Parir bajo las bombas: una noche en la maternidad de Mikolaiv
«No tengo miedo. Solo rezo para no dar a luz en el sótano» explica Natalia Reznikova antes de bajar al refugio
N. vieytez
Miércoles, 16 de marzo 2022, 12:39
Son las seis de la tarde y el siniestro sonido de la sirena se eleva sobre la ciudad de Mikolaiv, cerca de Odesa. Muy tranquilas, con las manos posadas en sus abultados vientres, las mujeres bajan lentamente los dos pisos que conducen al sótano de la maternidad de esta ciudad ucraniana sometida a fuego ruso.
Publicidad
En silencio, se instalan en sus camas, colchones sobre un suelo de tierra. Han llegado a la maternidad hace solamente dos o tres días, pero ya están acostumbradas. Siete mujeres están a punto de dar a luz en una ciudad sobre la que súbitamente se ha instalado la guerra.
Entre ellas, Natalia Reznikova, una pelirroja de unos 30 años que espera su tercer hijo, otro niño más. «No tengo miedo. Solo rezo para no tener que dar a luz en el sótano», se sincera antes de bajar al refugio.
En otra estancia, tres mamás se han instalado con sus bebés recién nacidos. Entre ellas Natalia y su pequeña Maria, su primer hijo, nacido hace menos de 24 horas. Antes de la alerta, la joven madre, agotada pero radiante en su bata azul eléctrico, vuelve a su habitación, sostenida por su compañero Oleksander. «Somos unos padres felices», sonríe la joven pareja. Natalia dice que tuvo suerte porque no dio a luz en la sala de parto acondicionada en el sótano.
Los médicos han tratado que este espacio sea lo más cálido posible. Dos camas con estribos, un sofá y un tranquilizador acuario. Alina Bondarenko, que ya empieza a tener contracciones, se encuentra en esta zona junto a su compañero.
Publicidad
«En tiempos de paz era un lugar usado por los fontaneros o los técnicos. Hace cuatro o cinco días, tuvimos a dos mujeres que dieron a luz simultáneamente en esta sala», relata el médico jefe de la maternidad, Andriy Hrybanov, que recuerda de forma conmovedora los pesos de los recién nacidos, «5,18 y 5,4 kilos».
Partos a oscuras
Durante las alertas y los bombardeos, si no hay tiempo para hacer bajar a las mujeres al sótano, el parto se produce en el pasillo del departamento de obstetricia, «entre dos muros» porque «es un poquito más seguro», matiza Hrybanov.
Publicidad
La sala quirúrgica, para los nacimientos complicados o las cesáreas, está instalada en el cuarto piso del edificio. «Es muy peligroso, pero necesitamos la luz que nos convierte en un objetivo», agrega, mientras respira aliviado porque de los 49 partos atendidos durante la guerra solo tres han sido cesáreas.
Mikolaiv es escenario de violentos enfrentamientos: las fuerzas rusas quieren que caiga esta ciudad antes de proseguir hacia el gran puerto de Odesa, a 130 kilómetros más al oeste en la costa del mar Negro. «El departamento de Salud nos había aconsejado colocar una gran cruz roja en el techo de la maternidad, pero hemos visto todo lo que pasa, ninguna convención es respetada» explica el doctor. Varios hospitales han sido alcanzados por los misiles rusos. En la ciudad asediada de Mariúpol, una maternidad fue bombardeada hace una semana.
Publicidad
El pasillo del sótano, repleto de 'pósters de bebés, sirve también de refugio para los habitantes del barrio, personas mayores, mujeres, niños e incluso un perro. Cuando se levanta la alerta, una hora mas tarde, todo el mundo vuelve a subir. Incluida Alina, la joven paciente que, según esperan los médicos, pueda evitar el sótano. A las ocho de la tarde, suena de nuevo la sirena pero los médicos han decidido que Alina, que ya tiene contracciones, se quedará arriba. A ver si la noche recurre tranquila.
En la sala de parto del segundo piso se escucha a su marido cantar para ella, entre las contracciones. La joven permanece en silencio, y el médico, un hombre de rostro bondadoso, pone música. Mylène Farmer. Sting. Y 'Pretty Woman' cuando nace el bebé, la pequeña Snijana.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión