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Parece un cierre más, uno de tantos provocados por la jubilación de toda una generación de hosteleros, pero ha dejado un reguero de clientas huérfanas. ... Últimamente no saben donde ir. Se les puede ver caminando por las Siete Calles, desorientadas, buscando una mesa vacía en algunas de las cafeterías cercanas para, como hacían hasta hace solo unas semanas, desayunar, charlar y hojear el periódico. Décadas de una rutina invariable cerradas abruptamente, como la persiana de su bar de confianza.
El otro día me encontré con dos señoras a las que habían invitado a marcharse ya de un par de establecimientos, por haber sobrepasado el tiempo razonable que pasaban en la mesa. Se han dado cuenta con resignación de que no son una clientela deseable. Su manzanilla o su té con limón para pasar la mañana y conversar con las amigas no es suficiente para cuadrar las cuentas en muchos de los negocios que hoy pueblan el Casco Viejo.
En el fondo ellas mismas reconocen que iban al establecimiento más para socializar que para consumir. Habían formado una tertulia de supervivientes. Mujeres mayores, algunas de ellas viudas, cuya razón para arreglarse y salir cada mañana de casa era dejarse caer por esta cafetería que no tiene equivalente entre los establecimientos modernos. Cuesta imaginárselas en uno de esos cosmopolitas cafés de especialidad que germinan en cada esquina.
La excusa era hacer algún recado en las pocas tiendas del Casco que les siguen siendo útiles –también las droguerías o las mercerías son cosa de otra época–, pero el momento más entretenido de la jornada tenía lugar entre aquellas cuatro paredes. Su cierre no solo les ha quitado un bar, les ha quitado probablemente el escenario principal de su vida social.
El grupo se ha diseminado, un par han conseguido 'plaza' en el bar de enfrente, otras se llegan hasta un café dos calles más allá y algunas incluso tienen que cruzar el puente. Cualquier alternativa es buena antes que resignarse a acudir a un centro de día, asumiendo de una vez por todas que son un personaje secundario en la sociedad.
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