«Ni me he planteado dejar de ser Celedón este año: quiero marcharme en activo»
Gorka Ortiz de Urbina afronta su segunda Blanca en blanco con un tremendo síndrome de abstinencia. Está casi convencido de que la jarana volverá en 2022 «tal cual era»
Está taciturno, mira la balconada como alma en pena y esos ojos azules se le tornan acuosos. Celedón está de bajón. Más que ese momento ... de sumergirse en un mar de gente, más que alcanzar la balconada, más que esa sensación de sentirse, por unos instantes, el tipo más admirado de por estos lares, al morrosko de Zalduondo, a Gorka Ortiz de Urbina, al mito y al hombre, lo que más le aflige es esa sensación de no «poder ser una vez más el portador de la alegría, de no llevar la felicidad a la gente». Y esto, que puede llegar a sonar cursi, lo suelta así, con una pena terrible. A él, un tipo hecho y derecho, hasta le tiembla un poco la barbilla. Está emocionado de verdad ahora, en esta conversación en la que se vacía y se reconoce como un tipo vulnerable. «Esta sensación que tengo, de no poder salir otro año más (suspira-traga saliva), nadie la puede entender. Es muy duro, esa adrenalina que sentía es... una droga dura». Y él tiene un monazo. Lleva fatal el síndrome de abstinencia.
-¿Hasta qué momento pensaste que sí, que este año íbamos a tener unas fiestas más o menos parecidas a las de siempre?
- Pues hasta que dijeron que no se iban a celebrar los Sanfermines, que son el referente. Yo tenía la esperanza hasta el último momento, pensaba que eso que nos contaban de que íbamos a estar el 70% vacunados para el verano nos iba a permitir celebrar las fiestas. Pero no.
Ahí están las albarcas y la txapela, en el perchero, el uniforme oficioso de la fiesta, planchado, con bolitas de naftalina, porque, a este paso, hasta se le va a apolillar. Y el caso es que le ves ahí y quizás (sólo quizás) igual la blusa le habría tirado un poco de la sisa más de la cuenta y al pantalón milrayas habría que haberle sacado un poco de la cintura este año. «Pues sí, sí que he cogido algún que otro kilo de más, como nos ha pasado a casi todos durante la pandemia, ¿no?», reconoce sonrojado ante el comentario impertinente. «Y, sí, también es cierto que los 97 kilos que pesaba cuando empecé ahora se han convertido en tres cifras». Es un tipo coqueto él.
«Es una decisión que no tomo yo. Tiene que ser un blusa, tener paciencia y buena planta»
Los kilos le pesan y los años, también. Gorka está a punto de cumplir 50 años. A claro, «pero yo me veo con ganas, con actitud para seguir adelante». «Evidentemente, para el año que viene voy a tener que estar en mejor forma. Si me hubiera tocado pasar la plaza, no sé si hubiera estado físicamente en condiciones», sonríe.
- ¿Qué queda de aquel pipiolo soltero que se echó a la plaza la primera vez?
- Nada, absolutamente nada. Soy la misma persona, claro, pero la vida te va enseñando las cosas. He aprendido que este es un cargo de responsabilidad. Eres un personaje público y tienes que guardar las formas, que, seguramente a lo largo de estos 19 años he metido la pata más de una vez, que es algo que he ido puliendo.
A quien más, quien menos, en este tiempo a todos nos ha hecho 'clack' algo, hemos reparado en que nuestras vidas necesitan un cambio, quizás darle un soplo de aire fresco a nuestra rutina, quizás tomar otro rumbo... ¿También le ha pasado a Celedón? «Pues más que a él, que está muy claro qué tiene que hacer, el día 4 y después durante las fiestas, sí a mí», reconoce. «En este tiempo he sido muy consciente de lo importante que es la salud y también de que soy muy vulnerable: creo que, como todos, esto me ha hecho vivir un cambio personal».
Él siempre ha prometido que jamás iba a superar en «el cargo» -así lo llama él, porque, sí, es muy consciente de que el suyo es un puesto temporal y para nada dinástico- a su sucesor, que se tiró 21 años celedoneando. Pero, avisa, a día de hoy, «solo llevo 19 años, 19 bajadas, porque yo cuento los partidos jugados, no los convocados».
- ¿Has pensado en retirarte?
- Ni me lo he planteado. No me gustaría retirarme sin hacerlo en condiciones, a todo el mundo le gusta, volviendo al símil del fútbol, marcharse en un partido, y si puede ser, glorioso. Mínimo un año o dos, que es lo que me tocaba, me gustaría estar. Depende de a quién se le pregunte, igual dice que sí que he sido Celedón durante este tiempo, pero yo tengo claro que no, que no he ejercido.
- ¿Has llegado a percibir en algún momento que te han intentan mover la silla, quitarte el trono?
- No. Pero es verdad que durante mi andadura como Celedón he tenido sombras y luces. Pero supongo que es el precio, es un puesto muy bonito pero que despierta también el peor lado de alguna gente. No quiero decir la palabra envidia, pero este puesto te da acceso a situaciones y a gente que, de no ser Celedón, jamás podría haber conocido.
