del trabajo», opina.
Otro de los retos que quedan pendientes son los mayores de 65 años, que tienen que ir a una residencia 'normalizada'. Urizarna aboga por encontrar también otras respuestas de cara al futuro. Pero por encima de todo, asegura que ARPS «puede dar la seguridad a la familia de que vamos a atender a estas personas hasta el fin de sus días, de que van a ser de los nuestros. Todos son hijos de esta asociación».
Uno de los proyectos que tiene en marcha el colectivo, que Urizarna califica como «revolución en el mundo de la discapacidad»: se trata de los planes de vida, proyectos individualizados para cada una de estas personas mediante los cuales la asociación «intente favorecer y ayudar a que cada uno cumpla sus sueños».
«Las instalaciones están hechas, los servicios están completos y ahora hay que trabajar más directamente con la persona para sacar eso que tiene dentro», explica. Es la propia persona la que gestiona ese proyecto de vida con la ayuda de su familia y de la asociación. «Ellos tienen claro ese proyecto y no vamos a trabajar solo con los que tienen más autonomía, sino con los que tienen más dificultades de lenguaje, por ejemplo», subraya.
La crisis económica ha pasado factura a las posibilidades de empleo a las que puede acceder el colectivo. Afortunadamente, la concertación de servicios con la comunidad «siempre se ha respetado».
En el lado positivo de los últimos años, Urizarna pone el enorme desarrollo de las nuevas tecnologías, que permiten infinidad de posibilidades de aprendizaje, intercambio de experiencias y proyectos, etc.