Domingo, 4 de marzo 2018, 22:30
«No quiero volver a esa escuela otra vez, excepto si me transfieren a otro lugar: tengo miedo.» Las palabras de Amina Usman, una de las niñas que evitó ser secuestrada hace un par de semanas cuando miembros de Boko Haram irrumpieron en la escuela de Dapchi, al noreste de Nigeria, y se llevaron a más de cien compañeras, ilustra el horror. Pero lo sucedido en el polvoriento pueblo de Amina sólo es un nuevo episodio de la violencia desatada en el país por este grupo terrorista cuyo nombre podría traducirse en lengua hausa, la más hablada en la región, como «la educación occidental está prohibida.» En 2014 miembros de este grupo raptaron a 276 niñas en la ciudad de Chibok. Desde que iniciaron sus actividades con la intención de crear un estado que se adhiera a una interpretación estricta de la ley islámica, han asesinado a más de veinte mil personas. En las fotografías, familiares de las niñas observan algunas de sus pertenencias en la escuela.
REUTERS
«No quiero volver a esa escuela otra vez, excepto si me transfieren a otro lugar: tengo miedo.» Las palabras de Amina Usman, una de las niñas que evitó ser secuestrada hace un par de semanas cuando miembros de Boko Haram irrumpieron en la escuela de Dapchi, al noreste de Nigeria, y se llevaron a más de cien compañeras, ilustra el horror. Pero lo sucedido en el polvoriento pueblo de Amina sólo es un nuevo episodio de la violencia desatada en el país por este grupo terrorista cuyo nombre podría traducirse en lengua hausa, la más hablada en la región, como «la educación occidental está prohibida.» En 2014 miembros de este grupo raptaron a 276 niñas en la ciudad de Chibok. Desde que iniciaron sus actividades con la intención de crear un estado que se adhiera a una interpretación estricta de la ley islámica, han asesinado a más de veinte mil personas. En las fotografías, familiares de las niñas observan algunas de sus pertenencias en la escuela.
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«No quiero volver a esa escuela otra vez, excepto si me transfieren a otro lugar: tengo miedo.» Las palabras de Amina Usman, una de las niñas que evitó ser secuestrada hace un par de semanas cuando miembros de Boko Haram irrumpieron en la escuela de Dapchi, al noreste de Nigeria, y se llevaron a más de cien compañeras, ilustra el horror. Pero lo sucedido en el polvoriento pueblo de Amina sólo es un nuevo episodio de la violencia desatada en el país por este grupo terrorista cuyo nombre podría traducirse en lengua hausa, la más hablada en la región, como «la educación occidental está prohibida.» En 2014 miembros de este grupo raptaron a 276 niñas en la ciudad de Chibok. Desde que iniciaron sus actividades con la intención de crear un estado que se adhiera a una interpretación estricta de la ley islámica, han asesinado a más de veinte mil personas. En las fotografías, familiares de las niñas observan algunas de sus pertenencias en la escuela.
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«No quiero volver a esa escuela otra vez, excepto si me transfieren a otro lugar: tengo miedo.» Las palabras de Amina Usman, una de las niñas que evitó ser secuestrada hace un par de semanas cuando miembros de Boko Haram irrumpieron en la escuela de Dapchi, al noreste de Nigeria, y se llevaron a más de cien compañeras, ilustra el horror. Pero lo sucedido en el polvoriento pueblo de Amina sólo es un nuevo episodio de la violencia desatada en el país por este grupo terrorista cuyo nombre podría traducirse en lengua hausa, la más hablada en la región, como «la educación occidental está prohibida.» En 2014 miembros de este grupo raptaron a 276 niñas en la ciudad de Chibok. Desde que iniciaron sus actividades con la intención de crear un estado que se adhiera a una interpretación estricta de la ley islámica, han asesinado a más de veinte mil personas. En las fotografías, familiares de las niñas observan algunas de sus pertenencias en la escuela.
