Una pionera con el reto de aprender a bailar el aurresku

A ella lo de ser neska le corría por la sangre. Su padre Pruden formaba parte de la cuadrilla Los Cachorrillos del 6 y ella no se perdía unas fiestas de La Blanca con su grupo de amigas desde que era adolescente. Vestida con el traje de arrantzale o el clásico de topitos blancos, «no nos perdíamos las verbenas de Joselu Anaiak en la plaza Nueva». Un día de fiestas se reservaba para ir a las barracas con la familia y otro con las amigas y reponía fuerzas con los bocatas del San Marcos. Todo el día en la calle. «Salíamos por la Cuchi y por el centro», dice recordando aquellas noches de parranda en el Okendo, el Soinu, el Aldapa, el Barrón, el Rojo o el Segundo.

Begoña fue también de las primeras mujeres en salir en la Tamborrada en el año 1992, y da la casualidad que gracias a eso está hoy en Bereziak. «Conocí a mucha gente de la cuadrilla en la Tamborrada y años más adelante, cuando yo iba como espectadora al paseíllo me sacaban y me iba con ellos». Por eso, cuando surgió el tema de formar parte de una cuadrilla no hubo duda sobre cuál tenía que ser. «Nos fuimos las cinco chicas a Pinedo a elegir los trajes y nos decidimos por el verde para ir a conjunto con los chicos», explica. Recuerda vivir aquel primer año «muy arropadas, con mucho respeto por parte de los compañeros y con muchas risas». Con los años se ha convertido en 'la jefa de las chicas', como la conocen en la cuadrilla. «Me encargo de recibir a las nuevas y siempre les digo que si tienen algún problema acudan a mí. También les informo sobre la regla principal: siempre calzar abarcas o en su defecto alpargatas. Jamás zapatillas salvo fuerza de causa mayor».

En su cuaderno de anécdotas un buen puñado de ellas. Begoña nos comparte una de las primeras, aunque no es el mejor recuerdo ahora lo cuenta entre risas. «En mi segundo año en la cuadrilla me pisaron el pie durante el paseíllo y me hice un esguince. Me llevaron a Urgencias y tuve que estar 48 horas sin apoyar, pero en cuanto pasaron volví a los paseíllos. Eso sí... detrás de la charanga». Hoy en día, uno de los actos con los que más disfruta es la ofrenda floral a la Virgen Blanca del 5 de agosto. «Es un acto muy especial y emotivo para mí. Uno de mis retos personales es aprender a bailar el aurresku, para poder bailarlo ese día. Quizás cuando cumpla los 60 es un buen momento». Serviría también como homenaje a su hermana Nieves, que falleció a causa de una enfermedad. «Como lección de vida nos dejó la importancia de disfrutar al máximo cada momento».