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En Cambados (Pontevedra) hay patrimonio de piedra para un rato. Están las ruinas de Santa Mariña, el pazo y plaza de Fefiñanes, la Iglesia de San Benito, los cruceiros, la torre de San Saturnino, la casa museo de Ramón Cabanillas, el museo etnográfico del vino –no en vano esta es la llamada capital del albariño–, el parador en un antiguo pazo. Están el paseo marítimo y el barrio marinero, y está el mirador del monte de la Pastora, desde donde se puede ver todo Cambados, O Grove y la isla de Arousa. Y aquí ya es del todo evidente que el mar y sus recursos son parte fundamental de la visita.
Entre todos esos recursos, hay uno que ha movido la economía de sus familias durante décadas: el mejillón, criado en esas plataformas flotantes de madera que reciben el nombre de batea. Hay unas 3.300 bateas en Galicia, y de cada una de ellas cuelga un máximo de 500 cuerdas sobre las que se van criando los moluscos. Trascurren entre 18 y 24 meses entre que se pone la cría de mejillón en la cuerda y que se recoge para comercializar. Se puede hacer un viaje en barco entre las bateas de mejillón que inundan el paisaje de esta zona. En el barco, además de conocer todo el proceso de cultivo y recogida de esta joya del mar, descubrirás todas las propiedades nutritivas del mejillón. Y para probarlos en preparaciones delicadas, dos recomendaciones: la casa de Yayo Daporta, en la céntrica Rúa do Hospital y, también en pleno centro, A Taberna do Trasno.
Más allá de los números del cultivo, merece la pena prestarle atención al bivalvo. Y es que el mejillón se ha comido siempre, pero es ahora cuando se come sabiendo que es un superalimento. Es verdad que ha subido de precio en los últimos años, y es verdad también que sigue siendo muy económico para ser un súperalimento. Y encima es un conocido de toda la vida.
Del mejillón se sabe que es un alimento hipocalórico y con alto valor nutricional, rico en proteínas, aminoácidos, minerales y vitaminas. Es una manera sencilla de meter en el organismo fósforo (importante en huesos y dientes), potasio –que favorece la entrada, circulación y asimilación de nutrientes en las células–, magnesio y yodo. El selenio presente en los mejillones es fundamental para proteger al cuerpo de posibles infecciones. Al contener altas cantidades de sodio, la presión arterial y el volumen sanguíneo es capaz de controlarse y autorregularse, dicen los expertos. En una taza de mejillones puede haber hasta 20 gramos de proteína, es decir, el 30% de la que una persona debe comer de promedio al día. Tiene un importante contenido en vitaminas del grupo B, A, C, E y K, es un antiinflamatorio natural y aporta vitamina B-12, un antidepresivo natural con múltiples beneficios para la salud. No es raro que la Organización Mundial de la Salud recomiende su consumo en cualquiera de sus elaboraciones, que a la compra de producto fresco y las latas, en distintas variantes, se le han ido sumando opciones.
De eso Aguinamar sabe un rato. Hace poco añadía a su larga lista de productos de mejillón los de salsa brava. Son muchísimas recetas que hablan de la versatilidad de este (súper)alimento, y también de que hay una amplia franja de consumidores que prefieren hacerse con ellos ya listos para ser comidos. Con apenas unos minutos de microondas, a la mesa. Lo bueno del mejillón, aparte de sus nutrientes de alto valor biológico, es que responde muy bien a este tipo de recetas que conservan sus propiedades y le dan otros sabores.
Los jóvenes consumidores le ven como gran ventaja a esta serie de productos elaborados que no hace falta limpiar los mejillones. Nota: tampoco es que haga falta limpiarlos mucho cuando se compran frescos, el proceso que atraviesan desde su recogida en la batea hasta que salen para las tiendas se asegura de ello. Ese proceso se puede seguir en la planta que, en el puerto de Tragove, en Cambados, montó Lina Solla y ahora la acompaña su hija, Dori Solla. Mariscos Linamar se integró en Aguinamar hace tres años. Es un lugar lleno a rebosar de mejillones: en tanques de depuración, en distintas líneas de producción (fresco en red, envasado, en cajita, en una de las muchas salsas), subiendo y bajando, siendo seleccionados una y otra vez sobre todo manualmente pero también con maquinaria especializada construida por y para esta empresa, entrando en las grandes autoclaves para añadirles las salsas y envasarlos al vacío.
El trabajo comienza con el contacto directo con el bateeiro, es decir, en el medio marino. Y ahí se ve que otra de las ventajas de este superalimento es que se produce con lo que hay en el agua, solo se consumen los recursos del medio circulante, los nutrientes transportados por el mar y presentes en el agua. Las rías gallegas son una de las mayores reservas mundiales de fitoplacton. Cero añadidos. Mejor para todos.
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