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Frontón de Gernika en 1963 (foto Archivo Histórico de Euskadi) y programa de actos para la colocación de su primera piedra.
Jantour

Sopa de pescado, merluza y redondo para celebrar las obras del frontón de Gernika

Historias de tripasais ·

El 3 de junio de 1962 se colocó la primera piedra del nuevo frontón de Gernika y para celebrarlo todas las casas de comidas de la localidad ofrecieron el mismo menú

Jueves, 23 de junio 2022, 01:24

Puede que Juan de Irigoyen (1884-1964) fuera bergarés de nacimiento y archivero de profesión, pero él se sintió vizcaíno y periodista. Vizcaíno de Urdaibai, ... concretamente, y periodista deportivo para más señas. Su trayectoria como cronista del sport –así se decía entonces– comenzó en 1924 en el diario 'Excelsior' y continuó desde 1931 y hasta su muerte en 'La Gaceta del Norte'. Su vinculación personal con Mundaka, Kanala y la ría de Gernika empezó gracias a su afición por la pelota y las excursiones náuticas y se confirmó cuando a partir de los años 30 eligió esta zona de Bizkaia como lugar de veraneo.

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A Irigoyen, el que firmaba las famosas 'Menestras pelotísticas' en la prensa, le conocían en Gernika como Juanito. El diminutivo no cuadraba demasiado bien con su gran envergadura física, pero sí con su carácter afable y cordial: conocía a todo el mundo y todo el mundo le conocía a él. Tripasai de morro fino, escribió muchas veces sobre la cocina y los productos guerniqueses tanto en los periódicos como en sus novelas.

Según él, los de Gernika tenían fama de gastrónomos irreductibles, sibaritas y juerguistas, y a diferencia de los vecinos de otros localidades vizcaínas no necesitaban ir a la capital a darse un buen homenaje culinario. En 1927 dijo que «el guerniqués no sale fuera de su pueblo para gozar con las delicias de la mesa. Necesita completar esa satisfacción con buena compañía; si puede ser, a la vista de su pueblo querido, encima de su vega maravillosa y horizonte de ensueño».

Destruido durante el bombardeo

El maestro Irigoyen amaba la comida tanto como el juego de pelota mano y por eso se llevó un disgusto cuando en junio de 1962 ciertos compromisos laborales le impidieron disfrutar del menú histórico y sabrosón que, en honor a la colocación de la primera piedra del nuevo frontón, ofrecieron todos y cada uno de los restaurantes de Gernika.

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Semejante hito gastronómico ocurrió el domingo 3 de junio de 1962 y hoy se lo puedo yo contar a ustedes gracias a la generosidad de Mitxi Celaya, copropietario del famoso restaurante gernikarra Boliña el Viejo y amable remitente del programa de actos que aparece en la fotografía de aquí arriba. Boliña, Arrien, Zimela o la mítica Catarro fueron algunas de las casas de comidas que participaron en aquella simpática campaña gastronómica orquestada por el ayuntamiento de Gernika, ideada para dar mayor empaque y singularidad a un acontecimiento ya de por sí histórico.

Cuna de muchos pelotaris célebres, en 1937 Gernika-Lumo sufrió durante el bombardeo de la Guerra Civil una pérdida no tan dolorosa como la muerte de sus habitantes pero sí largamente llorada. Bajo las bombas alemanas e italianas desapareció el frontón de la villa, el primero del mundo con suelo de asfalto y orgullo de la villa desde 1925.

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Los guerniqueses quedaron huérfanos de frontón hasta que en enero de 1962 el entonces alcalde Jesús María Toña propuso la construcción de uno nuevo, solicitando para ello la colaboración de vecinos y simpatizantes. Para cubrir los 30 millones de pesetas que costó el nuevo frontón se suscribieron acciones nominales por valor de 1000 pesetas cada una y se contó también con una importante contribución de la empresa estadunidenses Miami Jai Alai.

A escote

El nuevo frontón era un proyecto de y para los guerniqueses, un gran plan cooperativo que necesitaba una puesta de largo acorde a la ocasión. Kalejira, concierto del orfeón, txistularis, gigantes y cabezudos, baile y hasta un toro de fuego, todo para celebrar la colocación de una primera piedra previamente bendecida por el arcipreste de Gernika y amadrinada por la esposa del alcalde. Con la presencia de autoridades y viejas glorias manomanistas como Atano III, Miguel Gallastegui o Justo Juaristi 'Artazo', a las 2 de la tarde todos los restaurantes de la villa abrieron sus puertas para ofrecer a los comensales el menú «Primera piedra del nuevo frontón»: sopa de pescado, merluza frita, redondo a la jardinera, postre (helado, fruta o pastel), café y copa, todo por 85 pesetas.

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Nada de alubias, que era verano y a la tarde había que bailar. Aquella minuta compartida condensaba la cocina tradicional gerniquesa y el recetario de varias generaciones de cocineras como Fernanda Arrien, Isabel Arana, Juliana Monasterio o Catalina Ojanguren, de quienes prometo hablar aquí en breve. No me extraña que Juan de Irigoyen lamentara amargamente haberse perdido la cuchipanda...

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