La nutrición, el negocio explotado en Internet que pone en riesgo la salud

La nutrición está de moda y eso está muy bien si sirve para comer de una forma más sana y equilibrada. Pero no se fíe de cualquier mercachifle con una página web muy bien montada. Los peores lobos tienen piel de cordero. Internet y los medios de comunicación en general se han poblado de negociantes, caraduras y vendemadres capaces de ofrecer como saludable el ultraprocesado más venenoso. Para ellos todo lo que huela a negocio vale. Pero para nosotros, no. Todo lo relativo a la salud debe estar avalado por la evidencia científica. Con la comida no se juega.

«La alimentación es el factor principal de enfermedad y salud», defiende el médico nutricionista Javier Aranceta. El experto, colaborador de JANTOUR, hizo un recorrido sobre la evidencia científica y la importancia de que un consejo sanitario en nutrición basado en ella en su reciente discurso de ingreso en la Real Academia de Doctores de España, que tuvo lugar en Madrid. «En nuestra dieta tenemos la primera línea de prevención de enfermedades; incluso de tratamiento».

Los primeros que sentaron las bases de la nutrición moderna fueron Hipócrates y Galeno. El primero de ellos, el médico griego que vivió en el siglo V antes de Cristo fue quien dijo aquello de 'Que la comida sea tu alimento y el alimento, tu medicina'. El segundo, el médico que aprendió curando a los gladiadores romanos, también habló largo y tendido sobre la relación existente entre la dieta y el bienestar humano.

Lo cierto es que en sus discursos había más de intención e intuición que de evidencia científica. Pero el tiempo y la investigación, argumenta Aranceta, han acabado por darles la razón. Ambos fueron mentes tan preclaras como la del médico británico James Lindt, autor en el siglo XVIII del primer ensayo clínico de la historia.

Lindt intuyó que la razón por las que las flotas regresaban del Nuevo Mundo diezmadas, reducidas a la mitad como consecuencia del escorbuto, era la falta de vitamina C. Como jefe de la marina inglesa aconsejó que los marineros consumieran una ración diaria de lima o limón. No solo vio que estaba en lo cierto, sino que 'patentó' la evidencia observacional.

A Ancel Keys se le debe el concepto de dieta mediterránea. Destinado en Italia como médico militar estadounidense, observó que en el país de Da Vinci y Miguel Angel se moría menos por enfermedades cardiovasculares. Una beca de la Fundación Rockefeller le sirvió para determinar el valor del tipo de grasa en la alimentación. Las poliinsaturadas, de origen vegetal, eran la respuesta. La dieta anglosajona era más rica en grasas animales. «Sólo se equivocó en no dar el suficiente valor al aceite de oliva, que se vio más tarde», valora Javier Aranceta, director científico de la Sociedad Española de Nutrición.

La fecha que marca un antes y un después en evidencia científica y nutrición es 2003. Ese año, la Organización Mundial de la Salud y su agencia de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación se reunieron en Roma y concluyeron, entre otras cosas, que los dos 'grupos de alimentos' que más impactan en la salud son, por un lado las frutas, verduras y hortalizas y, por otro, la actividad física. «Esa es la evidencia científica más potente».

Desde entonces ha habido otros grandes hitos. El macroestudio 'Framingham' ha puesto en valor el papel de las grasas en la enfermedad cardiovascular. 'Predimed', en España, ha analizado con detalle el valor de la dieta mediterránea. Los últimos más destacados a nivel internacional habla de la importancia de cuidar la dieta, padres y madres, desde antes del embarazo para la salud del bebé. «¿Para cuando entonces una consulta nutricionista en los centros de salud?», se pregunta Aranceta. Todo llegará. Entretanto, no se la juegue haciendo caso a cualquiera. ¡Buen apetito!

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