El nuevo bar de Bilbao en el que se come como en una tasca de toda la vida

No todo van a ser necrológicas al hablar de la hostelería bilbaína. Es verdad que en los últimos meses han cerrado un puñado de tabernas históricas –el Rotterdam, el Palas o el Baste, por citar solo algunos– pero también es cierto que asistimos a aperturas de lo más interesantes. Y no me refiero a la penúltima franquicia que desembarca en la villa con toda su estrategia de marketing o a garitos pretendidamente 'cool' donde nos dan de comer bolsitas recalentadas. Hablo de pequeños negocios como este Kanpai, que al cuidar como se merecen las recetas más sencillas, se miran precisamente en aquellas tascas 'de toda la vida'.

En su caso ese reverenciar las barras con solera no es un mero reclamo publicitario, sino que responde a una manera de entender el oficio a partir de elaboraciones caseras, ingredientes de verdad y un trato cercano. No hay trampa ni cartón en la tabernita que los hermanos Aner y Arnaitz Iriondo han abierto en el 20 de la calle Hernani y sí grandes dosis de buena cocina. Para muestra, una tortilla de patata tan jugosa que nos obliga a actualizar el ranking de las mejores de Bilbao.

Se trata del primer proyecto empresarial de los hijos de Rafa Iriondo –eterna voz de las fiestas populares vascas– tras muchas horas de vuelo currando para otros. En realidad Aner es actor de doblaje y Arnaitz diseñador de moda, lo de dedicarse a dar de comer es fruto de una inclinación natural a la buena mesa cultivada desde críos.

Le han puesto Kanpai, pero su éxito tiene más de cascabeleo discreto que de sonora campanada. El establecimiento no pilla de paso, ni está en una zona de poteo consolidada. De hecho, en este mismo local hemos visto ya tres negocios distintos en los últimos cinco años. Pero algo están consiguiendo los gemelos Iriondo porque el que prueba, repite.

Quizá sea la sencillez con la que han planteado su oferta, sin complicarse con andamiajes conceptuales. La idea es alimentar con fundamento el aperitivo de los fines de semana y dar de comer a cuadrillas con menús por encargo. Como antaño, cuando le pedías al mesonero de confianza que te preparara una menestra, un marmitako o un pescado al horno, porque venían de visita unos parientes y querías quedar bien.

La cocina despacha tortillas a buen ritmo, una fritura superior –rabas, pero también langostinos, tanto en panko como en gabardina–, unas albóndigas de toma pan y moja o una ensaladilla rusa, de ración generosísima, que al salir engalanada con marisco, boquerones y piparras, recuerda a las de aquellas mesas de siempre de las que es heredero Kanpai.

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