Blanca 'deluxe' con ostras y txuletón
Estirando el presupuesto, hasta da para pegarse un buen homenaje y unos copazos
Destapar un escándalo político-financiero? ¿Conseguir el 'scoop' de la década? ¿Hacer tambalear los cimientos de esta nuestra ciudad con un exclusivón? Qué va. Seamos honestos: tal y como está la cosa, el sueño de bajos vuelos de este juntaletras, su mayor aspiración pasa por lograr comer y beber por la cara. Darse a la buena vida por el morro. De ahí que cuando le plantearon mostrarle al amable lector cómo pasar las fiestas con un buen presupuesto, empezó a salivar como el perro de Pavlov imaginándose zampando caviar, apretándose un besugo salvaje regado con un reserva y con dos o tres güiscazos de los buenos. Pensó en un banquete a la altura de un imputado en alguna trama corrupta. ¿De cuánto iba a disponer para entregarse al hedonismo y al colesterol? ¿De 1.000 eurazos? ¿De 500? ¿300? ¿No?
Tremendo fue el chasco al descubrir que la cantidad con la que uno debía pegarse una jornada de supuesto lujo y desenfreno se limitaba a -ejem- 100 euros. Ojo, que no está nada mal y que menos da una piedra, pero, alma de cántaro, que con eso no da para seguirle el ritmo a un Koldo ni de los de medio pelo.
Vamos de vermú. Elegimos un garito con solera en Mateo Moraza, lleno hasta las cartolas. Los torreznos tienen una pinta estupenda, la verdad. Pero, al evocar la opulencia, los curritos 'middle class' tendemos a pensar irremediablemente en unas ostras, una comida así como fina que te permite vivir por un ratito en la ilusión de ser el rey del mambo. Salen a 15 pavos las cuatro. Con un fantástico marianito preparado, hemos apañado un aperitivo bien pinturero por menos de 20. Quedan 80 en la cartera.
Mejor sin postre
La txuleta parece lo que come la gente así como bien en fiestas. Reservamos en un buen asador. En la carta hay una ensalada de bogavante (oh là là) que nos hace ojitos, pero es que el señor chuletón sale a 55 euros. Aquí hemos venido a jugar. ¿Vino? ¿Una botella? Uy, no, mejor una copita de crianza. Si pedimos postre, nos quedamos a dos velas... Un café y la cuenta, por favor.
La idea era comprar un buen puraco para ver a Celedón como Dior manda. De Cohiba para arriba. Pobre iluso: ni de lejos llega con el presupuesto. A grandes males, grandes remedios. Andrés y Pili, majísimos ellos, repartieron uno en su boda hace unos años que debe de andar en algún cajón. Apañado. Con los 20 euros que quedan para cenar, optamos por invertirlos en un par de copazos bien puestos. En esta vida uno tiene que tener claras sus prioridades. Vamos a una coctelería, rodeados de mozos con mucho bíceps y camisetas muy ajustadas y chicas que lucen un tono de moreno que no existe en la naturaleza. ¿Otra ronda? Pues no será por ganas...
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