Celedón se entrega a La Blanca más 'green'
Vitoria se sumerge desde hoy en una diversión que lo empapará todo. Pero recuerda también que tiene un pacto ineludible con el respeto al medio ambiente
Judith Romero y José Ángel Martínez Viguri
Sábado, 3 de agosto 2019
Contaban de él las malas lenguas que tenía tendencia al pimple. Que lo de acodarse el bueno de Celedonio sobre la barra de una tasca ... en la 'Zapa' era costumbre de a diario y guiño al gusto por el tinto de Rioja Alavesa. Vaya usted a saber si aquello de lo que cuchicheaban aquellos perversos que no debían estar tan lejos del trago tenía o mucho o poco de cierto o más bien eran nefastas habladurías entre envidiosos. Pero a Celedón, ahora bien, le delata la bota de vino que cuelga de él, elemento inseparable de sus avíos, todos ellos esencia de una estampa rural extinguida. Que el cuero le deje en mal lugar ya es demasiado decir. Porque hasta la médica de atención primaria aconseja frente a los achaques una copa de buen morapio por día para sostener la salud.
Hace ya tiempo, años, que Celedón completó su formalidad, aunque le sigue gustando correrla, como escribió Ignacio Aldecoa antes de morir -hará 50 años este otoño-. «No viene de domingo, viene de batalla», advirtió del personaje tan ilustre literato para la posteridad. Pero nadie le puede negar al casero rubio de ojos azules su puntualidad. Desde 1957, cada 4 de agosto a las seis de la tarde, de acuerdo con el reloj y las campanas de San Miguel, ahí está con su paraguas en tarde plomiza, tieso, sonrojado, trajeado de faena, simpaticorro, para bajar consigo la fiesta desde el cielo y dejársela a sus paisanos, que gastarán de ella a su manera durante cinco días más siete horas. El noble aldeano de la Llanada llega hoy a Vitoria con su bota, por descontado, y su hatillo pero también se 'descolgará' por primera vez con un vaso ecológico. Porque corren otros tiempos, tiempos de sostenibilidad, de cuidado al medio ambiente que degradamos con malos hábitos cotidianos, de igualdad, de respeto al diferente y él, que se sabe observado por una muchedumbre desatada, tiene que dar ejemplo al vecindario.
De un tiempo a esta parte, el chupinazo se reinventa a mejor y con él las fiestas en honor a la Virgen Blanca. Por fin, el cava y el vidrio dejaron de ser un incordio y un peligro, tarde pero a tiempo, por el bien de todos tras consumir al puro. Después, quizás también con cierta demora, Celedón se puso del lado de las mujeres, contra esa lacra machista que no deja de ensangrentar las noticias con maldita frecuencia. Y desde hace menos tampoco se puede colar ya en la plaza triangular, la que palpita como si fuera el corazón de la ciudad, ni latas de refrescos ni otros elementos peligrosos ni nada que carezca de sentido en un jolgorio sano como el que se propone.
A cambio, para no perder el trago y su frescura, miles de vitorianos y visitantes dispondrán desde esta tarde de una monumental partida de 100.000 vasos reutilizables -elaborados con polipropileno, un material resistente- para beber con sentido 'eco'. A la idea de la Fundación Vital y el Ayuntamiento se han sumado más de treinta establecimientos hosteleros que venderán la unidad a un euro. Del cubo se podrá beber cuantas veces uno quiera. Los bares adheridos a la iniciativa también darán la oportunidad al cliente de cambiar un recipiente usado por uno nuevo o fregado previamente.
