Cuando las anchoas inundaron las playas de Getxo
Historias de tripasais ·
El 16 de noviembre de 1957 un enorme banco de anchoas se acercó tanto a la costa que se pudieron capturar peces directamente con cubos desde la orillaSé que andan todos ustedes deseando poder acercarse a la playa, chapotear los pies y olvidar la cuarentena, pero imagínense si además de pisar la arena pudieran coger carretadas de anchoas frescas alargando simplemente el brazo. Esa especie de autoservicio pescatero se hizo realidad en las playas de Ereaga y Arrigunaga (Getxo) el sábado 16 de noviembre de 1957, cuando un gigantesco banco de peces se acercó tanto a la costa que literalmente inundó de anchoas y pequeñas sardinas los arenales de Algorta. Aunque el fenómeno no era nuevo (se habló entonces de que algo similar había ocurrido tres décadas antes), sí resultó lo suficientemente curioso como para aparecer destacado en numerosos medios de comunicación tanto locales como del resto de España.
El 'Diario de Burgos' por ejemplo habló el 19 de noviembre del «impresionante espectáculo piscícola en la bahía de Algorta» ocurrido debido a la presencia de depredadores naturales de las anchoas como delfines y mielgas. La 'Gaceta del Norte' hablaba por su parte de tollinos o cerdos de mar, que al parecer habrían acorralado a un gran banco de anchoas empujándolo contra las playas getxotarras. A las 7 de la mañana ya había frente a Ereaga hasta 50 barcos pesqueros e infinidad de botes preparados para llenar sus redes, tan cerca de la arena que cuando bajó la marea la playa «quedó cubierta por grandes cantidades de anchoas, vivas aún muchas de ellas, sorprendidas por la bajar; muertas otras, procedentes de la rotura de redes y aparejos de dos barcos que encallaron». Los vecinos se congregaron enseguida para recoger con cubos, bolsas, cedazos, palas y hasta carretillas aquel regalo que inesperadamente les hacía el mar: «de cada vez que se metía el cubo en la orilla salían tres o cuatro kilos de pesca que daba gloria verla», detallaba la Gaceta.
Fue tal la cantidad de pescado encontrado aquel día que después de haberse asegurado su botín personal, los espontáneos arrantzales llenaron de anchoas varias barcas para que todo aquel que se acercara pudiera servirse gratis. Hubo suficiente para asegurar cebo en la campaña del besugo y la palometa, para los barcos pesqueros que desde Bermeo, Lekeitio, Ondarroa y otros puertos vinieron al oír las noticias e incluso para que esa misma tarde el agua se llenara de miles de gaviotas con la tripa llena.
Desde la misma playa se siguieron viendo grandes manchas oscuras a pocos metros de distancia, masas de anchoas dispuestas a seguir llenando las despensas de los getxotarras y de los muchos bilbaínos que al día siguiente, al ver la noticia en prensa, se acercaron para ver si arramplaban con algo. Según los pescadores algorteños había tantas toneladas de peces menudos que al día siguiente y durante varias jornadas más se podrían coger con tanta facilidad como aquel mítico 16 de noviembre, el día que las anchoas inundaron la playa.