Amira Lemhaouli (26) y Alejandro Salceda (27), artífices de EatyJet, un puntazo culinario en la Vitoria de la pandemia: imaginación al servicio de una experiencia. Igor Aizpuru
Vitoria EatyJet

Vitoria exporta bocados del mundo en una caja

Una pareja de vitorianos invita a viajar por las cocinas del mundo sin salir de casa. La imaginación en tiempos de pandemia tiene premio: sirven hasta 130 comidas en un fin de semana

Viernes, 21 de mayo 2021, 03:40

Bienvenidos al vuelo de EatyJet, Foodie Airlines con destino Marruecos. El coste del pasaje será de 25 € por viajero. La frase ronronea por nuestro cerebro cuando abrimos la caja de cartón marrón, atada con bramante, y que, hoy, contiene un viaje a las tierras de nuestros controvertidos vecinos africanos. Pastela de pollo y almendras, tajín de carne con humeante pan marroquí, té moruno (hasta te encuentras en el pack un par de dorados vasos de cristal con su Luna creciente y su estrella alauita) y las dulcísimas pastas árabes. En el itinerario, un código QR para descargar la banda sonora de la cena, una lista de reproducción en Spotify llamada 'La mirada de Asilah'.

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Son once temas que saltan del rai clásico de Khaled y su Aicha a los rituales espirituales nocturnos de Jilala y que te trasladan de inmediato al jardín de un riad de Marrakech con la rumorosa fuente donde flotan pétalos anaranjados. Y hasta una acuarela autógrafa y numerada de Marta (la caja lunar) con un ojo de Asilah y su medina de azules puertas y empinadas escaleras. Como escribió Ibn Battuta, viajar te deja sin palabras. A cambio, el viaje te regala la evidencia de convertirte más tarde en un narrador de historias.

Pastela marroquí de pollo.

«No se trata sólo de comer bien, queremos construir una experiencia», resalta Alejandro Salcedo Ortega (27), alumno de la segunda promoción del Basque Culinary Center y socio en esta aventura culinaria de Amira Lemhaouli (26), máster en Gerencia y Dirección de Sala con años de servicio en Saburdi y Gran Hotel Lakua y como maître en el Zabala. «No es una comida o una cena sin más. Queremos que sientas, que vivas la cultura y el modo de vida de ese país», aventura Amira.

La cosa les va bien. En el encierro, la voz se corrió como la espuma. Cenas o comidas para dos por 50 pavos, una suerte de inmersión desde el salón de casa en horizontes lejanos... y justo cuando tan necesitados estábamos de poder mirar lejos. Venden entre 120 y 130 servicios entre viernes y sábado, hasta agotar existencias. «Siempre se queda gente fuera. Abrimos las reservas a las 9 de la noche del domingo y, en un minuto, hemos agotado todos los pedidos... Es increíble. Tenemos muchos repetidores, muchos clientes fijos que están pendientes para reservar plaza en EatyJet», resalta Alejandro, que pasó por el Andere de Álvaro Tobalina y coincidió con su socia en el Restaurante Zabala, de Mateo Moraza, bajo los Arquillos.

Aushak afgano: raviolis rellenos de verduras y acompañados de una salsa de yogur y de otra de carne.

Indonesia, Líbano, Cuba, Japón (primera entrega), Sicilia, el Año Nuevo chino, Brasil, Amsterdam, México, Grecia, Nepal, Nueva York y Asilah (Marruecos vol. 1) han sido las naciones y ciudades visitadas tras el arranque de la compañía que dispone de una pequeña cocina en Alegría-Dulantzi y estudian trasladarse a Vitoria en breve. Los comensales pueden recoger sus envíos frente a Mamia (la tienda-taller de Txema Pascual, de Artepan) o recibirlos en casa con los ciclistas de Eraman. «Hicimos también dos especiales: por Navidad construimos un viaje por Europa y, en Año Nuevo, propusimos un paseo por el mundo. Cuando abordamos Nueva York adoptamos la idea de una coctelería clandestina, con un picoteo, un Manhattan y unas pistas para resolver un acertijo en distintas fases. La respuesta era el número de escaleras de la Estatua de la Libertad. Con esa cifra podías abrir el candado -ríen- y tomarte el sándwich de pastrami, las alitas de pollo Buffalo, la cheesecake...»

