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Maite Bartolomé

Un bosque lleno de sabor en Ekoganguren

Frutales y verduras en una ladera sobre el valle del Txorierri recuperada tras años de abandono

gaizka olea

Viernes, 3 de enero 2020

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Los vendavales de mediados de diciembre han sido crueles con nuestros dos protagonistas de hoy. Enfilados en una vaguada del monte Ganguren (Zamudio, en los límites de Bilbao), desde sus terrenos se divisa a la perfección El Abra, que del mismo modo que refresca la comarca con sus brisas arrasa con todo aquello que es frágil cuando hay temporal. Los invernaderos han sufrido daños notables, parte de la producción se ha perdido y la tarea se ha detenido mientras se repone la cubierta de plástico. El día de nuestra visita, el perito del seguro echaba un vistazo a las instalaciones de Ekoganguren, la sociedad creada por el hiperactivo Martín Barriuso (agricultor, tertuliano televisivo, ex portavoz de las comparsas de la Aste Nagusia, defensor del consumo de cannabis...) y Herica Ribeiro. Pero como se espera de la gente de campo, no se rinden ante las adversidades y trazan nuevos planes. En una sociedad que tiende al exceso y al melodrama si las cosas se tuercen, consuela ver sonrisas cuando el viento amaina.

Ekoganguren (Zamudio)

Herica Ribeiro, brasileña y con experiencia en la agricultura, se estaba planteando regresar a su país cuando ambos decidieron unir sus caminos y echar raíces en un terreno comido por las zarzas del barrio de Sandoni. «Cuando vinimos aquí no se podía entrar, los vecinos más jóvenes ni siquiera sabían cómo era antes. Tuvimos que empezar de cero», explica Barriuso. Se sumaron a los cursos del sindicato EHNE y empezaron por cultivos que vendían mediante cestas (tomates, vainas, acelgas, alubias o productos tropicales como las «guindillas asesinas», quimbombó, quiabo, fisalis...) que repartían cada semana entre sus clientes.

«Pero aquello no daba dinero, de modo que hablamos con Mikel Kormenzana (Tologorri, Jantour del 30 de noviembre de 2018) y nos animó a elaborar mermeladas», añade Barriuso. Ahora, junto a varios productores mantienen una sociedad que ofrece sus servicios a otros propietarios de frutales para que elaboren sus jaleas. «Nuestra idea era crear un bosque comestible, un jardín de producción continua con más de 40 especies»: frambuesas, grosellas, moras, manzanas, peras, nogales, avellanos, membrillos, limoneros, naranjos, variedades comunes aquí, pero experimentan (cosas del cambio climático) también con frutas tropicales como el mango o el aguacate.

Con todo ello elaboran unas 30 referencias de mermeladas, chutneys (una confitura agridulce) y purés de mermelada que comercializan a través de ferias... aunque eso va a cambiar. «Los mercados se han convertido en días de pintxo pote; Santo Tomás, por ejemplo, funciona a primera hora y luego se llena de cuadrillas que van a por el talo y la sidra», bromea Martín, aunque la cosas no es para risa.

Hacer y vender

«Sabemos elaborar buen producto pero no sabemos venderlo; el género es maravilloso pero nos faltan conocimientos –añade–. Cadenas del norte de Europa nos han propuesto que les vendamos las mermeladas, pero nosotros no tenemos capacidad de abastecerlos en las cantidades que demandan, y cuando hablas con otros compañeros para aliarnos... bueno, surgen las dudas, y no llegamos a nada». El campesino, por norma, tiende a ser individualista, por más dispuesto que esté a echar una mano al vecino.

El proyecto de Barreiro y Barriuso pasa ahora por poner en marcha allí mismo, en un lugar con vistas espectaculares, un agroturismo con su propia tienda en la que comercializar el género. Se llamará Ipuru Slow Space (Ipuru es la colina en la que se encuentra el terreno) y su construcción arrancará en cuanto reciban el informe de Aviación Civil sobre cómo afectaría su edificación al tráfico de aviones... algo difícil de entender pero, por lo visto, imprescindible. Cosas de la burocracia.

Ahora andan metidos en asuntos de emprendimiento, que es la palabra mágica de nuestros tiempos, en ver la forma de «pasar de ser agricultores a ser emprendedores. El futuro –resume la pareja– consistirá en combinar la producción con otras actividades».

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