Trump atascaba los retretes con documentos oficiales y otras siete increíbles revelaciones de su nueva biografía
La periodista de 'The New York Times' Maggie Haberman, que lleva dos décadas siguiendo la trayectoria del mandatario, escribe un nuevo libro en el que ridiculizan al que fuera expresidente de EE UU hasta 2021 y muestran su carácter histriónico. Él lo niega todo: «Hay muchas historias inventadas»
Cuando se habla de Donald Trump, la realidad siempre supera a la ficción. Ni fuera de la Casa Blanca deja de dar que hablar. Digamos que hace suya esa afirmación de Oscar Wilde de que solamente hay una cosa en el mundo peor que hablen de ti... y es que no lo hagan. Ahora, una nueva biografía desvela ocho extraordinarias revelaciones de un tipo que daría risa de no haber sido presidente de Estados Unidos (y su botón nuclear) durante una legislatura, de 2017 a 2021.
La periodista de 'The New York Times' Maggie Haberman es la autora de este nuevo libro en el que queda retratado. Ególatra, histriónico e ignorante, con rasgos narcisistas y de una inmadurez sorprendente para alguien que es dueño de un auténtico imperio empresarial y con una cuenta corriente tan saneada: Forbes estima su fortuna en más de 3.000 millones de dólares.
Haberman ha seguido durante dos décadas la trayectoria de este hombre de negocios nacido en el barrio Jamaica de Queens. Pero, además, ha mantenido tres encuentros personales con él mientras preparaba la obra, titulada 'Confidence Man: The Making of Donald Trump and the Breaking of America', y se ha entrevistado con más de 200 personas de su entorno más cercano. Fuentes, desde luego, no le faltan.
A lo largo del volumen, la periodista hace varias revelaciones entre sorprendentes y vergonzantes que, por supuesto, Trump desmiente. Lo niega todo, incluso la verdad, como en la canción de Joaquín Sabina: «Muchas historias son inventadas, con cero comprobación de hechos».
Los secretos de Donald Trump, al descubierto
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Los retretes atascados de la Casa Blanca
El 8 de agosto, el FBI registró la mansión de Donald Trump en Mar-a-Lago, Florida. Buscaba material clasificado que había desaparecido de la Casa Blanca. Ese mismo día, pero 48 años antes, Richard Nixon dimitía como presidente de Estados Unidos por negarse a entregar las cintas que él mismo grabó de sus conversaciones en la Casa Blanca y que le incriminaban en el 'caso Watergate'.
Los agentes hallaron cosas, pero quizá les hubiera venido bien contratar a un fontanero que revisase a fondo las cañerías de la Casa Blanca. Puede que ahí encontraran también parte del material desaparecido. Según revela Habermas en su libro, los retretes de la residencia oficial se atascaban con bastante frecuencia.
¿La razón? A Trump le gustaba usarlos como destructor de documentos oficiales. Una actitud que, además de incívica y poco ecológica, contradice la Ley de Registros Presidenciales porque los documentos creados o recibidos por un presidente son propiedad del gobierno estadounidense y deben ser resguardados por los Archivos Nacionales una vez que termina su mandato.
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El miedo a morirse de Covid
Trump era uno de los principales negacionistas de la pandemia a nivel mundial. Su gobierno reaccionó tarde y mal, pero, además, él pedía a sus colaboradores que se quitasen la mascarilla en su presencia. También mantuvo continuas y públicas disputas sobre el tema con diferentes expertos y llegó a ironizar con respecto a las «inyecciones de lejía».
No le gustaba que nadie se tomara en serio el coronavirus. Al entonces gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, le pidió que no hablara públicamente del virus en televisión. «No le des tanta importancia a esto. Vas a convertirlo en un problema», explica Habermas que dijo.
El caso es que el 2 de octubre de 2020 dio positivo en Covid. El virus atacó sus pulmones y su situación llegó a ser grave: le trasladaron al hospital militar de Walter Reed, en Washington. Trump se preocupó e, incluso, empezó a temer por su vida. Tal fue su desasosiego y el de sus colaboradores que su jefe de gabinete adjunto comenzó a preparar el protocolo por si su salud se deterioraba todavía más: los poderes serían trasladados a su vicepresidente.