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«Hay mucho trabajo detrás para conseguir ingredientes auténticos, autóctonos, y para construir las recetas de forma adecuada. Nosotros lo hacemos todo. La comida y las bebidas, por supuesto, pero también la publicidad, las reservas, la presencia en redes...», resalta Lemhaouli. De hecho, es en las plataformas donde EatyJet ha iniciado su despegue. «Empezamos la última semana de noviembre del año 2020, un viernes y sábado. Justo antes del cierre de la hostelería; había dejado el trabajo justo entonces, con idea de formarme porque entendí que era el momento. Comenzamos EatyJet con la idea de que fuera un complemento... Pero la demanda nos fue ganando. Ahora empleamos todo nuestro tiempo. Y vivimos de ello», se admira Amira Lemhaouli.

Sekuwa o brochetas de pollo con arroz basmati al curry, un reconstituyente y especiado platillo nepalí.

EatyJet no deja de ser un juego alimenticio. Que buena falta nos hace recuperar la parte más infantil y lúdica de nuestras confinadas existencias.

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Como ven por las fotografías que acompañan a este reportaje, la presencia de los platos es apetitosa y un punto exótica. Ya conocen el poderoso poder evocador de los sabores, pero una presentación pinturera, platos chulos y colores molones, también hacen lo suyo. «Como mínimo, siempre incluimos tres presentaciones: un plato principal, un entrante y algo dulce o una bebida potente y con personalidad como un mojito o una margarita... Nuestro público mayoritario son parejas jóvenes», subraya Alejandro Salcedo. «Y colaboramos con artistas independientes de Vitoria, como las acuarelas que nos ha pintado Marta Ortega, 'Pantone'. También hemos trabajado con floristas, ceramistas... y hasta con un DJ que nos preparó una sesión de música electrónica para trasladarnos a través de un código QR hasta Amsterdam, cuna de la música electrónica», dice Lemhaouli.

«No es sentarte y ponerte a comer (bueno, siempre acompañamos los platos de algunas instrucciones como pincelar con mantequilla, usar el horno para preparar el pan árabe, terminar un plato o la manera exacta de mezclar un cóctel), queremos conseguir que llegues a vivir la cultura del país mediante esta inmersión de sabores, olores -en Nepal pusimos incienso del Himalaya-, arte y sonidos», resalta el joven cocinero alavés, residente en Alegría. «La cocina me gusta desde muy, muy niño... La única manera de que me estuviera quieto con tres años era colocarme encima de la encimera y ponerme a pelar huevos cocidos. Absurdo. Pero era así. Iba a clases extraescolares de cocina y, con 18, me matriculé en el Basque. Acabé en 2016».

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Stapott con rookworst de Amsterdam, típico embutido holandés acompañado de salsa y berza.

De que la compañía tiene el viento de cola da constancia el hecho de que algunas propuestas, como la dedicada a Sicilia (toca elevar los ojos al cielo para recordar aquí la desaparición del músico y estudioso del sufismo Franco Battiato fallecido en Villa Grazia, su retiro siciliano) que hubo que repetir la misma semana, debido a su éxito: «llevaba dos croquetas, arancini y crochet, fritura de carne guisada y risotto, una parmigiana con berenjena, mozzarella y parmigiano y canolis, el dulce de los mafiosos, de los Soprano... Son platos guays, que quedan perfectos y se adaptan al delivery», explica Alejandro Salcedo.

El cocinero participará el próximo lunes 31 de mayo en la VIII edición del Concurso de Bocadillos de Autor de Madrid Fusión. Dentro de unas rebanadas de una hogaza semillada de la empresa Cereal pondrá un pollo a l'ast con agur y coleslaw coreana que, por lo que hemos podido ver en las fotos, tiene buen aspecto. Por cierto, los pasajeros de EatyJet se van a quedar este fin de semana en tierra porque Alejandro Salceda va a dedicar todos sus esfuerzos a niquelar el pollastre asado, un clásico catalán... con alas.

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