

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
¿Qué restaurante de la capital es capaz de dar un centenar de comidas diarias? Las que anota Casa Areso, en Murgia, casi sin despeinarse. Es lo que tiene dedicarse a satisfacer el hambre voraz de los montañeros, que tras una caminata matutina –en este caso en las inmediaciones del Gorbea– dirigen sus fauces hacia esta casa de comidas de pueblo con aroma a puchero y chimenea encendida.
Casa Areso ha ejercido de fonda y taberna para la comarca desde tiempo inmemorial, pero desde el año 97 –cuando tomaron las riendas Eneko Alaña y Alberto Montoya– se ha convertido además en un enclave gastronómico de renombre gracias a sus platos de cuchara, sus pescados al horno y unos guisos que invitan a vaciar la panera. Entre semana no admite reservas y siempre está de bote en bote. Los fines de semana solo se sirve carta y más vale llamar con antelación.
Nos acercamos en uno de esos soleados días de invierno que nos regaló el difunto 2024 con su último aliento. Pasan las dos y media de la tarde, en el jardín una multitud da cuenta del aperitivo mientras en la barra se suceden los saludos y las felicitaciones entre viejos conocidos. Por momentos tememos quedarnos sin comer pero, afortunadamente, aún quedan un par de huecos en el comedor y en seguida nos acomodan en una mesa vestida con mantel de papel.
La casa dispone de copiosos menús especiales, pero la cuartilla con la fórmula del día que dejan sobre la mesa ofrece razones de sobra para salivar por el módico precio de 17 euros. Media docena de primeros y otros tantos segundos donde figuran desde una sabrosísima ensaladilla de rape y langostinos a una sustanciosa sopa de pescado, confit de pato a la naranja, sapito a la plancha con refrito, lubina, entrecot o carrilleras. Los pescados se los sirve Gaizka –proveedor de las mejores mesas bilbaínas– y las carnes del menú txuleton son frisonas con 45 días de maduración. Poca broma.
No me detendré demasiado en pormenorizar un repertorio para el que todo el mundo tiene referencias de sobra. La sopa es espesita y generosa en frutos de mar, el sapito sale fresco y terso, realzado por una sencilla velouté, la carrillera está tiernísima y los postres caseros –especialmente el flan de queso– son de los que invitan a fantasear con volver.
Pero además merece la pena reseñar el ambiente familiar y el servicio eficaz y diligente de un equipo que lleva en la casa ya unos cuantos años. La carta de vinos supera con creces las expectativas de un mesón de pueblo, con botellas de antojo a buenos precios. Y un último detalle, Eneko y Alberto se turnan para trabajar una semana cada uno, así que cuesta borrarles la sonrisa de la boca.
El jardín trasero de esta antigua posada es uno de los grandes alicientes de Casa Areso en cuanto asoma un rayo de sol. La galería contigua ejerce de comedor privado, mientras que el bar y la sala cuentan con espacio de sobra para dar de comer a cerca de cien bocas diarias. La casa es una referencia muy conocida en la comarca que triunfa por sus recetas sencillas y unos precios que invitan a volver una y otra vez. Al frente, Eneko Alaña (en la imagen) y Alberto Montoya, que se turnan para dirigir los fogones en semanas alternas. La guía Repsol les distingue con un Solete.
Dirección: Domingo de Sautu, 25. Murgia
Teléfono: 945430220.
Precios: Menú del día: 17 €. Carta: 35 - 50 €.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.