- De cara a esa sucesión, ¿encuentras algún 'celedonable' a tu alrededor?
- Eso es algo que no tengo que decidir. Es verdad que yo soy uno de los que tienen voto en la decisión, pero es un tema de la comisión de blusas y neskas. Siempre ha sido así.
- Pero, a tu juicio, ¿qué características tiene que reunir el futuro Celedón?
- Creo que lo mismo que me pidieron a mí: ser blusa, tener una cierta planta, porque pasar la plaza conlleva lo suyo y también paciencia, porque esto requiere muuuucha.
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- Dices blusa, ¿y por qué no neska? ¿No ha llegado el momento de tener una 'Celedona'?
- Bueno, yo no lo descarto. Repito que es algo que no me toca decidir a mí. Habrá alguno al que le digas que tiene que ser una neska y se rasgará las vestiduras y habrá quien piense que una neska tiene el mismo derecho a ser Celedón que un blusa. Yo creo que todo llegará con el tiempo.
- ¿Y te puedes imaginar a un Celedón trans?
- (Piensa)... Esa es la sociedad en la que vivimos, ¿no? Nosotros también tenemos que evolucionar con la sociedad.
- Pero, ¿de verdad crees que los blusas también están, estáis evolucionando?
- Creo que sí. Cada vez hay más neskas en las cuadrillas, se ha logrado incorporar a más gente joven, que era un problema que teníamos hace cinco o siete años y ahora hay cuadrillas que hasta tienen lista de espera. Entre los blusas, como en todos los colectivos, claro que ha habido cafres. Hemos tenido mala imagen por cuatro impresentables, pero creo que hemos evolucionado. Un ejemplo muy claro está en el no a la violencia machista, que los blusas asumimos desde el minuto uno. Estoy convencido de que una cuadrilla es el reflejo de la sociedad.
- ¿Crees que las cuadrillas, sobre todo entre los grupos de más edad, se crea un clima propicio para que alguien, por ejemplo, se declare abiertamente gay o lesbiana o intersexual o queer?
- Pues no sé si para que alguien se abra a contarlo... primero porque, ante todo, esa una decisión de uno mismo, pero yo creo que no tendría por qué pasar absolutamente nada. En mi caso, si eso sucediera, estoy convencido de que sería mi amigo, que mantendría la misma complicidad.
- ¿Se favorece la diversidad en las cuadrillas?
- Hoy por hoy, es verdad que igual es algo todavía... complicado. Pero, insisto, creo que estamos evolucionando. Todos tenemos que hacerlo.
«Me pasarán por encima»
- ¿Cómo crees que será la Bajada, si la hay, de 2022?
- Yo creo que será muy parecida a la que viví el primer año. Estoy convencido de que la gente me va a pasar por encima. Todos vamos a tener muchísimas ganas de fiesta. El coronavirus nos ha quitado dos años y esto es muy duro, sobre todo para la gente muy joven que, creo, se han comportado como campeones durante todo este tiempo aunque, ahora igual sí que se han salido un poco del tiesto...
- ¿Los comprendes?
- ¡Claro! Si esto me pasa a mí con 18, no sé cómo lo habría vivido. ¡Si en esa época estábamos todos en la Cuesta todo el día! Es una edad que no vuelve, yo los recuerdo como ese momento de estar con amigos, de disfrutar, de conocer a chicas y a ellos se les ha cortado.
- ¿Ha llegado el momento de repensar La Blanca?
- Todo puede ser, pero hay cosas que no se pueden cambiar. Por ejemplo, La Bajada, su esencia, no tiene sentido tocarla.
- ¿Tendría sentido una plaza con control de aforo, sin tocarnos, con distancias, en definitiva, una Bajada aséptica?
- Eso sería muy difícil, casi imposible. Se quitaría la esencia de Celedón. Celedón pasa a tu lado, creo que ese es el espíritu, pero cómo será, al final, nos lo marcará cómo esté el virus el año que viene.
- Hay quien cree que la plaza se ha convertido el día 4 en territorio hostil, sobre todo para las familias.
- ¡Pero es que así ha sido siempre! Si tú ves la media de edad de los que están abajo, es de 16, 17, 18, 20... el que tiene niños se va a la Plaza Nueva o se queda en La Florida.
- ¿Qué le cambiarías a La Blanca?
- Igual son unas fiestas demasiado focalizadas en el centro. Me gustaría que salpicara más al resto de la ciudad, a los barrios, nosotros mismos, los blusas, deberíamos tenerlo en cuenta.
- Gorka Ortiz de Urbina será Celedón ¿hasta 2022, 2023 o hasta 2024?
- Hasta 2024, no. Y hasta 2023... es algo que tengo que hablar con mis íntimos. Uno mínimo, seguro. Quiero marcharme en condiciones, el año que viene y si la vida me respeta, aquí voy a estar.
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