«Los ucranianos tienen mentalidad soviética para resistir lo que sea»
Tomás García Huidobro Jesuita exrector del Resicum de Roma ·
El sacerdote chileno cree que la única opción que le queda a Kiev para poner fin a esta «guerra entre hermanos» es aguantar hasta una negociaciónEl sacerdote jesuita Tomás García Huidobro (Santiago de Chile, 1957) es un gran conocedor de la cultura y las religiones orientales. En 1990 fue enviado ... a la misión de la Compañía de Jesús en Rusia, donde ha permanecido diez años, y se ha recorrido el país, incluida Siberia. En Moscú fue director del Instituto de Filosofía y Teología Santo Tomás, rector del Seminario Propedéutico y responsable de la revista 'Symbol', volcada en impulsar el diálogo entre Oriente y Occidente. Esa misma labor la realizó desde el centro cultural Íñigo (de Loyola) en Novosibirsk (en la ruta del Transiberiano). De regreso a Roma, ha sido rector del Pontifical Russiam College, conocido como el Rusicum, dedicado a la cultura y la espiritualidad rusa y a atender a los estudiantes de las iglesias orientales. En la actualidad ejerce como profesor en la Universidad Gregoriana y en el Pontificio Instituto Oriental. Pasó un tiempo en el País Vasco para doctorarse en Teología Bíblica en la Universidad de Deusto.
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- ¿Cómo se ha podido llegar a esta situación de guerra?
- Esto tiene un nombre: Putin. Rusia estaba en una posición inmejorable para negociar antes de la invasión porque había puesto a Ucrania y a la OTAN contra la pared. Esta guerra se explica solo por la psicopatía de Putin; no hay otra excusa.
- Putin se refiere siempre a la Gran y Santa Rusia Imperial. ¿Qué significa, qué engloba ese concepto del 'alma rusa'?
- Hay dos cosas. Una es que Putin entiende la Unión Soviética como heredera, desde el punto de vista territorial, del imperio ruso de finales del siglo XIX, que llegó al punto máximo de su expansión con todo lo que fue adquiriendo en el Cáucaso y en Asia Central. Esa es la Gran Rusia, que, desde el punto de vista poblacional, está compuesta por los eslavos y los 'rusiani', que si no son completamente eslavos viven en el imperio ruso y forman parte de él. La gran tragedia para Putin, y para los rusos en general, fue la pérdida de Uzbekistán, Kazajistán, Kirguistán, Turkmenistán y los países bálticos junto a Bielorrusia y Ucrania. Esa pérdida es lo que Putin no puede aceptar. Sigue sosteniendo que son parte de Rusia. Pretende recuperar los territorios perdidos.
- En Oriente el factor religioso tiene una profundidad cultural enorme y tanto Rusia como Ucrania comparten una cultura ortodoxa: la génesis del cristianismo en Moscú proviene de Kiev. ¿Este conflicto es también una batalla por los ideales y símbolos religiosos?
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- Con esto se consuma ya el cisma en la ortodoxia, entre la iglesia ucraniana y la rusa. En Ucrania, básicamente, hay tres iglesias. La grecocatólica de rito oriental, asentada en la zona occidental; pero la gran mayoría religiosa son los ortodoxos, que se dividen en dos: la gran parte son fieles al patriarcado de Moscú, siguen a Kirill, y la otra, que a partir de esta guerra se va a convertir en mayoritaria, es la iglesia ucraniana, que se independizó de Moscú en 2018 y se proclamó autocéfala con el patriarca Epifanio. Kirill estuvo muy desafortunado con un discurso en el que compara a Putin con Jesús camino del Gólgota, el Jesús incomprendido, como cuando Putin avanza por el bien de Rusia a pesar de la incomprensión y asume la cruz de Cristo.
- Allí, la religión está muy ligada a la identidad política. Putin la instrumentaliza para su proyecto político y Kirill, que siempre ha predicado en favor de un 'Mundo Ruso', es su brazo espiritual.
- Muchos rusos creen que la elección de Kirill fue montada por la KGB y además recibe mucho dinero. El resultado es que la iglesia ortodoxa termina siendo un ministerio más del Gobierno. Siempre ha sido así desde Pedro el Grande, cuando toma a la iglesia ortodoxa y la integra en el Estado. Hay un maridaje claro.
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- El patriarca de Moscú justifica la invasión como una 'guerra metafísica' contra los valores decadentes de Occidente. También contra las 'fuerzas del mal', que identifica con la iglesia y la nación ucranianas independizadas. Una posición que nada tiene que ver con el Evangelio.
- Nada, nada. Es absolutamente político. Lo de Kirill ha sido una vergüenza y una gran pena para la iglesia ortodoxa, aunque los más acérrimos lo han defendido con fuerza. Su posición ha sido desafortunada y de apoyo a Putin. No tiene nada de religioso.
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- En algunos sectores se acusa al papa Francisco de haber sido excesivamente prudente para no entorpecer su acercamiento al patriarcado de Moscú. Un equilibrio frágil.
- Tiene que ser cuidadoso. En Rusia hay una población católica, aunque sea muy minoritaria. Mis compañeros que siguen allí se cuidan mucho de poner cosas en Facebook e Instagram: te pueden quitar el visado, te pueden cerrar el centro...
No habrá rendición
- ¿Cree que la diplomacia vaticana puede aportar mucho a una resolución del conflicto? ¿Francisco, que mantiene un canal de diálogo con Kirill, es el único capaz de parar los pies a Putin?
- No lo creo. En todo caso, si se alargara la guerra, a lo mejor Putin podría utilizar a la iglesia católica a su favor. En este momento, la resolución depende del presidente Zelenski. Los ucranianos se han dado cuenta de que la guerra se puede alargar mucho y que Rusia no la va a ganar hasta el final. Todo depende de cuándo la quiera terminar Ucrania. Lo que me dicen mis contactos allí es que Kiev pretende fortalecer su posición para llegar a una negociación en mejores condiciones y la única forma que tienen para ello es aguantando, aguantando y aguantando. Están enviando la señal de que esto no se va a terminar con una rendición.
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- Pero esa estrategia significa que habrá muchas víctimas.
- Sí, es verdad, pero es que hay otra cosa: Putin no se da cuenta de que los ucranianos tienen una mentalidad soviética. Si uno mira las guerras en las que han estado Ucrania y Rusia, es evidente que no son buenos guerreros, pero lo que sí tienen es una resiliencia enorme. La única contienda en la que Rusia levantó la bandera blanca fue en la Primera Guerra Mundial. Porque ya no aguantaron más, pero en las demás, los rusos soportan estoicamente lo que venga. Y lo mismo los ucranianos. La única herramienta que les queda es resistir para llegar a una negociación con ventaja.
- Se está produciendo un odio que durará generaciones.
- Sin duda. Y una herida muy grande. Es muy duro porque, tanto en Rusia occidental como en Ucrania, casi todos tienen parientes en uno y otro lado. Es muy difícil encontrar un ruso que no tenga a su abuelo o a su tío o a su primo en Ucrania. Es una guerra entre hermanos. Se mire por donde se mire, esta guerra es una locura.
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