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Cuando un año termina es momento de hacer balance. Tengo la inmensa suerte de vivir de lo que me gusta, de comer y de contarlo. A lo largo de 2017 he estado en alrededor de 300 restaurantes, tanto estrellados como modestas casas de comidas de España y de otros países, desde Japón hasta Estados Unidos. Pueden parecer muchos, pero para estar verdaderamente al tanto de lo que se cuece tendrían que ser bastantes más. Sin embargo, aunque comiera y cenara fuera de casa todos los días del año, algo imposible, no podría visitar más de 700. Una gota en el océano gastronómico.

Para los que envidien mi suerte, una aclaración. Muchas de esas visitas se traducen en decepciones. No es oro todo lo que reluce. Algunos establecimientos quedan para siempre en el tintero, no merecen ni una reseña. Tampoco es que haga mía esa tópica frase de «cuánto caviar hay que comer para llevar las lentejas a casa» porque estaría mintiendo. Pero sí es cierto que al repasar los lugares en los que realmente he disfrutado esa lista queda muy disminuida. Me refiero a los sitios a los que, si pudiera, volvería una y otra vez. Centrándome sólo en España, la mejor comida de este año ha sido la que les contaba la semana pasada, en El Celler de Can Roca. La mejor, pero no la única.

Si tuviera que hacer un podio incluiría también a Disfrutar, de Barcelona, el restaurante con mayor proyección en estos momentos en nuestro país, y al Zuberoa de los hermanos Arbelaitz en Oiartzun. Muy cerquita, las comidas en los madrileños Santceloni y Coque, en el valenciano Ricard Camarena, en el asturiano Casa Gerardo, o en el Aponiente donde Ángel León hace magia con el mundo marino.

Insisto que les hablo de los sitios donde he disfrutado de verdad este año, que no necesariamente son los que destacan en las listas. Por eso a los primeros espadas que acabo de citar añadiría casas donde el producto es el rey. Por ejemplo Los Marinos José (Fuengirola), el Bar FM (Granada), la marisquería Rías de Galicia (Barcelona) o el Real Balneario de Salinas (Asturias). También casas de comidas como Sacha y La Bomba Bistrot, (Madrid), Granja Elena (Barcelona), Lera (Zamora) o Casa Consuelo y Casa Belarmino en mi tierra asturiana.

Y si de cocinas foráneas hablamos, en pocos sitios he comido mejor que en el mexicano Punto MX. Son sólo algunos apuntes de un gran año gastronómico. Ojalá este 2018 que empieza nos haga disfrutar tanto. Feliz año.

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