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Agustín Valle y Alicia González cuidan de su rebaño en una campa cercana a la granja, con Sierra Cantabria al fondo.

Agustín y Alicia: «Con 300 cabras consigues un jornal digno»

Rioja Alavesa conserva aún retazos de una ganadería anterior al monocultivo de la uva, como esta pareja, un pastor vocacional y una valenciana que decidió cambiar de vida

Viernes, 9 de abril 2021, 08:31

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La carretera de Laguardia al paraje Los Molinos pasa junto al yacimiento arqueológico de La Hoya y serpentea entre viñedos y bodegas antes de desembocar en el redil de Agustín Valle y Alicia González, donde las cabras aguardan a la hora del pienso y, después, de salir a triscar hacia las laderas de la Sierra Cantabria. Dos mastines guardan el rebaño, en el que hay también algunas ovejas y un burro que, como algunas de las cabras, se acerca al visitante para saludarle. Salvo los ladridos ocasionales de los perros no se escucha nada; incluso las decenas de cabritos nacidos en las últimas semanas se mantienen tranquilos.

Este es el puesto de trabajo de Agustín, que abandonó su empleo en una bodega para seguir los pasos de sus familia, cuarta generación de pastores, y Alicia, cuya vida no iba por ahí: esta valenciana se afanaba en una empresa de materiales de construcción mientras vivió en su tierra, y cuando se afincó en Rioja Alavesa se empleó en la recepción de un hotel y como camarera. Lo de Agustín es vocacional, una elección debida a que carecía de ilusión en su anterior oficio; lo de Alicia, un cambio radical de vida.

Los Valle se han dedicado al pastoreo de cabras y ovejas, y con ganado ovino se estrenó Agustín, que pretendía comercializar la carne de sus animales hasta que comprobó que para obtener cierta rentabilidad necesitaba un rebaño de un tamaño inviable ante la escasez de pasto. Es lo que tiene la apuesta por el monocultivo del vino: «Antes había más cereal, olivos, rebaños... La viña nos ha comido».

De raza malagueña

«Con las ovejas era cambiar el dinero; lo que ganabas con su carne lo gastabas en su mantenimiento». De modo que pasó a criar cabras para vender su leche a Lácteos Martínez-Queso Los Cameros, una empresa familiar fundada en 1961 y asentada en Haro. La pareja maneja ahora unas 250 cabras en edad de producir y siguen eligiendo a los mejores crías para renovar y ampliar su cuadra. «Con 300 cabras productoras consigues un jornal digno», explica.

Son cabras de raza malagueña, buenas productoras de leche, resistentes y muy apreciadas para la elaboración de quesos. «Las cabras son muy inteligentes, más que las ovejas, y estas se manejan mejor en el ordeño», añade el pastor. Su fama de animal alocado es, por lo visto, injustificada, pues se comportan con sensatez y obedecen al pastor y a los imprescindibles perros. Salvo en los días de frío, lluvia o nieve, Agustín traslada a sus animales a las cercanas laderas de Sierra Cantabria, donde entre encinas y arbustos se alimentan y, mientras lo hacen desbrozan un bosque que, según cuenta Agustín, es tan espeso y descuidado que hay un riesgo latente de incendio.

Al aire libre

Estos animales consumen además pienso compuesto de guisantes, avena y maíz, así como forraje elaborado con beza y la planta de guisante. Una vez al día (todos los días de la semana, todos los días del año), las cabras son ordeñadas en turnos de nueve al mismo tiempo por Alicia y Agustín. La necesidad de disponer de leche durante todo el año lleva a los pastores a cruzarlas con los chivos en tres tandas (Navidad, primavera y verano). El embarazo dura cinco meses y una parte de los cabritos se queda para recría, mientras que la otra se vende para carne cuando cumplen un mes y rondan los 7 kilos de peso. Un ingreso que redondea el negocio y que funciona mejor en torno a la Navidad y menos en primavera.

Agustín y Alicia no pueden ocultar su agradecimiento a Lácteos Martínez, que desde que estalló la pandemia y se decretó el confinamiento, les comunicó que mantendría el ritmo de recogida de leche (martes, jueves y sábado) y también el precio. «Es algo que nos conviene, claro, pero también beneficia a la empresa, porque no interesa que la leche esté en los depósitos más de tres días. Sabemos de algún pastor al que su empresa le dijo que no pasaría a llevársela. ¿Y qué haces con eso?».

«Durante esos meses de primavera en el que todo el mundo estaba confinado, nosotros pasábamos el día al aire libre, porque aquí el trabajo nunca termina. Incluso mi hija asistía a las clases online desde aquí», resume Alicia para explicar las ventajas de una vida diferente.

Elaboración de quesos en Lácteos Martínez. Justo Rodríguez

Un producto en auge

La pareja de pastores de Laguardia se beneficia del auge que está viviendo la leche de cabra en determinados sectores de la población en un tiempo en el que se han disparado las alergias y otros inconvenientes derivados de la alimentación. La leche de cabra contiene niveles muy bajos de lactosa y caseína, lo que facilita su ingesta, y tiene un bajo aporte calórico debido a la cantidad de hidratos de carbono y grasas que contiene. Sus valores nutricionales son, sin embargo, similares a la de la producida por las vacas. Sólo el 3% de la leche que se consume en el planeta se obtiene del caprino, si bien en países superpoblados como China o India alcanza los niveles del de vacuno.

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