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Justin Trudeau y su esposa, Sophie Grégoire, pasean a su hija, Ella Grace, en kayak por el lago de un parque natural. Arriba, tomando el sol. AFP

Kayak, pescaíto y, tal vez, 'sangría verde'

En Tofino, el apacible retiro del 'premier' de Canadá en la salvaje isla de Vancouver, este año le esperan con el cuchillo entre los dientes. Acaba de comprar un oleoducto

Sábado, 28 de julio 2018, 01:21

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Tofino espera, por tercer año consecutivo, al primer ministro canadiense y a su familia para su retiro estival. Este encantador y discreto pueblito d e ... apenas 2.000 residentes -y que, por cierto, debe su nombre al navegante y cosmógrafo gaditano Vicente Tofiño de San Miguel y Wanderiales- se encuentra en la isla de Vancouver, un pedazo de tierra recóndita que sus residentes elevan a la categoría de edén. Allí, presumen, se puede echar la caña al río Campbell y llenar la cesta con hermosos salmones, asomarse al Pacífico y avistar ballenas, orcas o leones marinos, y apuntarse a una excursión por sus exuberantes bosques húmedos para observar el deambular inquieto de los osos negros. Al guapo y atlético Justin Trudeau, un amante practicante de la naturaleza y la aventura, a su esposa, Sophie Grégoire, y a sus tres hijos les gusta combinar la búsqueda de cetáceos con los paseos en kayak, la práctica del surf, la compra directa y sin intermediarios de pescado fresco cada mañana en el mercado local y el relajo al 'baño maría' en sus aguas termales. Todo ello, sin aglomeraciones y con la complicidad de los lugareños, unos tipos discretos que saben mantener una distancia confortable con las visitas de Estado. O sabían.

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