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«No quiero volver a esa escuela otra vez, excepto si me transfieren a otro lugar: tengo miedo.» Las palabras de Amina Usman, una de las niñas que evitó ser secuestrada hace un par de semanas cuando miembros de Boko Haram irrumpieron en la escuela de Dapchi, al noreste de Nigeria, y se llevaron a más de cien compañeras, ilustra el horror. Pero lo sucedido en el polvoriento pueblo de Amina sólo es un nuevo episodio de la violencia desatada en el país por este grupo terrorista cuyo nombre podría traducirse en lengua hausa, la más hablada en la región, como «la educación occidental está prohibida.» En 2014 miembros de este grupo raptaron a 276 niñas en la ciudad de Chibok. Desde que iniciaron sus actividades con la intención de crear un estado que se adhiera a una interpretación estricta de la ley islámica, han asesinado a más de veinte mil personas. En las fotografías, familiares de las niñas observan algunas de sus pertenencias en la escuela.
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«No quiero volver a esa escuela otra vez, excepto si me transfieren a otro lugar: tengo miedo.» Las palabras de Amina Usman, una de las niñas que evitó ser secuestrada hace un par de semanas cuando miembros de Boko Haram irrumpieron en la escuela de Dapchi, al noreste de Nigeria, y se llevaron a más de cien compañeras, ilustra el horror. Pero lo sucedido en el polvoriento pueblo de Amina sólo es un nuevo episodio de la violencia desatada en el país por este grupo terrorista cuyo nombre podría traducirse en lengua hausa, la más hablada en la región, como «la educación occidental está prohibida.» En 2014 miembros de este grupo raptaron a 276 niñas en la ciudad de Chibok. Desde que iniciaron sus actividades con la intención de crear un estado que se adhiera a una interpretación estricta de la ley islámica, han asesinado a más de veinte mil personas. En las fotografías, familiares de las niñas observan algunas de sus pertenencias en la escuela.
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«No quiero volver a esa escuela otra vez, excepto si me transfieren a otro lugar: tengo miedo.» Las palabras de Amina Usman, una de las niñas que evitó ser secuestrada hace un par de semanas cuando miembros de Boko Haram irrumpieron en la escuela de Dapchi, al noreste de Nigeria, y se llevaron a más de cien compañeras, ilustra el horror. Pero lo sucedido en el polvoriento pueblo de Amina sólo es un nuevo episodio de la violencia desatada en el país por este grupo terrorista cuyo nombre podría traducirse en lengua hausa, la más hablada en la región, como «la educación occidental está prohibida.» En 2014 miembros de este grupo raptaron a 276 niñas en la ciudad de Chibok. Desde que iniciaron sus actividades con la intención de crear un estado que se adhiera a una interpretación estricta de la ley islámica, han asesinado a más de veinte mil personas. En las fotografías, familiares de las niñas observan algunas de sus pertenencias en la escuela.
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«No quiero volver a esa escuela otra vez, excepto si me transfieren a otro lugar: tengo miedo.» Las palabras de Amina Usman, una de las niñas que evitó ser secuestrada hace un par de semanas cuando miembros de Boko Haram irrumpieron en la escuela de Dapchi, al noreste de Nigeria, y se llevaron a más de cien compañeras, ilustra el horror. Pero lo sucedido en el polvoriento pueblo de Amina sólo es un nuevo episodio de la violencia desatada en el país por este grupo terrorista cuyo nombre podría traducirse en lengua hausa, la más hablada en la región, como «la educación occidental está prohibida.» En 2014 miembros de este grupo raptaron a 276 niñas en la ciudad de Chibok. Desde que iniciaron sus actividades con la intención de crear un estado que se adhiera a una interpretación estricta de la ley islámica, han asesinado a más de veinte mil personas. En las fotografías, familiares de las niñas observan algunas de sus pertenencias en la escuela.
