¿Por qué llamamos 'tigres' a los mejillones?
Historias de tripasais ·
La paternidad de los mojojones con tomate picante se atribuye a la familia Pereira, del bilbaíno bar TalentoSi son ustedes amantes de los 'tigres' sabrán que ese término no significa lo mismo aquí que fuera de Euskadi. Aunque tras esa denominación siempre ... se esconda un plato de mejillones nosotros la asociamos con mojojones en salsa picante, mientras que en otros lugares es el nombre de los ídem rellenos. Quizás algún bienintencionado gourmet les haya leído a ustedes la cartilla explicándoles que pese a que también se puedan llamar 'monterías' o 'periquitos', los 'tigres' de toda la vida han sido mejillones rebozados y rellenos de bechamel.
Sepan, queridos lectores, que es exactamente al revés. Fueron los demás quienes se apropiaron de nuestros 'tigres' y acabaron designando de la misma manera a un plato que no comparte con la fórmula original más que el ingrediente principal. No acudan a Wikipedia a resolver el entuerto porque les confundirá aún más: en el año 2011 esta marrullera enciclopedia online comenzó diciendo que los mejillones rellenos eran originarios de Madrid y Galicia, luego aseguró que eran sólo gallegos y desde 2020 sostiene sin ningún tipo de prueba que se inventaron en Cullera (Valencia). Tampoco explica por qué recibieron su felino apodo, aunque hay quien defiende que antiguamente la masa que rellena la concha del mejillón tenía un toque picante y salvaje que más tarde desapareció.
No he averiguado aún quién ideó los mejillones con bechamel, pero sí les puedo asegurar que en todo caso esa misteriosa persona no fue nada original bautizándolos como 'tigres': el nombre ya estaba cogido. Hasta bien entrados los años 80 los únicos tigres marinos fueron los mejillones picantes que se ofrecían en los bares de Bilbao y en una taberna coruñesa muy concreta, la de Villar y Paco (calle Torreiro 6), especializada desde los 50 en 'tigres rabiosos' con salsa de tomate y tabasco.
A esas alturas del siglo XX la receta ya era conocida en la capital vizcaína gracias a dos hombres, padre e hijo. El primero de ellos se llamaba Fernando Pereira Ibarreche, pero todo Bilbao le conocía como 'Talento'. Nacido en Abando en 1869, fue carnicero, tablajero y novillero aficionado. Su amor por los toros se quedó sólo en eso, en afición, aunque su forofismo taurino le llevara a compartir aventuras con Cocherito de Bilbao, a hacer sus pinitos como empresario en los cosos de Eibar, Orduña, Orozko y Balmaseda o a convertirse en adjudicatario de la carne de los toros lidiados en Vista Alegre.
El nombre salió de una caricatura
Tras regentar durante años un puesto de casquería en el mercado y una carnicería en Atxuri, en 1904 dio el salto a la hostelería con una taberna en el 16 de la calle Somera. Fernando, siempre tan chistoso como emprendedor, le quiso dar el florido nombre de Ristorant de Talento a pesar de que lo que allí se servía era pura, contundente y sabrosa cocina vasca.
Parece ser que allí cocinaba su esposa María Jáuregui y colaboraba también su hijo José, quien tras el cierre de la taberna familiar abrió otro bar Talento primero en Marzana, luego en Barrenkale y finalmente, en 1939, en el 16 de Iturribide. En 1940 Pepe Pereira y su mujer Juana vendían la docena de mojojones a 60 céntimos de peseta. No unos mejillones cualquiera, sino unos con salsa de tomate picante bautizada como 'a la brimoní' y habían acabado siendo conocidos en toda la provincia como 'tigres'.
Según un artículo publicado en EL CORREO con ocasión del cierre por jubilación del Talento (13 de octubre de 1965), Pepe Pereira era un gran dibujante que siempre se encargó de hacer los carteles que anunciaban las especialidades: caracolillos, rabas, pulpo y mojojones. De corte humorístico, aquellos pasquines se cambiaban con asiduidad y solían incluir caricaturas de clientes habituales, personajes famosos o 'susedidos' bilbaínos. Aunque no desvela cuál fue, el texto indica claramente que «el nombre de tigres, tan difundido hoy en día, salió de una de las caricaturas de Pepe».
Esto ocurrió antes de que abriera el Artajo de Ledesma, célebre también durante la posguerra por sus 'tigres de Yurre', y muchísimo antes de que a nadie se le ocurriera rellenar un mejillón, rebozarlo, freírlo y llamarlo tigre. Los Pereira tenían que haberlo registrado.
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