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Alex Piña
Rodaballo, al natural

Rodaballo, al natural

Sabroso y saludable, sea salvaje o de piscifactoría, agradece las preparaciones sencillas que respetan sus virtudes

isabel lópez

Lunes, 12 de noviembre 2018, 17:33

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No es un pescado barato, ni siquiera los cultivados en acuicultura, pero la carne firme y blanca de sus lomos y los toques gelatinosos que esconde bajo su piel son motivos suficientes para llevarlos a casa de vez en cuando. Además, los encontramos todo el año gracias a las piscifactorías, que han logrado criar con éxito rodaballos al conseguir una textura y sabor que se aproximan a los de la especie salvaje.

En Euskadi, este pescado de cabeza plana y ojos pequeños, situados en el lado izquierdo de su cuerpo, ha sido siempre un producto muy consumido y valorado, para muchos al mismo nivel que el reputado besugo. Habitual en las cartas de los restaurantes asentados en nuestra costa, el rodaballo, al igual que el besugo, no requiere de preparaciones laboriosas ni de técnicas sofisticadas. Más bien al contrario, porque cuanto más sencilla sea su elaboración y menos ingredientes le acompañen al cocinarlo, mejor desvelará sus virtudes. Las personas que 'saben' comer pescados no se contentarán con sus lomos, sino que extraerán la suculenta carne pegada a las espinas laterales y la gelatina adherida a su piel. Sabrosura pura.

En casa no tenemos parrilla para hacerlo a la brasa, pero el horno proporciona óptimos resultados. Basta con colocar en una bandeja el rodaballo entero, con unos cortes transversales que no lleguen hasta la espina, con la parte de la piel hacia arriba. Un refrito con aceite de oliva, ajo fileteado y vinagre bastará para rociar el pescado en el momento de servirlo. La mahonesa o el alioli son buenas alternativas para quienes no gustan del refrito.

Sea cual sea el condimento elegido, si se desea guarnecer el rodaballo, unas verduras salteadas o unas patatas asadas serán suficientes para disfrutar de un plato capaz de convertir en especial cualquier día de la semana.

A la mediterránea

Una receta diferente para el rodaballo gracias a las alcaparras y al tomate. En una sartén se rehogan en aceite una cebolla picada y un tomate cortado en gajos, a los que añadiremos una pizca de azafrán, salsa de tomate y vino blanco. Mientras toma cuerpo, hacemos el rodaballo pintado con aceite en una sartén antiadherente durante unos diez minutos por cada lado. Vertemos la salsa sobre el pescado y reservamos. En un poco de mantequilla ponemos dos cucharadas de alcaparras, el zumo de un limón, perejil y un diente de ajo muy picado, que dejaremos cocer unos minutos antes de verterlo sobre el pescado.

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