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El cocinero zamorano Luis Alberto Lera Gabriel Villamil
FELICIDAD EN TIERRA DE CAMPOS

FELICIDAD EN TIERRA DE CAMPOS

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Lunes, 4 de marzo 2019, 20:10

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Año 1973. El joven Cecilio Lera regresa a su pueblo natal, Castroverde de Campos, en el corazón de la Castilla profunda, tras formarse en una de las mejores escuelas de hostelería de Suiza y trabajar en Francia junto a destacados cocineros. Volvía con una formación académica poco habitual en la época, pero en vez de instalarse en alguna gran ciudad decidió quedarse en su pueblo, en un modesto establecimiento llamado Mesón del Labrador. Aprovechando lo aprendido, apostó por la cocina de la caza. Al fin y al cabo, Castroverde está en plena Tierra de Campos, donde abundan liebres, conejos y animales de pluma, sobre todo los pichones que se crían desde tiempos inmemoriales en los palomares de la comarca. Además de la caza, Cecilio aprendió la técnica de los escabeches de una veterana cocinera del pueblo. Ella le enseñó también a trabajar las legumbres. Con todo lo aprendido convirtió su Mesón en un restaurante de referencia en Castilla y León sobre esas cuatro bases: escabeches, guisos de legumbres, caza... y pichones. Contó para ello con la fundamental colaboración de Minica, su mujer, gran cocinera. Personaje cordial, entrañable, hospitalario, conversador, a Cecilio no se le ha rendido aún el homenaje que merece.

Más de cuatro décadas después, algunas cosas han cambiado. El Mesón del Labrador es ahora Lera. Pero la fundamental es que el hijo de Cecilio y Minica, Luis Alberto, formado con cocineros como Irízar, Arzak o Arbelaitz, se hizo cargo del restaurante. Al gran trabajo que durante décadas hicieron sus padres, y sin renunciar a esa cocina tradicional de guiso y asado, Luis Alberto ha añadido una visión más fresca y moderna de la cocina de la caza, enriqueciendo el recetario y experimentando con acierto nuevos tratamientos, pero sin salirse nunca de la ortodoxia. El Mesón del Labrador era un gran restaurante, pero Lera es aún mejor. Referencia en España de la cocina de producto, visitarlo en invierno es sinónimo de un festín cinegético para el recuerdo. Sabores de campo, intensos, con salsas y fondos perfectamente ligados, impecables. Salazones de paloma y de ciervo, croquetas de caza menor, escabeche de perdiz y ostra, cachuelas de pichón con pimentón, un brutal arroz con conejo y setas, unas fantásticas alubias con liebre, codornices guisadas, liebre asada con trufa negra, cerceta… y siempre el pichón, santo y seña de esta casa. Pichones bravíos de Tierra de Campos, criados en los palomares de la zona. Su carne, pura mantequilla; su sabor, intenso; la salsa que lo acompaña, extremadamente ligera y sabrosa. No se puede pedir más.

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