El Amaren abre un nuevo restaurante en Bilbao con su famosa hamburguesa de buey a 10 euros

Dentro de poco les diremos a los turistas que la plaza Circular se llama así porque tiene forma de hamburguesa, que es casi lo único que se puede comer a los pies de don Diego López de Haro. Al menos la última hamburguesería en desembarcar en el icónico enclave puede presumir de raigambre bilbaína frente a las franquicias norteamericanas. Se llama Take a Buey, está en la Estación de Abando y es la versión prêt-à-porter de la célebre Hambueysería del grupo Amaren.

Si aquella es más bien «un restaurante de hamburguesas con un estándar alto en la presentación y el servicio, aquí lo que prima es la relación calidad precio», explica Aitor Parte, responsable de un grupo que no deja de extender sus tentáculos por la hostelería local –Amaren, La Olla, Toma y Daka, Markina, Víctor Montes o El Globo ya son suyos, por citar solo algunos– y prepara la reconversión del histórico café Boulevard en restaurante de brasa bajo el nombre de Aitaren.

En Take a Buey, que durante unos meses compartirá instalaciones con el restaurante de menú del día La Parada, tratan de replicar la dinámica del 'fast food' en el servicio y el rango de precios, pero ofreciendo a cambio los gruesos filetes marca de la casa con un 30% de carne de buey. No descartan que en el futuro pueda convertirse en una pequeña cadena a escala vasca.

De momento ofrecen dos posibilidades de servicio con diferentes precios. El tradicional, en el que un camarero toma la comanda y los platos van llegando de forma ordenada; o el denominado 'fast food', que requiere bajarse una aplicación para hacer el pedido, todo llega a la vez en una bandeja y los precios tienen un descuento de hasta el 20%. «Es la opción que queremos potenciar como una manera de abaratar costes sin comprometer la calidad de las hamburguesas», explica Parte.

La carta está compuesta por un puñado de recetas cuyos nombres corresponden a las distintas paradas del metro a su paso por Bilbao. No busquen segundas lecturas en los piquillos que lleva la San Mamés o la crema de boletus de la Santutxu porque no las hay, el nombre es algo completamente aleatorio.

Por lo demás se agradece la jugosidad de la carne, que entre los acompañamientos haya productos con cierto pedigrí y que todas las elaboraciones salgan de la cocina del restaurante. Todo por un precio que ronda los 10 euros por emparedado, sin duda algo más caro que en las franquicias vecinas, pero sería como comparar a don Diego con el tío Sam.

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