La psicosis por los pinchazos a mujeres regresa a Francia en el arranque del verano
Se han producido 150 denuncias por este tipo de ataques, pero la policía francesa no ha encontrado ninguna prueba de que se tratara de un intento para drogarlas
«Quería pasar una buena noche de fiesta y he terminado en Urgencias. Me han pinchado durante la Fiesta de la Música. ¡Ayudadme a entender ... lo que les pasa por la cabeza a esa gente!». La joven Manon describía con estas palabras la supuesta agresión que sufrió el 21 de junio en Burdeos, en el suroeste del territorio galo. Sus videos relatando lo ocurrido fueron vistos más de 1,5 millones de veces en TikTok, la red social más utilizada por los jóvenes. Y contribuyeron a un miedo colectivo que ha regresado en Francia en el inicio de este verano: el de una supuesta oleada de ataques nocturnos con jeringas.
Hasta 145 personas, casi todas ellas mujeres, denunciaron haber sido pinchadas en 30 localidades francesas el pasado fin de semana, marcado por el solsticio de verano y la celebración de la Fiesta de la Música, todo un evento nocturno en el país vecino. Esta oleada de denuncias recuerda, en menor escala, lo sucedido hace tres años. El 21 de junio de 2022, hubo hasta 700 personas que dijeron haber sido «pinchadas». A lo largo de ese año se produjeron más de 2.000 denuncias en ese sentido, pero en ningún caso encontraron rastro de la droga del violador ni de otra sustancia química. El fenómeno había empezado en 2021 en Reino Unido y en 2023 se vivió una psicosis parecida en España.
En libertad sin cargos
«Se trata mucho más de un fenómeno de psicosis colectiva que de un fenómeno real», aseguraba en 2022 la entonces ministra de Cultura, Rima Abdul Malak. Tres años después, parece repetirse la misma historia. 14 hombres fueron detenidos el sábado por la noche debido a la sospecha de que hubieran cometido esos pinchazos. No obstante, ninguno de ellos ha sido juzgado y todos salieron libres de comisaría sin cargos ante la falta de pruebas.
Algunas de esas detenciones se produjeron por motivos banales; por ejemplo, en el norte de Francia a un joven, de 26 años, lo arrestaron por haber pinchado a otra persona con un mondadientes. En París, detuvieron a un hombre autista y, «como no entendía las preguntas que le hacían», archivaron su caso. Y la policía tuvo que utilizar gases lacrimógenos en Lyon para evitar que los sospechosos fueran linchados.
«Nada nos permite afirmar que un tercero intentó inyectar una sustancia», aseguró el fiscal de la República en Rouen, Sébastien Gallois. En esa ciudad de Normandía (noroeste), hubo 19 chicas quienes dijeron haber sido pinchadas, pero al final solo tres de ellas presentaron una denuncia. Varias de las que se desistieron se dieron cuenta de que en realidad las había picado un insecto. Pese a la rapidez con la que se ha viralizado esta fobia, la mayoría de los casos de sumisión química suelen producirse a través del consumo de drogas o ansiolíticos. «Aunque hay casos de inyecciones, no suelen producirse de manera furtiva mientras uno baila», explicó la farmacéutica Leila Chaouachi, del Centro de Adicto-vigilancia de París, en declaraciones a la revista Le Point.
«Contexto de ansiedad»
«Este fenómeno no es nuevo, existe desde hace mucho tiempo», recordó el prefecto de policía de París, Laurent Nuñez. De hecho, en 1819 ya hubo 400 mujeres que dijeron haber sufrido pinchazos por hombres misteriosos en la capital francesa. «Los relatos de la época proliferaron y se alimentaron de los rumores y las exageraciones sobre la intensidad de la violencia sufrida», indicó el historiador Emmanuel Fureix, que dedicó hace unos años un artículo a ese precedente en la Revue d'histoire moderne et contemporaine.
Cuando a principios de esta década reapareció este fenómeno, algunos expertos lo asociaron al impacto en la psicología colectiva causado por la pandemia del covid-19. «Los pánicos sociales aparecen en contextos de ansiedad», escribía en 2022 el estadounidense Robert Bartholomew, especialista en la sociología médica. Esta psicosis sobre los pinchazos nocturnos recuerda toda la rumorología que hubo en Francia durante el verano y otoño de 2020 sobre los caballos supuestamente mutilados. Tras meses de investigación, las fuerzas de seguridad llegaron a la conclusión de que la mayoría de esas heridas o muertes se debían a causas naturales. Y que la sospecha de un fenómeno misterioso era un invento.
Las redes sociales alimentan el miedo colectivo
Las redes sociales han tenido un rol preponderante en la actual psicosis en Francia sobre los supuestos pinchazos nocturnos. Los mensajes de alerta ya circulaban varios días antes de la Fiesta de la Música, celebrada durante la noche del 21 al 22 de junio. La influencer feminista Abrège Soeur, que cuenta con 221.000 seguidores en Instagram, publicó una de esas advertencias el día 19. La aplicación The Sorority, destinada a ayudar a víctimas de violencia sexual, también alertó sobre ello: «Algunos hombres han previsto atacar y pinchar a mujeres durante la Fiesta de la Música».
Esos mensajes de alerta se basaban supuestamente en llamados en redes sociales, como Snapchat, a agredir con jeringas. A pesar de su repercusión, el portal Pharos —una plataforma gubernamental que se dedica a regular los contenidos ilícitos en línea— indicó haber recibido «algunos avisos, pero no se trata de un fenómeno de masas». Actualmente, prácticamente no queda rastro en internet sobre esas presuntas invitaciones a cometer agresiones de ese tipo.
De hecho, los contenidos más virales fueron los mensajes de alerta o las bromas sobre este tema; por ejemplo, el influencer Amine Mojito se grabó mientras hacía ver que pinchaba a la gente por la calle para burlarse de su reacción. Los creadores de contenido y medios de extrema derecha también contribuyeron a este miedo colectivo. El digital Frontières emitió en YouTube un video, con más de 140.000 reproducciones, en que difundía los nombres de los 14 detenidos el sábado, sin precisar que habían sido liberados sin cargos.
Ante esta psicosis colectiva, el ministro de Justicia, Gérald Darmanin, anunció el pasado martes una orden gubernamental que permitirá perseguir a todos aquellos que fomenten en internet los pinchazos nocturnos. «Representa un juego muy perverso», denunció.
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