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Así puede acabar la flota de Trump con el ejército de Maduro

Domingo, 7 de diciembre 2025, 00:43

Suenan tambores de guerra en el Caribe. Con la excusa del narcotráfico, Donald Trump arrancó el pasado mes de septiembre una campaña militar contra supuestas ... narcolanchas que ha dejado una veintena de embarcaciones hundidas y que va camino de provocar un centenar de muertos. Esta salva inicial, sobre la que planea la posibilidad de que se hayan violado los derechos humanos y que también ha salpicado a Colombia en el Océano Pacífico, ha servido para justificar el apabullante despliegue naval de Estados Unidos en una zona que se va calentando peligrosamente.

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No en vano, el republicano dejó claro el martes que sobre la mesa tiene ya los planes para operaciones terrestres en territorio latinoamericano. Y no pudo detallar el objetivo más claramente: «Acabar con esos hijos de perra». Se sobreentiende que el líder de la manada es Nicolás Maduro, que ahora trata sin mucho éxito de promover «¡peace! ¡peace!», aunque a renglón seguido asegura que su régimen es «invencible» y que está preparado para cualquier eventualidad.

Nada más lejos de la realidad. El cierre del espacio aéreo venezolano decretado por Trump allana el camino a un posible ataque, para el cual Washington podría apoyarse también en las bases estadounidenses que salpican la región. Las más cercanas están en Puerto Rico y las Islas Vírgenes, a solo 800 kilómetros de la costa caribeña.

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Estados Unidos tiene ya los efectivos necesarios para lanzar ataques por mar y aire contra Venezuela. No en vano, frente a sus costas tiene destacados dos destructores, el 'USS Stockdale' y el 'USS Gravely'. Son encargados de monitorizar la primera línea de combate, pero las grandes fortalezas se encuentran unos cientos de kilómetros detrás. Son, sobre todo, dos buques: el 'USS Gerald R. Ford' y el 'USS Iwo Jima'.

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El primero es el portaaviones más grande y moderno de la Marina de Estados Unidos, un gigante de propulsión nuclear con capacidad para un máximo de 75 aeronaves que, ya por sí solas, superarían la capacidad de guerra aérea de Caracas. A bordo viajan los cazas más avanzados de la Fuerza Aérea, los F-35C, una versión específica para operaciones desde el portaaviones. Les acompañan helicópteros Sikorsky MH-60 Seahawk y todos ellos reciben soporte e información de los aviones de alerta temprana Grumman E-2D Hawkeye.

Además, el portaaviones no viaja solo. Es la pieza central de un grupo de ataque en el que tres destructores de la clase Arleigh Burke equipados con misiles guiados y avanzados sistemas antiaéreos están encargados de proteger a la fortaleza flotante. En total, a bordo pueden viajar unos 7.500 soldados. Y, de forma paralela, Washington puede llevar a cabo operaciones de apoyo aéreo con bombarderos B-52 y cazas F-18 estacionados en sus bases.

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Por si fuese poco, Trump también ha desplazado a la zona el 'USS Iwo Jima', un buque de asalto anfibio con capacidad para media docena de aviones y hasta 30 helicópteros. Como en el caso del 'USS Gerald Ford', no viaja solo, sino apoyado por un grupo de navíos entre los que se encuentran los muelles de transporte anfibio 'USS Fort Lauderdale' y 'USS San Antonio'. Con una fuerza de 6.000 efectivos a bordo, podría ser clave para lanzar las operaciones terrestres en caso de que hagan falta 'botas sobre el terreno'.

A este alarde de fuerza se suman otros buques de guerra como el crucero 'USS Lake Erie', el buque de apoyo 'MV Ocean Trader' y al menos un submarino. Es el mayor despliegue desde el que se hizo en Haití en 1994 durante la 'Operación Defender la Democracia', cuando Washington destinó dos portaaviones y 20.000 militares al país centroamericano. Algunos analistas señalan ese ejemplo para argumentar que aún son necesarios más recursos para lanzar una amplia campaña por tierra en Venezuela, un país mucho más extenso y con mayor capacidad de defensa que Haití.

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Sí serían suficientes, no obstante, para ataques puntuales, quirúrgicos, contra Maduro o contra las instituciones de su régimen. No en vano, las Fuerzas Especiales podrían operar desde los propios buques para llevar a cabo operaciones como la que acabó con Osama Bin Laden, y Estados Unidos también contaría con misiles suficientes como para llevar a cabo ataques más ambiciosos sin poner en riesgo la vida de muchos soldados.

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Enfrente, los militares estadounidenses tendrían a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Algunos la consideran equivalente al ejército iraquí, mucho más débil sobre el terreno que sobre el papel, debido sobre todo a la falta de cohesión interna. Esa ha sido una de las debilidades que el Ejecutivo de Trump ha tratado de explotar, buscando la traición de algún colaborador con el cebo de una recompensa de 50 millones de dólares. Concretamente, la CIA intentó que fuese uno de sus pilotos quien lo entregase, pero esa fisura no se ha abierto aún y otros consideran que las fuerzas venezolanas serán más leales a su líder. Argumento para eso último es que aún sigue al frente.

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En cualquier caso, aunque Maduro hace hincapié en la gran movilización de cientos de miles de efectivos en su 'Plan Independencia 200', lo cierto es que cada vez es menos relevante el número de tropas y más el de la tecnología que tienen a su alcance. Es lo que hace que el país aparezca en el puesto 49 del ranking de fortaleza bélica que realiza Global Firepower, que señala la corrupción en el seno de las fuerzas armadas como uno de sus principales hándicaps. Suma también una moral baja y, sobre todo, infraestructuras y mantenimiento deficientes.

En su arsenal hay un poco de todo: cazas rusos y también F-16 adquiridos a Estados Unidos cuando en la década de los ochenta tenían una buena relación bilateral, tanques franceses y británicos, un submarino alemán de 1973 y drones iraníes más actualizados. Predomina, en cualquier caso, el armamento fabricado en Rusia, uno de sus pocos aliados actuales y origen también de sus misiles, que no llegan a un centenar.

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Si ya de por sí Venezuela no parece un rival formidable, aún lo es menos si se tiene en cuenta el estado en el que se encuentra ese armamento. Prácticamente sin acceso a componentes para el fabricado en Occidente, los analistas coinciden en que ya no será utilizable. Y, a juzgar por la petición de ayuda que cursó al jefe del Kremlin, Vladímir Putin, hace unas semanas, tampoco el ruso –en el que destacan los aviones Su-30 y los tanques T-72– debe estar en las mejores condiciones. De hecho, Global Firepower calcula que solo 17 cazas, 6 helicópteros de ataque, 22 piezas de artillería MLRS y 1 fragata están utilizables.

A esto hay que sumar en torno a 340.000 combatientes, entre los que se encuentran numerosos milicianos que en cualquier otro lugar no serían aptos para la batalla. Muchos son mayores que apenas han recibido entrenamiento. Y teniendo en cuenta que incluso Rusia ha dejado en evidencia en Ucrania que su poderío práctico dista mucho del teórico, todo apunta a que Venezuela es un tigre de papel. Uno de sus generales retirados, que prefiere mantenerse en el anonimato, lo tiene claro: «Sería imposible vencer a Estados Unidos». Ante esa evidencia, es lógico que Maduro promueva la 'peace'.

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