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Fachada de la carnicería Sagastizabal y la pizarra con los bocadillos que ofrecen.
La carnicería de Bilbao que se ha propuesto recuperar las meriendas de toda la vida

La carnicería de Bilbao que se ha propuesto recuperar las meriendas de toda la vida

De mortadela, salchichón con unas gotitas de aceite o chorizo de Pamplona. La emblemática carnicería Sagastizabal ofrece estos bocadillos que transportan a cualquiera a la infancia

Domingo, 26 de enero 2025, 19:12

Contemplar su fachada ya es un regreso al pasado. Con su escaparate en madera roja y blanca y esa tipografía genuina de los años 70, este local de toda la vida ya deja entrever que sus viandas se elaboran de forma tradicional y artesanalmente, con mucho cariño.

María Santolaria y su marido José Vicente regentan la emblemática carnicería Sagastizabal, un local con esencia emplazado en la esquina de General Concha con Errekakoetxe, que ostenta el orgullo de ser considerada una de las carnicerías más antiguas de la villa. Ahora se han propuesto recuperar las meriendas de toda la vida, aquellas que se disfrutaban entre pan y pan, para que deleiten tanto a niños como -sobre todo- mayores.

«Tenemos un género que nos gusta y nos encanta ofrecérselo a nuestros clientes. Siempre pregunto, ¿quieres probar?, ¿y con un poco de pan?», explica María, quien poco a poco, y con ese empeño por mimar a sus parroquianos, fue añadiendo a estos pintxos improvisados unas gotitas de aceite por aquí o un poco de queso por allá.

Ahora ha volcado un listado de estos emparedados en una pizarra a la entrada de su local con un encabezamiento que reza 'hacemos bocadillos, recupera las meriendas y los almuerzos de antes'. Así el gesto espontáneo de esta carnicera se ha convertido en un ofrecimiento formal para todo aquel que cruce la puerta de este establecimiento. «Es que el jamón york con unas gotitas de aceite no tiene nada que ver, o el chorizo de Pamplona con un poquito de queso…», alega con gracia.

Bocatas tradicionales de mortadela, salchichón con sus gotitas de aceite, chorizo de Pamplona, y hasta en versión dulce con un buen unte de Nocilla o mantequilla con azúcar. Mordiscos llenos de recuerdos que transportan a uno directamente a su infancia. «Para los que somos de otra generación, son sabores que nos conectan con ese momento de pausa que significaba la salida del colegio o el recreo», evoca María Fernanda, quien confiesa que en el parque siempre acababa «intercambiando medio bocadillo» con alguno de sus amigos.

Y es que el bocata de antaño tenía más de acto social, que de siemple merienda. ¿Quién no recuerda el agujero en el trozo de pan ideado para insertar una fila de onzas de chocolate, o al avispado de la clase que metía su bocata de chorizo entre las filas del radiador y hacía salivar a todo el aula con el rico olorcillo?. Esa emoción con la que el niño desenvolvía el bocata para descubrir qué se escondía ese día entre los dos pedazos de pan. Trazos de la infancia que en Sagastizabal han querido recuperar, entre pan y pan, con sus mejores viandas.

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