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«No quiero volver a esa escuela otra vez, excepto si me transfieren a otro lugar: tengo miedo.» Las palabras de Amina Usman, una de las niñas que evitó ser secuestrada hace un par de semanas cuando miembros de Boko Haram irrumpieron en la escuela de Dapchi, al noreste de Nigeria, y se llevaron a más de cien compañeras, ilustra el horror. Pero lo sucedido en el polvoriento pueblo de Amina sólo es un nuevo episodio de la violencia desatada en el país por este grupo terrorista cuyo nombre podría traducirse en lengua hausa, la más hablada en la región, como «la educación occidental está prohibida.» En 2014 miembros de este grupo raptaron a 276 niñas en la ciudad de Chibok. Desde que iniciaron sus actividades con la intención de crear un estado que se adhiera a una interpretación estricta de la ley islámica, han asesinado a más de veinte mil personas. En las fotografías, familiares de las niñas observan algunas de sus pertenencias en la escuela.
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«No quiero volver a esa escuela otra vez, excepto si me transfieren a otro lugar: tengo miedo.» Las palabras de Amina Usman, una de las niñas que evitó ser secuestrada hace un par de semanas cuando miembros de Boko Haram irrumpieron en la escuela de Dapchi, al noreste de Nigeria, y se llevaron a más de cien compañeras, ilustra el horror. Pero lo sucedido en el polvoriento pueblo de Amina sólo es un nuevo episodio de la violencia desatada en el país por este grupo terrorista cuyo nombre podría traducirse en lengua hausa, la más hablada en la región, como «la educación occidental está prohibida.» En 2014 miembros de este grupo raptaron a 276 niñas en la ciudad de Chibok. Desde que iniciaron sus actividades con la intención de crear un estado que se adhiera a una interpretación estricta de la ley islámica, han asesinado a más de veinte mil personas. En las fotografías, familiares de las niñas observan algunas de sus pertenencias en la escuela.
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«No quiero volver a esa escuela otra vez, excepto si me transfieren a otro lugar: tengo miedo.» Las palabras de Amina Usman, una de las niñas que evitó ser secuestrada hace un par de semanas cuando miembros de Boko Haram irrumpieron en la escuela de Dapchi, al noreste de Nigeria, y se llevaron a más de cien compañeras, ilustra el horror. Pero lo sucedido en el polvoriento pueblo de Amina sólo es un nuevo episodio de la violencia desatada en el país por este grupo terrorista cuyo nombre podría traducirse en lengua hausa, la más hablada en la región, como «la educación occidental está prohibida.» En 2014 miembros de este grupo raptaron a 276 niñas en la ciudad de Chibok. Desde que iniciaron sus actividades con la intención de crear un estado que se adhiera a una interpretación estricta de la ley islámica, han asesinado a más de veinte mil personas. En las fotografías, familiares de las niñas observan algunas de sus pertenencias en la escuela.
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«No quiero volver a esa escuela otra vez, excepto si me transfieren a otro lugar: tengo miedo.» Las palabras de Amina Usman, una de las niñas que evitó ser secuestrada hace un par de semanas cuando miembros de Boko Haram irrumpieron en la escuela de Dapchi, al noreste de Nigeria, y se llevaron a más de cien compañeras, ilustra el horror. Pero lo sucedido en el polvoriento pueblo de Amina sólo es un nuevo episodio de la violencia desatada en el país por este grupo terrorista cuyo nombre podría traducirse en lengua hausa, la más hablada en la región, como «la educación occidental está prohibida.» En 2014 miembros de este grupo raptaron a 276 niñas en la ciudad de Chibok. Desde que iniciaron sus actividades con la intención de crear un estado que se adhiera a una interpretación estricta de la ley islámica, han asesinado a más de veinte mil personas. En las fotografías, familiares de las niñas observan algunas de sus pertenencias en la escuela.
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