Una mesa centenaria para celebrar en familia
Los hermanos Ormaetxe han convertido el caserío de su tatarabuelo en un restaurante de cocina tradicional donde da gusto brindar y soplar las velas
La primera y la segunda, el cántico fue más bien tímido, apenas audible por los vecinos de mesa, pero para la quinta vez que sonó el 'Zorionak zuri' en el hilo musical, todo el comedor coreaba al unísono, prorrumpiendo en carcajadas y aplaudiendo efusivamente al homenajeado de turno. En todos los restaurantes se celebra de cuando en cuando un cumpleaños, pero solo en algunos se genera una camaradería como la que une a los clientes del Katxi de Morga un domingo a las tres y pico de la tarde.
Me atrevería a asegurar que, para más de uno, no era la primera vez que soplaba las velas en este espacioso comedor con vistas. Quizá si rastreáramos viejos libros de reservas, encontraríamos los mismos nombres en las mismas fechas. Esta clase de restaurantes se presta a convertirse en escenario de rituales familiares: el cumpleaños de la abuela, el aniversario de los aitas o la quedada anual de la cuadrilla.
La razón puede que sea esa «materia prima superior» de la que presume Joserra Ormaetxe –cuarta generación al frente del negocio junto a sus hermanos Roberto y Javi y su cuñada María José Olea– pero diría que el quid de la cuestión es que lugares como el Katxi inspiran confianza; uno sabe que va a comer razonablemente bien, sin que la cuenta se vaya de madre.
Lo cierto es que la oferta de la casa admite presupuestos ajustados, fórmulas para compartir u homenajes de primero, segundo y postre como mandan los cánones, todo depende de cómo se dicte la comanda. Antes de hacerlo, nos damos un garbeo por la sala –de una talla XL, 220 comensales, que ya no se estila– para ver lo que piden los que frecuentan la casa. Generosas fuentes de fritos variados, txangurro gratinado, pescados de gran calibre, raciones de callos y portentosas piezas de vacuno engalanan las mesas.
Todo apetece, pero el camarero –con pinta de llevar décadas en la casa– nos para los pies, «las raciones son generosas», advierte. La bechamel ligera de los fritos villaroy, la fina sencillez del txangurro –solo centollo, salsa de tomate y verduritas– o el delicado pastel de puerro –una receta demodé que seguro encanta a las abuelas– ayudan a preparar el estómago para el rodaballo, el besugo o la chuleta, según el gusto de cada cual.
Todo está rico, pero lo que deja mejor sabor de boca es el ambiente, popular, populoso y multigeneracional. Hay algo en ese ver comer juntos a abuelos, hijos y nietos que enternece al recién llegado, convidado de pronto a la fiesta familiar de sus vecinos. Llegados a este punto, he de hacer una confesión: aunque hace varios meses que pasó mi cumpleaños, el otro día, en el Katxi de Morga, pedí una velita con el postre.
Desde 1864
El acta fundacional del Katxi es una multa por contrabando de alcohol que le pusieron al tatarabuelo de los hermanos Ormaetxe nada menos que en 1864. Más de 160 años y cuatro generaciones después, el vino y los licores siguen corriendo –ahora de forma legal– entre las paredes de este caserío que han ido engrandeciendo sus descendientes. A Joserra, Roberto, Javier y María José corresponde la fama de su cocina en las últimas décadas, con el Katxi convertido en hotelito rural, bar del pueblo, comedor de diario y escenario de banquetes.
Katxi
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Dirección: Foruen Bidea, 20. Morga
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Teléfono: 946250295.
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Web katxi.com
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Precios: Fritos variados: 18 €. Pastel de puerro: 13 €. Txangurro: 28 €. Callos: 17 €. Besugo: 85 €/Kg. Láminas de buey: 42 €.