El mejor oficio del mundo
6.000 blusas y neskas reclaman su sitio en esta emergente edición de La Blanca. No pararon durante este primer paseíllo en tres años, una espera demasiado larga
«Monstruo, pon que la pandemia no perdona». «No hombre no, que diga que la pandemia nos perdona, digo yo». «Vamos a ver, dejad que ... pregunte el chico y ya vemos qué decimos». Este diálogo de besugos entre tres blusas de Bereziak, algo dispersos para ser las 16.25 horas, refleja bastante bien la idiosincrasia del movimiento blusero, en obligado barbecho demasiado tiempo, y que este viernes rebrotó en toda su plenitud. 6.000 uniformados del desmadre -aunque a este plumilla le parecieron más- pusieron el tono y la temperatura ideales en su regreso a la primera línea de batalla festiva. Imparables desde el primer paso. Bienvenidos.
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Encarnan el alma de cualquier Blanca. Descaro, desenfreno, respeto y un aguante estomacal a prueba de bombas. Los blusas y las neskas. Un placer volver a verles. Ya lo decían esos tres 'berezi' autoidentificados como «Hermes Aldo, Martín Horacio y Fabricio» -algo nos dice que no eran sus nombres reales-; «cuidado que aquí estamos de nuevo».
Y vaya que si están porque cómo arrancó el paseíllo. Los Batasuna, esos irreductibles que cada 25 de julio desfilan con un burro de cuatro patas, sacaron de los establos para la ocasión a Artillero y a Alegre. 1.300 kilos cada uno, ahí es nada. Dos bueyes inmensos, mansos y fotografiados a más no poder. «¡Qué alegría, tú!», gritó Felipe, doctor honoris causa de esta cuadrilla sin par.
Por el 'blusómetro' de la Dato, también a rebosar de gentes ávidas de la normalidad robada, continuaron Los Martinikos. Mucha exaltación de la amistad en sus filas y un Iñigo Cuervo, otrora blusa modelo, algo bajo de baterías para ser día 5. Las malas lenguas nos chivan que se excedió 24 horas antes. Confiamos en un pronto resurgimiento del fino exescolta de San Viator.
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No se les notó cansancio alguno, más bien al contrario, a los Gasteiztarrak, con competición interna de carritos de bebé mientras una turba fiestera vociferaba el 'a por ellos, oé'. Les superaron en coordinación Los Bainas, que se sirven de un efectivo megáfono para subir, bajar, frenar, avanzar. Grandes.
«¡Pon música de fiestas, que nos vamos a dormir!», ordenó el barman Alfredo a sus camareros al paso de los Biznietos de Celedón. Su reaparición constituye otra de las buenas nuevas de esta ansiada edición.
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Un lehendakari
Buen músculo exhibieron los Basatiak, la única cuadrilla con lehendakari propio; Gaizka Toquero. Y atención, también presumen de una fenómena del reguetón en euskera; Kai Nakai. A ver quién iguala semejante par.
Con una temperatura agradable y el cielo encapotado, Los Alegríos se pasaron de formalitos. Se lo perdonaron por su furgoneta tributo al Equipo A, que mola demasiado. Por cierto, en sus filas se les coló una novia, con velo incluido.
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Sorprendió el escaso 'bling bling' entre las columnas bluseras. Alguna piedra preciosa en la cara y poco más para desgracia de los innumerables vendedores ambulantes que pueblan estas fechas «la capital artificial de un país singular», que entonaban los Potato.
«Alcohol, alcohol, hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual», sentenciaron los Hegotarrak, bastantes de ellos con sospechosas gafas de sol. Su declaración de principios se da por buena de aquí hasta el ahora lejano martes 9. Pero siempre con un puntito de moderación, por favor. Un botón. «Anoche era un tigre, hoy soy un ratón», admitió un integrante de Zintzarri que solicitó el anonimato por «vergüenza torera».
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El de rosa de Petralak
En esta triunfal 'reentré' hubo otras novedades, como la motorizada irrupción de los Petralak. Hasta dos artilugios diferentes presentaron. Sin embargo, la atención la copó su componente masculino ataviado con una rompedora blusa rosa. Sí, rosa. Igual abre una nueva vía de moda para salirse de los tonos azules y negros o de los cuadros. Veremos.
Si nadie duda de los 6.000 hijos de la farra que saltaron a las calles con faja, pololos y abarcas, tampoco debería ponerse en entredicho que, al menos este viernes, los Gautarrak fueron legión. Muchos, muchísimos.
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Poco antes de las seis de la tarde hicieron su aparición estelar los de Akelarre, los últimos en sumarse a esta bendita locura sin parangón. Colocaron un fiero tigre de peluche sobre su furgoneta. Sus pegatinas fueron las más solicitadas de la tarde. Con enorme diferencia.
En los complementos, eso sí, tampoco brillaron demasiado las novedades. Mucha gafa de sol de mercadillo, alguna gema de saldo, la careta de Batman y ¡una espigada planta de bambú! colada por los de Galtzagorri. Durante el trayecto por la Dato la trataron con sumo cuidado. Vaya trabajo el de blusa o neska. El mejor oficio del mundo entre el 5 y el 9 de agosto.
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