La gran familia no ha olvidado bailar ni 'atizar'
La comparsa de Gigantes y Cabezudos reciben una calurosa bienvenida. «Lo echábamos de menos por los niños, disfrutan», comentan las familias
Son unos de los grandes protagonistas de las fiestas, pero además en el más estricto sentido de la palabra. Los gigantes y cabezudos estiraron ayer ... por fin las piernas tras tres largos años de espera que amenazaban con agarrotar las fornidas patas de esta docena de protagonistas y su infinito séquito. Y pese a que su firme e inalterable rostro no permitiese conocer su estado de ánimo, ayer esta gran familia de cartón-piedra y mimbre desprendía una radiante felicidad desde el principio. Fue abrir las puertas de la Musiketxea, su hogar, y darse fuera todo un baño de masas; el paseíllo no fue como el de Celedón, pero poco tiene que envidiar.
«Echábamos de menos que los pequeños también pudiesen revivir su momento más especial. Los padres nos alegramos viendo cómo disfrutan», comentaba Javier, con su hijo sentado sobre sus hombros para disfrutar con todo lujo de detalles el momento. O quién sabe si esa zona vip buscaba meterle aún más en el papel, pero lo que quedó claro es que no quitaba ojo a los gigantes. «Y los padres hoy nos sentimos también un poco más niños».
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«Mi hija de 15 meses no había vivido nunca esto. Está maravillada con los gigantes y cabezudos»
Las familias
Estos titanes -es asombroso cómo bailan con estas piezas de hasta 70 kilos- animan cada día el centro de la ciudad en su camino hasta la Balconada, al compás de la Banda Municipal de Música. «Se ha hecho larga la espera. La vuelta está siendo muy especial, con una muy buena acogida», confesaba Joseba Perea, responsable de la comparsa de Gigantes y Cabezudos de Vitoria. Un centenario grupo que ha recibido además la 'Abarka de Oro' y que agranda la familia. Porque 'La Vieja' y 'La Señorita' han vuelto al ruedo.
Y como era de esperar, estas dos 'debutantes' fueron el objetivo de muchas fotos. «Nunca ha tenido la oportunidad de vivir esto. Tiene escasos quince meses y está maravillada», comentaba Miriam Luciáñez, con la pequeña June en brazos. Cómo cuidaron los cabezudos a la cantera, no tuvieron la misma compasión con los más mayores. Descargaron por fin esas hambrientas botxintxas. Nadie se salvó. Tampoco los blusas y neskas que se encontraron a su paso.
«Tras una larga espera, la vuelta está siendo muy especial. La acogida está siendo muy buena»
Gigantes y cabezudos
La comparsa generó a su alrededor una atmósfera festiva pero también dieron pie a alguna que otra broma entre el público: «Bueno, yo llevo varios años viviendo con un cabezón, no he notado mucho la ausencia», reía Susana Prado, con Kerman Ortiz.
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