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S. García
Domingo, 4 de mayo 2025, 00:09
«Nunca se sabrá el número exacto de mujeres que pasaron por Mauthausen, debido a los traslados de los que fueron objeto, a la colaboración ... de quienes liberaron los campos -los estadounidenses compartieron más información que los soviéticos- o a que muchas lucharon con la Resistencia utilizando alias o el apellido de sus esposos», señala Amalia Rosado, autora de una tesis convertida después en libro, 'Españolas en los campos nazis' (Catarata, 2024).
Dolores García Echevarrieta (nº 1942), secretaria de Pablo Neruda en la Embajada de Chile en París, y Alfonsina Bueno (nº1629), miembro de una red clandestina que pasaba a republicanos por la frontera de Francia. La una de Bilbao, miembro del Partido Comunista; la otra, anarquista de Zaragoza. Ambas ilustran el drama de unas mujeres comprometidas con su tiempo e «ignoradas después pese a sumar a las vejaciones y torturas que sufrieron todos una violencia específica de tipo sexual, médico-reproductiva y maternal».
Llegaron a Mauthausen el 7 de marzo de 1945, después de un viaje de cinco días desde Ravensbruck, describe Rosado. Hacinadas en vagones, como animales. «Sus carceleros se referían a este contingente como 'Noche y Niebla' y su destino era la aniquilación». Sin ellas saberlo, en Mauthausen estaban sus esposos, aunque al de Dolores, el valenciano Joaquín Olaso, le habían trasladado a un subcampo cercano, el de Ebensee. Alfonsina sí vio al suyo, Josep Ester, cuando le tocó cumplir la liturgia de la higiene en las duchas, donde las afeitaban. Allí volvieron a encontrarse marido y mujer tras años de separación, «un encuentro muy emotivo», según compañeras de infortunio como Carmen Zapater, Ángela Martínez, Herminia Martorell, Rosita Da Silva, Feliciana Pintos...
A todas les esperaba otro infierno. «Alfonsina fue destinada a la cantera, donde la gente moría de extenuación o lanzada al vacío. La llevaron a la enfermería donde se experimentaba con las presas y el Dr. Kluivert le administró una solución de sosa cáustica para esterilizarla. Aunque sobrevivió, las secuelas le acompañarían hasta su muerte. Dolores fue destinada con otras mujeres a desescombrar una vía férrea cercana, en Amstetten, bombardeada continuamente por los Aliados, lo que llevó a las presas a declararse en huelga para estupefacción de los nazis, que las encerraron sin comida ni bebida y que si sobrevivieron fue por el arrojo de sus compañeros para hacerles llegar sopa y algo de ropa».
Finalmente, los dos matrimonios sobrevivieron a Mauthausen, el de Dolores y Joaquín para acabar muriendo en París por un escape de gas en su casa con visos de revancha ya que él había sido acusado de haber delatado a un compañero. Alfonsina, por su parte, se divorció de Josep dos años después de ser liberados por la Cruz Roja el 22 de abril de 1945.
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