Bolsonaro defiende anteponer la económia a la lucha contra la pandemia

A pesar de que hasta su ídolo político Donald Trump está cambiando de estrategia frente al coronavirus una vez que ha sido arrollado por la dura realidad de las muertes que se multiplican en su país, Jail Bolsonaro sigue empeñado en mirar hacia otro lado.

El presidente brasileño, amparado en su claro perfil de populista de derechas, persiste en su táctica negacionista y habla de «psicosis», al tiempo que rechaza tajantemente el confinamiento de la población. Esta estrategia, que conlleva riesgos sanitarios que sólo el obvia, preocupa a una parte de Brasil y la palabra «destitución» ha sido pronunciada ya por diputados de la oposición y del centro.

Pero Bolsonaro se mantiene ajeno a las críticas porque este jueves acude a las puertas de su residencia un reducido aunque fiel grupo de seguidores con vítores, aplausos, oraciones y críticas a la prensa. Así, crecido, comienza las jornadas del presidente de Brasil, que desoye los peligros de la pandemia.

En ese estado de euforia ha asegurado este miércoles que los remedios para hacer frente a la pandemia «no pueden ser peores que la enfermedad» y ha recalcado la necesidad de «salvar vidas» sin que ello repercuta en el empleo, en consonancia con sus críticas hacia las medidas de aislamiento que ha recomendado la Organización Mundial de la Salud (OMS).

«Tenemos que ser cautelosos y precavidos con todos, en especial con los más mayores y aquellos que sufran enfermedades», al mismo tiempo que se «combate el desempleo que crece rápidamente entre los más pobres», ha dicho Bolsonaro.

El mandatario de extrema derecha se ha dirigido al país a través de la televisión y la radio públicas horas después de que su Ministerio de Salud anunciara que se han registrado 1.517 casos y 201 muertes, lo que supone el mayor aumento desde que comenzó la crisis.

Bolsonaro, uno de los pocos jefes de Estado que aún persisten en poner en tela de juicio las recomendaciones de la OMS, vio el lunes cómo su ministro del área, Luiz Henrique Mandetta, le contradecía y adoptaba el discurso de las autoridades provinciales y estatales, al afirmar que la cuarentena era la mejor medida para hacer frente al virus.

El presidente ha manifestado que comprende la importancia de las medidas de prevención, las cuales deben ser implantadas «de manera racional, responsable y coordinada», pero al mismo tiempo su preocupación, ha dicho, está con los «más vulnerables».

«Si cerramos o limitamos los movimientos, ¿qué pasará con aquellas personas que tienen que trabajar todos los días y que tienen que ganarse el pan? ¿Qué será del vendedor ambulante, del vendedor de periódicos, del peón de obra, del camionero y de los otros autónomos?», se ha preguntado.

El populista, que en un principio llegó a decir que el coronavirus era una «gripecita», se ha mostrado muy crítico con algunas de las autoridades de diferentes estados que desde un principio optaron por seguir las recomendaciones de la OMS, cerrando escuelas y lugares públicos y aconsejando la reclusión de sus ciudadanos en sus hogares.

Es el caso de Sao Paulo, el más afectado por la crisis sanitaria, en donde se han producido 136 muertes y se han registrado 2.339 casos.