Victor Solokov, sucesor del almirante cesado, durante su toma de posesión en Sebastopol. E.C.

Putin cesa al almirante de la flota del Mar Negro por el caos de Crimea

Bajo el mando del oficial de alto rango relevado, Igor Osipov, se hundió el buque insignia ruso y dos bases rusas sufrieron graves daños tras ataques ucranianos

Jueves, 18 de agosto 2022, 00:22

El Gobierno de Moscú confirmó ayer el cese del almirante de la flota rusa del Mar Negro, Igor Osipov, al que se ha responsabilizado de ... algunos de los últimos fracasos del Ejército de Putin en la invasión de Ucrania. El sustituto nombrado es Víctor Solokov, un veterano de la guerra de Siria y que tiene nexos con Vladimir Gerasimov, el jefe de Estado Mayor ruso y cabeza gris de la ocupación de Ucrania.

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La sucesión de errores rusos en Crimea está siendo una de las más humillantes para las tropas y está teniendo repercusiones militares pero también simbólicas. Una cadena de hechos que une estas dos facetas -la propagandística y la estratégica- se produjo en abril, cuando un misil Neptuno disparado por Ucrania consiguió hundir el buque insignia de la flota del Mar Negro, el Moscú. Este crucero lanzamisiles -uno los orgullos de la Armada rusa- había sido utilizado al comienzo de la invasión para ocupar la isla de la Serpiente. En ese islote se produjo el famoso incidente en el que un soldado de Kiev mandó a «tomar por culo» a los oficiales que desde el navío Moscú exigían su rendición. Los rusos ocuparon finalmente la Serpiente pero en junio tuvieron que evacuarla ante los continuos ataques del ejército ucraniano. Que una potencia marítima como la rusa no pudiera mantenerse en esa minúscula isla y que su buque insignia fuera hundido mostraron una debilidad sin precedentes.

Saboteadores y drones

El siguiente golpe a la seguridad de la península de Crimea, sede de la flota del Mar Negro, se produjo el pasado 9 de agosto, cuando la base aérea de Saki, una de las más importantes de la región, voló por los aires en un incidente que aún no ha sido esclarecido. La deflagración causó daños a las instalaciones y también a ocho aviones rusos, según las cifras oficiales, aunque hay versiones de que las aeronaves destruidas podrían ser más. Este ataque puso de relieve que la retaguardia rusa en Crimea, hasta ese momento fuera del alcance de los misiles ucranianos o de sus acciones armadas, estaba en peligro. Para aumentar esta situación de fragilidad de la presencia rusa, el pasado martes fue atacado un depósito de municiones en Maískoye, en el norte de la región.

Rusia ha asegurado que este último ataque es obra de saboteadores, lo que podría apuntar a la presencia de fuerzas especiales ucranianas infiltradas en Crimea. Tras el ataque a la base de Saki, fuentes no oficiales del Gobierno de Kiev atribuyeron las explosiones a este tipo de comandos, aunque ante la opacidad de la información sobre la guerra se especuló también con que la acción había sido llevada a cabo con misiles. Por el momento, Rusia ha asegurado que la destrucción de Saki tuvo su origen en un problema en el almacenamiento de municiones y Ucrania tampoco ha reivindicado su participación en los hechos.

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Imagen aérea de la base aérea atacada el 9 de agosto. El buque insignia Moscú y la isla de la Serpiente.

Hay un dato significativo que revela el pánico de Moscú ante la presencia de algún tipo de agentes especiales enemigos en Crimea. El relevo del almirante Osipov y la toma del mando por Solokov se ha realizado en un acto privado y de la forma más discreta posible en la ciudad ocupada de Sebastopol. Según las propias fuentes rusas, la decisión de no llevar a cabo un evento público se justificó al anunciar que la ciudad se encuentra en alerta amarilla por la amenaza terrorista. Es significativo que la propia sede de la flota en Sebastopol fuese bombardeada el pasado 31 de julio con un dron que, según las autoridades rusas, había despegado de la propia ciudad, lo que indica que los saboteadores ya operaban en la zona hace al menos dos semanas.

Víctor Solokov, el nuevo responsable de la flota del Mar Negro, tuvo un papel destacado en la guerra de Siria, en la que Rusia salió en defensa del dictador Bashar Háfez al-Assad y se enfrento con los yihadistas del Estado Islámico. El propio Vladimir Gerasimov, el ideólogo estratégico de la invasión de Ucrania, le felicitó por su intervención en el país, donde estuvo embarcado en otro de los buques insignia rusos, el portaaviones Almirante Kuznetsov.

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