El restaurante donde te sirven dos tipos de chuleta a la brasa

«Dejé la Universidad y me fui a estudiar cocina donde Karlos Argiñano». Oskar Martinez sintió la llamada vocacional. Después de estudiar y realizar prácticas en Donosti se vino a Bizkaia, donde trabajó en restaurantes como el Tamarises (Getxo) o el Ikuspegi (del barrio de Goiuria, Iurreta). «Hasta que hace más de 10 años, hará 11 en octubre de 2023, me embarqué en el Restaurante Meñakoz». Y allí continúa, en Sopela, con una parrilla en la que prepara los pescados y carnes del menú diario o del especial 'Meñakoz', con tres primeros a escoger y lubina o chuletón de un kilo para dos, vino y postre. «Tratamos de dar ese diferencial de la brasa tanto en los menús como en la carta».

Martínez resalta que «todas las elaboraciones son caseras». Tiene buena salida el pulpo a la brasa, que se sirve acompañado de un suave ali-oli, pero también hay buen marisco para elegir. Desde zamburiñas a mejillón de roca. Incluso las mollejas o el cordero asado son delicias a probar en ración o en mesa.

«Lo que me gustaría comer a mí es lo que ofrezco. Muy buen género y cocina tradicional». La chuleta a la brasa la borda. Hay dos maduraciones a escoger. La 'premium' es de 60 a 90 días y se sirve con patatas caseras. Este cocinero vocacional impregna el olor del carbón de encina hasta en las croquetas de chuleta a la brasa tan especiales que prepara. «Aquí les llamamos 'txulekretas' aunque no tenemos el copyright todavía», bromea Martínez. Y una maravilla de sabor tiene el tataki de atún sobre cama de wakame y puerro frito.

Confiesa el chef que «lo que echamos un poco de menos es a la gente joven los fines de semana porque tenemos una oferta muy buena de hamburguesas». Ofrecen la vegana a las brasa, la 'pulled pork' –asada a baja temperatura– y otra con carne extraída de la cinta de chuleta. También triunfan los postres caseros: la torrija de pan brioche, la panchineta y la tarta de queso al horno.

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