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Quiso despedir a su propia hija
Nadie se escapa a la ira de Trump cuando se enfada. Ni su propia familia. El presidente contrató a su hija Ivanka y a su yerno, Jared Kushner, como asesores cuando llegó a la Casa Blanca. Y le acompañaron hasta el final del mandato.
Sin embargo, la relación no siempre fue tan buena como cabría pensar. A Trump, Kushner no le acaba de caer bien y en más de una ocasión le llamó niño y niñato ante su equipo. Pero la tensión llegó a tal punto que incluso estuvo a punto de despedir a la pareja.
Afortunadamente, su jefe de gabinete, John Kelly, y el consejero Don McGahn lograron frenar su impulso. Le pidieron que hablara con ellos antes de tomar la decisión. Al final, no hizo ni lo uno ni lo otro. El expresidente, por supuesto, asegura que todo esto es «pura ficción». «¡Ni se me pasó por la cabeza!», ha replicado. Seguro que en la próxima comida familiar alguien va a pedir explicaciones a alguien.
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Confundir a demócratas con camareros
Todo novato comete errores cuando empieza, pero los de Trump al principio de su mandato fueron de órdago. Uno de los que desvela el libro de Haberman deja en muy mal lugar al exmandatario. En su toma de posesión, en 2017, confundió a un grupo de empleados de legisladores demócratas de diferentes razas con camareros. Les pidió canapés y bebidas.
Más adelante, Haberman asegura que también hizo comentarios hirientes sobre los trabajadores del senador Chuck Schumer y de la representante Nancy Pelosi. Asimismo, la periodista señala que tiene un largo historial de comentarios homófobos que documenta en 'Confidence Man'.
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Bombas contra los laboratorios de la droga de México
¿Bombas contra los cárteles de la droga en México? Esa fue una de las órdenes que dio el presidente durante su mandato. Afortunadamente, no se cumplió. Lo peor de todo es que esa idea no parte de una reflexión previa con expertos, sino de una confusión.
Se presentó en su despacho Brett Giroir, un funcionario de salud pública con cargo de almirante. Llegó, como es habitual, con su uniforme de gala. Esto hizo que Trump le confundiera con un militar, así que cuando Giroir dijo que las instalaciones donde se hacen drogas ilegales en México era un «blanco», le replicó que las bombardease. No lo hizo. A partir de ese día, el almirante dejó de llevar su uniforme cuando iba al Despacho Oval.
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La teoría de la conspiración por encima de todo
A Donald Trump le sentó muy mal perder las elecciones de 2020 contra Joe Biden. Así que decidió agarrarse a un clavo ardiendo y amenazó con impugnar los comicios. Para ello, le pidió ayuda a su abogado personal, Rudy Giuliani, que también fue alcalde de Nueva York.
Dice Haberman que le dio «carta blanca» para conseguir el objetivo. «Bien, Rudy, tú estás al mando. Haz locuras, haz lo que quieras. No me importa», le habría espetado. «Mis abogados son terribles», le contestó Giuliani. Fue entonces cuando se dispararon las teorías de la conspiración.
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Su opaca declaración de impuestos
En EE UU, todos los presidentes desde Richard Nixon han publicado sus declaraciones de impuestos de manera voluntaria. Sin embargo, Donald Trump ha roto con esa tradición. Fue un comportamiento bastante polémico. Su director de campaña, Corey Lewandowski, y su secretaria de prensa, Hope Hicks, ya le avisaron durante la campaña de 2016 que esto podría ser un escollo en la carrera hacia la Casa Blanca.
Según Haberman, esta fue la respuesta de Trump: «Saben que mis impuestos están bajo auditoría, siempre me auditan. Así que podría decir: 'Los publicaré cuando ya no esté bajo auditoría'. Porque nunca dejaré de estar bajo auditoría». Una investigación de 'The New York Times' de 2020 reveló que Trump pagó 750 dólares en impuestos sobre la renta el año en que se convirtió en presidente.
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La conversación sobre el aborto con Theresa May
Como presidente de Estados Unidos, Trump mantuvo varios encuentros con líderes mundiales donde se abordaban temas de lo más polémico. Una de las anécdotas que cuenta Haberman tiene a Theresa May como protagonista.
Sobre la mesa, el tema del aborto. «Algunas personas están a favor de la vida, algunas personas a favor del aborto. Imagínate que unos animales con tatuajes violaran a tu hija y se queda embarazada», le espetó.