Un país a la caza de saboteadores
Las defensas de Ucrania dicen que han matado ya a 60 infiltrados que marcan los edificios para dirigir los bombardeos del Ejército ruso
Los vecinos del barrio de Borshchagivka, al sur de Kiev, tienen un grupo de 'wasap' en el que comparten información. Antes de la guerra era ... una red social como cualquier otra. Estaba pensada para proporcionar datos útiles a los residentes en el distrito. Podía servir tanto para avisar de un accidente de tráfico como para anunciar la apertura de una nueva panadería. Pero desde hace tres días solo se habla de una cosa: la invasión rusa.
El pasado jueves, pocas horas después de que empezase el bombardeo, un vecino escribió en este chat que desde su casa estaba viendo a alguien sospechoso en la azotea de un edificio. Era el bloque de viviendas en el que vive Anastasia Tarashchuk y su familia. Ella y su padre subieron hasta la última planta y vieron que la puerta que conduce al tejado había sido forzada. No encontraron a nadie. Pero lo que más les preocupaba era buscar si había dibujada algún tipo de marca en la terraza. La guerra acababa de empezar, pero ya sabían que era importante borrar esos dibujos.
Quintacolumnistas dibujan señales en las viviendas y carreteras. Los que las encuentran las borran rápidamente
En las grandes ciudades se desconfía ya de todo aquel que hace algo «sospechoso» o no respeta el toque de queda
Anastasia y su padre no estaban preocupados por los ladrones. Buscaban a personas mucho más peligrosas. Gente de la que venían alertando en las últimas horas diferentes canales oficiales: los saboteadores que trabajan para facilitar los ataques del Ejército ruso en suelo ucraniano.
Son personas que no van vestidas de militares, pero que facilitan la labor de las tropas. Según el Gobierno de Ucrania, muchos de ellos son infiltrados de los servicios de inteligencia de Rusia. Otros simplemente son compatriotas que apoyan la invasión. Por las redes sociales circulan ya vídeos de algunos de estos supuestos colaboradores. En plena guerra, con cientos de muertos en apenas tres días, en las grandes ciudades se desconfía ya de todo aquel que hace algo «sospechoso».
Una de las cosas que se sabe de los saboteadores es que ponen marcas en algunos edificios y en las carreteras. También han aparecido en algunos parques. Son señales de distintos colores y formas. En algunas viviendas las dianas están dibujadas justo en la zona por la que pasan las tuberías del gas.
Coche de civiles tiroteado
Estas marcas son indicaciones para el Ejército ruso. Pueden señalar edificios en los que viven personas que las fuerzas invasoras consideran que deben ser eliminadas o zonas de interés para los siguientes combates. En realidad, nadie sabe muy bien qué significan muchas de estas señales. Pero están por todas partes. Y todo el que se encuentra con una de ellas la borra rápidamente o dibuja algo encima.
Según los medios locales, solo en las últimas horas unos sesenta saboteadores rusos han sido «abatidos». Pero en estas circunstancias, en un momento en el que los infiltrados de Moscú también se visten con los uniformes del Ejército de Ucrania para superar los controles, todo el mundo parece sospechoso. Algunos de los quintacolumnistas han sido sorprendidos en plena acción. Pero también se cometen errores. Hace dos días, en un ambiente de pánico general, un coche de civiles fue tiroteado en las calles de Kiev al ser confundido con uno de estos grupos de colaboracionistas.
La realidad es que no se sabe muy bien cuál es el impacto de estos grupos de personas que operan por todas las grandes ciudades de Ucrania. Tampoco se puede calcular el número de infiltrados desde Rusia. Lo que sí se conoce son algunas de sus consecuencias. El Ayuntamiento de Kiev ya ha dicho que los ciudadanos que no respeten el toque de queda en la ciudad pueden ser considerados «enemigos» e insiste en que nadie salga de sus casas por su propia seguridad. Es más, en algunos barrios se están ya quitando todos los carteles con los nombres de las calles y los letreros que indican las direcciones. Los que lo hacen saben que estamos en la era de internet y del GPS. Pero lo que no quieren es ponérselo fácil a «las tropas invasoras».
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