«Es la mejor alternativa para disfrutar de unas fiestas y fundamental para proteger el medio ambiente y controlar el tratamiento de residuos», expuso el pregonero Kepa Sojo, profesor y cineasta, en un artículo de opinión publicado el martes en EL CORREO. Él por de pronto espera «pasar unas buenas fiestas bebiendo con moderación en vaso reutilizable algunas cervezas locales, vino de Rioja Alavesa y txakolí alavés». Útil consejo. Se calcula que se pueden evitar así hasta medio millón de piezas desechables, el equivalente a un mastodóntico estercolero de plástico que devoraría la tierra por sí solo. Varias cuadrillas de blusas y neskas, cada vez más, concienciadas igualmente con parar el daño que se ocasiona al planeta, sorberán sus kalimotxos, cañas o cubatas de recipientes multiusos en paseíllos y chuflas por el centro.
El jueves, el alcalde, en su anual encuentro con Gorka Ortiz de Urbina para entregarle el paraguas y la bota con los que el fornido blusa reencarnará a Celedón en el camino a la inversa, también abogó por unas fiestas sostenibles. Gorka Urtaran animó a los ciudadanos a «dar lo mejor de nosotros y nosotras siempre desde el respeto en una triple vertiente: respeto a Celedón en la propia bajada, respeto a todas las personas y respeto al medio ambiente». La Green Capital Europea de 2012 aspira ahora con todo su arsenal verde, con argumentos como herbarios de hermosos, a su designación mundial -Global Green City Awards-, que se resolverá en septiembre en Etiopía. Vitoria no quiere un manchón festivo que arruine su postulado medioambiental.
Tampoco lo desea Gorka, el Celedón de cuerpo y alma, que lanza otro mensaje, este en favor del reciclaje. «Aunque las brigadas de limpieza hagan un buen trabajo, si no tiramos al suelo los desperdicios y los depositamos en los puntos amarillos o en las papeleras, su trabajo será aún más fácil». A las seis de la tarde, Vitoria enloquecerá, pero no debe olvidar, entre bocata de tortilla y katxi de cerveza, que también tiene un compromiso ineludible con la vida.
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Kepa Sojo, pregonero
Usar los vasos reutilizables. Me parece una idea fantástica. Cuestan 1 euro y ya habrá tiempo de tomar copas en cristal. Los vasos de supermercado son un error, porque no se pueden reutilizar y ese plástico no es recuperable. El gin tonic no sabe igual que en cristal, vale, pero un día es un día.
Jon Urresti, Fundación Vital
Usar el transporte público. Es importante hacer un esfuerzo para dejar en casa el coche. Las fiestas son más cómodas sin él, hay mejor ambiente, se puede pasear y podemos disfrutar de la ciudad. En una ocasión un coche me aguó la fiesta en La Blanca y no me gustaría que le pasara nunca más a nadie.
María Pilarek, Repostera
No desperdiciar comida. Ni en fiestas ni el resto del año. En negocios como el nuestro (The Velvet Bakery) tratamos de que no ocurra. Ajustamos las cantidades para tirar lo menos posible y, si acaba la jornada y no hemos vendido todo, tratamos de darle salida. Hay 'apps' que facilitan esta tarea.
Andrés Illana, Gaden
Respetar el arbolado. Hay que tratar bien a la ciudad, aunque uno esté de fiesta. Tras las noches festivas aparecen árboles dañados, ramas rotas y eso es algo innecesario, que no aporta nada a la diversión. Hay que ser respetuoso con los elementos comunes, el mobiliario y tratar de consumir menos plástico.
Karle Olalde, Bizikleteroak
Usar la bicicleta para ir al centro. No hay problema en hacerlo, los aparcabicis se refuerzan con nuevos huecos (por ejemplo en Olaguíbel) y así usamos un medio de transporte limpio y sano. El urbano o el tranvía también son buenas opciones. Desde luego, hay que dejar el coche en casa. Es innecesario y complicado de manejar en fiestas.
Luis Ángel Plágaro, cocinero
Beber agua del grifo, no embotellada, y consumir productos de nuestro entorno. Y, desde luego, ser responsable con tus desperdicios. Si cuando vas al monte metes en la mochila los envases o basuras que generas, en la ciudad hay que hacer lo mismo. El desperdicio que generes, a su contenedor o papelera correspondiente.
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