Restaurante Iza (Orozko)

El último bocado de la Arcadia vasca

Si queda algún resto de la Arcadia feliz en el país de los vascos debe estar en algún lugar del valle de Orozko. A los pies del Gorbea, entre hayedos, robledales y juguetones riachuelos, un puñado de caseríos centenarios –con ciertas incorporaciones posmodernas– mantienen el pulso de la vida rural en la Bizkaia profunda. A poco más de 20 minutos del centro de Bilbao y prácticamente libre de contaminación visual –léase polígonos, centros comerciales o urbanizaciones mamotreto–, últimamente se está convirtiendo en refugio de un puñado de cultivados urbanitas en busca de tranquilidad.

Además de paisajes bucólicos, caserones a precios aceptables y la promesa de una vida plácida, Orozko suma también poderosas razones gastronómicas para avecindarse. Los panes artesanos que amasan Miren Azkoaga o Aida Iza, los chorizos de Urigoiti que despachan en el caserío Etxegorri o vestigios de esa hostelería de pueblo, recia y contundente, como la que hoy nos ocupa.

Hasta 102 años de historia tiene la casa de comidas de los Iza, «el restaurante más antiguo de Orozko y si me apuras de todo Bizkaia», presume pasándose un poco de frenada Laurentzi Iza, que gestiona junto a sus hermanos Mikel y Ainhoa el legado de sus antepasados. No se dejen engañar por el último remozado de las paredes y las luces de colores del comedor, en lo esencial este restaurante apenas ha cambiado en las últimas tres generaciones.

Su público lo componen trabajadores de las fábricas cercanas, vecinos de Amurrio, Miraballes, Vitoria... y mucha gente de Bilbao, a los que «venir a comer a Orozko les sale mejor que ir a Las Arenas», remacha Laurentzi crecido. Llegan atraídos por el ambiente popular, las raciones abundantes y los precios contenidos. Y si se tercia, alargan la sobremesa con un gintonic en la terraza para bajar la comida.

El menú se lo pueden imaginar, verduras tratadas a la antigua usanza, soberbios platos de cuchara, merluza en diferentes estilos y buena carne. Gobierna la cocina Ainhoa con recetas de su madre o de su abuela Apolonia y, a estas alturas de la película, no está para experimentos. La especialidad es la falda de ternera asada, quizá no tan apreciada como una chuleta o tan fina como un solomillo, pero tierna y jugosa hasta decir basta. No se vayan sin probarla.

Postres caseros, pan de su prima Aida, vinos clásicos a un precio excelente que invita a descorchar y mantel blanco para los que comen a la carta. ¡Esto sí que es una experiencia gastronómica simpar! Conviene disfrutarla sin remilgos de ciudad.

Ubicado en el centro del pueblo, Iza ejerce de taberna de diario para los vecinos de Orozko, pero también recibe cada día a muchos forasteros atraídos por su generoso menú del día a 15 euros y una carta poblada de especialidades. Excelentes potajes, rica la menestra y superior el cardo con jamón. De segundo, merluza rebozada o en salsa, rape a la plancha con ajitos o la célebre falda de ternera al horno con patatas fritas de verdad. Riéguese todo abundantemente con algún rioja clásico de los que tienen en carta.

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