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Traslado de un cuerpo en un hospital de Brooklyn (Nueva York). Justin Lane (EFE)
El balance mortal del coronavirus en EE UU supera ya al del 11-S

El balance mortal del coronavirus en EE UU supera ya al del 11-S

Detenido un predicador que seguía dando sermones a grupos de hasta 500 personas

mercedes gallego

Corresponsal en Nueva York

Martes, 31 de marzo 2020, 20:54

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Las calles vuelven a estar vacías, todo el mundo ha salido huyendo de la ciudad. Los que quedan están aterrados en sus casas. El silencio impone, ni siquiera se ven aviones en el firmamento. Como en aquellos días de septiembre de 2001, el sol es débil pero tiene una belleza cristalina casi ofensiva entre tanto dolor.

El coronavirus se ha cobrado ya más vidas que los atentados del 11-S. Los 3.173 muertos que se registraba este martes al empezar el día son una nueva marca contra un enemigo invisible que ya no se puede detener en los aeropuertos ni enfrentar en un país lejano. La guerra se libra en casa y las bajas son estadounidenses. Hoy EE UU tendrá ya más muertos que China, según las proyecciones del Instituto John Hopkins. En Nueva York, otra vez el epicentro de la catástrofe, cada tres minutos muere más de una persona. Para ser exactos, una cada 2.9 minutos. El lunes, 253 personas, cifra que se multiplica diariamente. Los cadáveres son ya tantos que no hay suficientes morgues para alojarlos.

Fueron esas imágenes de los camiones refrigeradores, «tan largos como el Jardín Rosado (de la Casa Blanca)», contó Trump estremecido, los que le sacudieron por fin este fin de semana. El hospital más afectado, el de Elmhurst, está en Queens, el barrio en el que nació. «Lo conozco muy bien, sé el color que tiene y el tamaño de las ventanas», contó. «Tengo algunos amigos que están increíblemente enfermos. Pensábamos que iba a ser algo leve y en un caso está inconsciente en coma. Y uno se pregunta, ¿Cómo ha podido ocurrir eso?», contó sorprendido el hombre que minimizó este virus durante meses, comparándolo con la gripe.

Su lenta reacción es responsable de muchas de esas muertes, pero el público todavía no le culpa de ello. El 60%, según una encuesta de Gallup, aprueba su gestión. Los ciudadanos asustados se aferran a ese hombre fuerte y seguro de sí mismo que todos los días da la cara en televisión y les hace creer que está en control de la situación. Sus asesores, sin embargo, le advirtieron este fin de semana que si continuaba con sus planes de reabrir el país para Semana Santa la opinión pública le culparía de las muertes que vengan, ahora que se avecina el grueso de las mismas. Eso dañaría sus índices de popularidad y sus posibilidades de ser reelegido en noviembre. Una encuesta de Mornings Consultants indica que el 40% de los electores está a favor de imponer una cuarentena nacional, en comparación al 26% que se opone en un grado u otro (el 34% no sabe qué pensar).

Esos son los números de los que más entiende Trump. Además, su secretario del Tesoro Steve Mnuchin le aseguró que el paquete de emergencia aprobado logrará mantener la economía a flote, si él mantiene las directivas de distancia social durante el mes de abril. De lo contrario, el virus azotará con más fuerza y las medidas resultarán insuficientes. Según la doctora Deborah Birx, coordinara de esta crisis en la Casa Blanca, EEUU se enfrenta a un balance mortal de entre 100.000 y 200.000 muertos, en el mejor de los casos. Nueva York no verá el punto álgido de la epidemia hasta dentro de entre una o tres semanas, según el modelo de proyecciones que se aplique. «Y detrás vendrá Nueva Orleáns, Los Angeles, Detroit, Atlanta…», vaticinó el gobernador del estado Andrew Cuomo. «Si son inteligentes vendrán a ayudarnos para aprender de nuestra experiencia y luego iremos todos a por la siguiente ciudad en apuros», instó.

No todo el mundo entiende todavía la dimensión del problema. Como dijo el presidente, «tenemos vastas áreas rurales en las que no hay ni un solo caso». Quizás por eso el predicador Rodney Howard-Browne se resistía a dejar escapar su rebaño de la iglesia The River on Tampa Bay, donde seguía dando sermones a congregaciones de hasta 500 personas, pese a las advertencias oficiales. Cerrar es «para mariquitas», dijo hace dos semanas, y solo lo haría para entrar en el cielo. El lunes entró arrestado en comisaría por atentar contra la salud pública al violar la orden de emergencia, aunque salió poco después bajo fianza.

«No hay nada más importante que la fe en este momento, y nunca haría nada que impidiese a la gente reconfortarse con sus creencias religiosas, pero hay que practicar esas creencias de manera segura», exhortó el sheriff Chad Chronister en conferencia de prensa. «Su temeraria indiferencia a la seguridad pública pone a toda la congregación en peligro y a los miles que interactúen con ellos».

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