Lata de atún Isabel rodeada de antiguas fotos y anuncios de las fábricas conserveras Garavilla
Historias de tripasais

'Qué bien, hoy comemos con Isabel' o la historia de la conservera Garavilla

El famoso eslogan nació en Bermeo de la mano de un empresario con raíces riojanas y alavesas

Miércoles, 29 de marzo 2023, 16:57

En Bermeo, junto al cruce entre las calles Kepa Zubiaur y Martin Deuna, existe desde 1917 un precioso chalet blanco y rojo. Villa Eustasia lleva ... el nombre de la esposa de quien lo mandó edificar, pero en realidad debería llamarse Villa Isabel. La Isabel de «qué bien, qué bien, hoy comemos con Isabel». La que remo en mano y canción mediante adornaba las latas de bonito, esa Isabel. Es una de las marcas de pescado en conserva más conocidas de España y Sudamérica, pero no todo el mundo sabe que nació en ese rincón de Bermeo en el que sigue en pie Villa Eustasia.

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El chalecito de estilo inglés es el único vestigio que queda de lo que fue la gran fábrica de Conservas Garavilla, inaugurada en enero de 1917 con todo el boato que requería una de los mayores y mejor equipadas factorías del país. Tenía casi 1500 metros cuadrados, cinco pabellones y espacio hasta para una hermosa vivienda familiar que fue bautizada en honor de la mujer del dueño, Eustasia Landeta Arrupe (Elantxobe 1871 - Bermeo 1929). Madre, abuela, bisabuela, esposa, cuñada y nuera de conserveros, doña Eustasia bien hubiera merecido dar nombre además de a la casa a alguna de las muchas marcas que registró su familia, pero por entonces los nombres comerciales –incluso los de los alimentos– se limitaban a la más estricta seriedad corporativa. Hasta el nacimiento de Isabel en 1961, la extensa saga de los Garavilla pareció vender seguros en vez de atún en aceite: La Activa, La Equitativa, La Pasiva, Vizcaya Brand...

Aunque llevaran distintas etiquetas, se vendieran bajo distintas marcas y fueran elaboradas por empresas diferentes e independientes entre sí, todas aquellas latas de pescado podían remontarse a una misma persona, el patriarca de los Garavilla. Ese papel le correspondió a Cirilo Cesáreo Garavilla Yzaguirre (1827-1897), lekeitiarra de padre riojano y madre duranguesa. ¿Se acuerdan de las conservas Ortiz de las que hablamos aquí la semana pasada y de su relación con los arrieros alaveses? El negocio de los Garavilla tuvo una raíz similar.

En Lekeitio

Al ser natural de Santo Domingo de la Calzada, cuando el padre de Cesáreo se instaló en Bizkaia tuvo que demostrar su limpieza de sangre para poder avecindarse. Gracias a aquel farragoso trámite y a los documentos que de él se conservan sabemos que Cándido Garavilla había nacido en La Rioja pero presumía de que toda su familia paterna procedía del Valle de Ayala, en concreto del concejo alavés de Quejana. Igual que los Ortiz de Zárate hicieron en Ondarroa, Garavilla se afincó en un puerto vizcaíno (en su caso, Lekeitio) para comerciar allí con productos traídos del interior como vino alavés y comestibles riojanos.

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Sería su hijo Cesáreo quien en torno a 1865 se metiera en el mundo de las conservas. Casado con una alavesa, Juana Quintana, y teniendo relaciones familiares en tierras riojanas, se dio cuenta de que la ley de oferta y demanda que regía el viaje de los arrieros hacia la costa podía traducirse fácilmente al lenguaje de las latas: en Lekeitio procesaría pescado, en La Rioja frutas y verduras y luego vendería esos productos listos para comer allá donde escasearan.

En 1882 Cesáreo Garavilla ya utilizaba la marca La Activa para promocionar «conservas alimenticias confeccionadas con esmerada delicadeza en aceite refinado, con rico tomate, en escabeche, en salsa o con guisantes» salidas de sus tres fábricas en Lekeitio, Haro y Rincón de Soto. Además de pescado enlataba carnes, pimientos morrones, alubias o salsa de tomate, pero fueron los productos del mar los que le dieron fama: en 1883 ganó un premio en la Exposición Internacional de Pesquería de Londres gracias a sus latas de besugo, atún, anchoa, calamares, lubina y bacalao.

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José Garavilla Quintana (1872-1934). Conservas Isabe

Cesáreo se casó dos veces y tuvo 16 hijos, así que no le faltaron sucesores. Su primogénito Manuel conservaría las riendas de la fábrica de Lekeitio y Francisco llevaría las de la filial asturiana de Luanco, mientras que José se encargaría desde 1887 de la conservera La Equitativa, en Elantxobe. La segunda mujer del patriarca y los hijos que tuvo con ella acabarían haciéndose cargo de otra parte de la herencia, abriendo otra fábrica lekeitiarra con el nombre de 'Viuda de Cesáreo Garavilla'.

De todos estos herederos el que más nos interesa es José Garavilla Quintana (Lekeitio 1872 - Bermeo 1934), que en Elantxobe se casó con Eustasia y en 1906 se trasladó con ella a Bermeo. Vocal de la Junta Provincial de Pesca, concejal y alcalde de Bermeo, José Garavilla se convirtió en fundador de su propio emporio conservero: además de abrir en 1917 una fábrica modélica, en 1922 constituyó la sociedad Conservas Garavilla S.A. Gracias a su esfuerzo y al de sus hijos Estanislao y María la empresa creció hasta posicionarse como referente del sector en ventas y en calidad, especialmente a partir de los años 50. ¿E Isabel, quién fue? Eso lo dejo para otro día.

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