Sardinas para sumar omega3 y para disfrutar del verano
Este popular pescado azul resulta un alimento muy nutritivo, beneficioso para el corazón y aporta al organismo grasa de la buena
jesús lens
Jueves, 28 de julio 2022, 00:32
En cuanto los meses pierden la 'r' de su nombre, el cuerpo pide sardinas. Será por tener bajos los niveles de fósforo o por la falta omega 3, pero en verano las sardinas nos gustan más, sean a la plancha, a la parrilla y, si nos acercamos a Málaga, ensartadas en un espeto. La sardina es uno de los pescados azules más conocidos y, por ende, es rica en ácidos grasos omega 3, uno de los elementos esenciales para el buen funcionamiento de nuestro organismo.
En este sentido, la sardina es toda una despensa, que posee casi 8 gramos de grasa por cada 100 gramos de carne. Es buena para el corazón por sus efectos antiinflamatorios y anticoagulantes, ayuda a reducir los niveles de colesterol y triglicéridos y contribuye a bajar la presión sanguínea. Recordemos que nuestro cuerpo no produce el omega 3 por sí mismo y que para su aporte necesita el concurso de determinados alimentos.
De acuerdo a la Fundación Española de Nutrición, una ración de sardinas llega a cubrir casi al 100% los objetivos nutricionales diarios de la población, de lo completo que es este pescado. Sus aportes no terminan ahí, puesto que también es rica en minerales, sobre todo fósforo, así como selenio, yodo, hierro y magnesio. Contiene determinadas vitaminas del grupo B como la B12, la B6 y la niacina, así como cantidades significativas de vitaminas liposolubles E y D, que ayuda a absorber el calcio.
Las sardinas en conserva presentan un contenido de calcio muy importante porque se consumen junto con la espina. En concreto, aportan unos 314 miligramos de calcio por 100 gramos.
Espetos
El espeto es la forma más natural de disfrutar de las sardinas, la que nos conecta con el yo ancestral que todos llevamos dentro. El espeto es volver a comer el alimento tal y como se viene haciendo desde tiempos inmemoriales. Y es que se trata de una técnica sencilla para la que sólo se emplean utensilios naturales: leña para conseguir el carbón vegetal sobre el que asarlo y una caña para atravesar el pescado. Si pueden, quédense con las sardinas más cercanas a la base de la caña: habrán recibido el jugo de las superiores y estarán más sabrosas aún.