Rozalén, cuando la emoción no está reñida con la celebración
La artista albaceteña firma el concierto más multitudinario hasta el momento de las fiestas de Vitoria
Como era de esperar, el concierto de Rozalén fue -seguramente será- el más concurrido de las fiestas de Vitoria entre los celebrados en la ... plaza de los Fueros. Con público en los laterales, más allá de la grada, y hasta el frontón frente al escenario, la cita con la cantante y compositora albaceteña ha reunido este miércoles probablemente a más de 10.000 personas, a falta de la cifra oficial. La apuesta se saldó con 22 canciones en una hora y cincuenta minutos que dejaron una nota alta para gran parte de los asistentes, a quienes se vio derramar lágrimas, sí, pero también alzar sus móviles y bailar hacia el final del directo.
Suele contar Rozalén que estudió Psicología y se especializó en Musicoterapia, por lo que tiene el convencimiento de que la música puede conectar de tal manera con uno que promueva su bienestar. Desde la primera nota de 'Lo tengo claro', el tema con el que abrió la velada a medianoche, Rozalén demostró (valga la redundancia) que tiene recursos de sobra para enganchar tanto a seguidores como a quienes aún no lo eran. «Me hacéis sentir especial y parte de vuestra cultura y casa, y vamos a dejarnos la piel», dijo la artista, algo zalamera, que salió con su pañuelo a cuadros de fiestas y dijo que lo suyo tenía algo de «terapia y concierto». Entre el público, una mujer que no dejaba de llorar y darle las gracias a las artistas a grito pelado servía como estampa de muchos de sus pacientes.
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Acompañada por Beatriz Romero, intérprete de lengua de signos; Ismael Guijarro, guitarra y percusión; Samuel Vidal, guitarra; Goyo García, bajo; Oliver Martín, guitarra eléctrica; Tete Moragón, batería; y Álvaro Gandul, teclado y acordeón, el repertorio abarcó la canción de autor, la rumba, el folclore -vasco, asturiano y albaceteño, su «momento patrio»- e incluso el rap, con 'Mis infiernos', un tema en el que demuestra que también tiene 'flow' y que fue grabado junto al rapero Kase O cuya parte sonó enlatada. El hilo conductor fue su voz, con un timbre reconocible, lleno de quiebros, fraseos y giros intensos. «Gabon Vitoria, eskerrik asko», dijo al inicio. A la media hora lanzó una advertencia: «Mi intención es haceros llorar», dijo antes de abordar uno de los bloques más sobrecogedores del concierto. Misión cumplida. Las lágrimas de más de un asistente con 'Todo lo que amaste' tema arreglado por el director de orquesta Fernando Velázquez y que sonó a piano y voz, no dejaban dudas sobre esa capacidad de su música para conectar. Fue en un intervalo en el que cantó al duelo, con una versión del tema 'Xalbadorren heriotzean', que hizo que muchos encendieran el móvil como si fueran luciérnagas en la oscuridad. «Qué lengua preciosa tenéis», dijo. «He grabado ya cuatro canciones en euskera; todo empezó cortándome el flequillo y luego ya ha sido venirme arriba», bromeó divertida.
Pero más allá del recogimiento y los temas más lastimeros, la artista supo invitar a la celebración. Sobre todo en la parte final del concierto, cuando el escenario se transformó en una verbena pop con 'Que no, que no', 'Inés Inesita' o la ochentera 'El paso del tiempo'. No faltaron tampoco los gestos de significación social y política. Con 'Vivir', canción que habla sobre la superación del cáncer, invitó al escenario a varias voluntarias de la Asociación de Cáncer de Mama y/o Ginecológico de Álava (Assama), y justo antes de los bises, colocó un pañuelo palestino sobre el micrófono. «Que siga creciendo esta historia de amor que tenemos con Vitoria», pronunció antes de cerrar con 'Todo sigue igual', un tema dedicado a las cuadrillas en otro guiño a la celebración.
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