Terrorismo: la firmeza y la cautela
Macron confirma el enfrentamiento sin concesiones al yihadismo, días después de presentar su plan contra el «separatismo» islámico
La decapitación de un profesor por un joven islamista en Conflans, cerca de Paris, ha conmocionado a Francia. El autor es un inmigrante checheno de ... dieciocho años; la víctima, un profesor que en su liceo daba clases sobre la libertad de expresión. Cuando son casi de ayer las declaraciones en el proceso sobre la masacre de los dibujantes del semanario humorístico 'Charlie Hebdo', y el proyecto del presidente Macron contra «el separatismo» musulmán, el crimen viene a poner sobre la mesa los datos imprescindibles, no para resolver el problema, sino al menos, como se decía aquí, para conllevarlo. Se trata de resolver la cuadratura del círculo planteada, de un lado, por la exigencia de defender la concepción laica de la República, y en ella de la plena libertad de expresión, sin que al mismo tiempo tenga lugar una interminable cadena de atentados sangrientos. Con el elemento de barbarie presente al parecer en el de Conflans, ya que el agresor no se limitó a degollar al profesor según los usos habituales, sino que le cortó la cabeza. El desencadenamiento consiguiente de la islamofobia está en el orden del día.
Hay varias consideraciones a hacer al respecto. La primera, que resulta inútil ponerse a buscar motivaciones sociológicas al acto terrorista. Su naturaleza es estrictamente religiosa, dando igual que el asesino fuera o no inmigrante, maltratado o beneficiado en su acogida por la sociedad y el Estado francés. Cualquier yihadista podía abrigar el propósito de ejecutar a un enemigo de Alá, lo mismo que antes sucedió con los autores del atentado de 'Charlie Hebdo'. No hay criterios de humanidad que valgan. El género humano se divide entre creyentes y 'kafires', con una absoluta superioridad asignada por Alá a los primeros, confiriéndoles un poder ilimitado sobre los segundos, lo cual supone, como en este caso, la licitud de aplicar por todo musulmán la pena de muerte, en especial si los no-creyentes atentan contra lo sagrado. La muerte es el destino común de todos, salvo que para el creyente, por encima de cuanto haya hecho sobre la tierra, conduce al paraíso con la sola invocación de la profesión de fe; mientras que para el 'kafir', no creyente, lleva al infierno sin que importe la bondad de sus acciones. En su caso, además, el terrible castigo infernal debe ser precedido por el castigo en este mundo. Insistimos: lo que llamamos humanidad no cuenta.
«Ser firme no excluye tener en cuenta las consecuencias de la firmeza aplicada a ciegas»
Ejemplaridad
Como en otros movimientos terroristas, la ejemplaridad es un componente esencial del yihadismo. Sucedió con la 'fatwa' condenatoria de Salman Rushdie, y de forma más intensa y espectacular incluso, con la reacción del mundo de los creyentes contra las llamadas caricaturas danesas. El moderado guía espiritual Al-Qaradawi lanzó la jornada universal de la ira. No importó que la mayoría de las viñetas fueran inocuas, entre ellas las dos más aparentes, con Mahoma criticando la insensatez de sus seguidores o confesando que por vez primera los daneses le habían hecho reír. La condena a muerte era inexorable y por fin fue ejecutada contra los humoristas en la redacción del semanario y en la ciudad donde éste se publicaba, por añadidura en nombre de la libertad de expresión frente a «la blasfemia».
Éste fue el principio proclamado por el presidente Macron durante el proceso contra quienes colaboraron en la matanza, y siendo reforzado por el anuncio de una legislación destinada a combatir el «separatismo» islámico, es decir, la autoorganización de un gueto expansivo musulmán con leyes y comportamientos enfrentados a la legalidad republicana. Ante el atentado de Conflans, Macron ha confirmado el enfrentamiento sin concesiones al yihadismo: la libertad no puede ceder al terror.
El trágico episodio refuerza la exigencia de firmeza, pero como sabemos aquí, por la experiencia terrorista en Euskadi, la cautela es también de rigor. Todo indica que el profesor había sido acusado por padres de alumnos musulmanes que protestaron por el uso en clase de las caricaturas -si bien pidió que los creyentes se ausentaran-, y ese simple hecho bien pudo alentar su delación y la respuesta yihadista. Simplemente le hubiera bastado conocer de antemano las opiniones de esos padres al respecto y medir su grado de intolerancia, abordando de forma previa ese problema. Ser firme no excluye tener en cuenta las consecuencias de la firmeza aplicada a ciegas. Las organizaciones de una sensibilidad islamista radical son un vivero para la adopción por jóvenes creyentes de conductas violentas. Macron acierta, pero la vigilancia primero, y la deseable integración después, requieren conocer los cauces informales, y tener cuenta que el asalto a 'Charlie Hebdo' sigue siendo, y será en lo sucesivo, un hecho cargado de ejemplaridad para el yihadismo en Francia.
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