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Fotografías: G. Elejabeitia
La tasca del Casco Viejo de Bilbao que se mantiene a salvo del 'turisteo' con pintxo estrella y tragos a buen precio
Jantour | Restaurantes

La tasca del Casco Viejo de Bilbao que se mantiene a salvo del 'turisteo' con pintxo estrella y tragos a buen precio

Frente al avance imparable de una hostelería orientada al turismo aún quedan barras, como la del Epelde, donde sentirse en el Casco Viejo como en casa

Lunes, 28 de abril 2025, 11:25

Aún hay razones para la esperanza. Es cierto que la mayoría de nuevas aperturas hosteleras en Bilbao –especialmente en zonas como el Casco Viejo– están más orientadas a deslumbrar al turismo que a contentar al público local. Pero también surgen aquí y allá espacios de sociabilidad para los indígenas: lugares donde, al entrar, el tabernero te saluda por tu nombre y ya sabe lo que vas a tomar. Son pocos pero, quizá por eso, brillan más. «Estos bares son la resistencia», me decía el otro día un amigo, acodado en la barra del Epelde. Le tomo prestada la expresión.

En ese afán por conservar espacios propios, a veces caemos en un excesivo conservacionismo, como si los bares de siempre no pudieran cerrar nunca. Pero lo cierto es que no hace falta que la tasca sea centenaria para generar esa sensación de refugio. Podríamos mencionar el pintxo estrella o los tragos a buen precio, pero lo que hace que una taberna pase a ser considerada algo 'nuestro' tiene más que ver con los ojos que nos miran desde detrás de la barra y con las caras que nos encontramos alrededor.

El Epelde abrió hace solo cinco años y sin embargo da la sensación de que lleva en Barrenkale toda la vida. Lo montó la galerista Emilia Epelde, con ese gusto pintoresco que le caracteriza, pero es Iñigo Aldea quien lo ha gestionado casi desde el principio y también el que se ha ganado a la parroquia.

Más allá de las cuatro etiquetas

Iñigo llegó a la hostelería, como tantos: para sacarse unas pelas cuando aún estaba estudiando. Se curtió en otro emblema del Casco, el Basaras, de la mano de Pepe Ocaña y familia, donde le cogió el gusto a probar vinos que se salieran del sota, caballo y rey. En el Epelde ha encontrado una taberna a su medida, donde aplicar todo lo aprendido y dedicarse a disfrutar del oficio.

Su barra de pintxos es concisa pero efectiva. No quiere renunciar a esa zona de confort del picoteo local que son la gilda, el bilbainito o la felipada, pero se permite licencias con bocados selectos que se salen de lo de siempre: una sardina ahumada con pimiento confitado, un solomillo de atún de almadraba con cebolla caramelizada o un rulito de cecina relleno de queso picón asturiano.

La pizarra de raciones –ensaladilla, buen queso o embutidos ibéricos– invita, si hay quórum, a descorchar los vinos por botellas. Porque ese es otro de los alicientes del Epelde, que entre los vinos de poteo cabe encontrar –en lugar de las cuatro etiquetas omnipresentes– un criancita de Abeica, una palomino fino sin encabezar –Matalian– o una garnacha de Viña Zorzal. Hasta en la copa demuestra esta taberna de Barrenkale que se ha unido a la resistencia.

Variedad y precio

Una señora se acerca a la barra pidiendo un criancita, solo conoce uno de los de la pizarra, pero Iñigo Aldea y su compañera, Sheila Corral, dedican unos minutos a darle a probar otras referencias, por si le apetece salirse de lo de siempre. Esa labor de pedagogía se agradece, igual que la contención en los precios. «Esto no es un restaurante, si quiero ser parte de la ronda no puedo subirme a la parra», por eso su repertorio de vinos por copas se sitúa en torno a los 2 euros y las botellas rara vez superan los 20.

Epelde

  • Dirección: Barrenkale, 27. Bilbao

  • Teléfono: 944153998.

  • Precios: Sardina ahumada: 2,50 €. Ensaladilla rusa: 6 €. Chorizo ibérico: 9 €. Cecina: 13 €. Tabla de queso: 11 €.

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